Seis sonetos

Renán Alcides Orellana

 

ENFUNDA LA GUADAÑA

 

  … la Dama gris me tomará en sus brazos… 

                       Raúl Contreras                     

Dímelo Sombra Gris ¿a qué has venido

desde el frío rincón en que me acechas?

Las manos del adiós están desechas

y el vino de mi jarra consumido.

Cierto también que solo y distendido

está el arco. El carcaj pobre y sin flechas.

No  tengo versos nuevos. Las endechas

mustias están por el dolor dolido.

Pero dímelo ¡oh, sildenafil confidente Sombra!

¿acaso hasta mi nombre al tuyo nombra

y pide tu presencia sin demora?

No es tiempo aún. Enfunda la guadaña.

Cuando parta el amor a tierra extraña

entonces, Sombra Gris, será mi hora.

TIEMPO ALIADO

 

… la Dama Gris me envuelve en sus neblinas…

                     Raúl Contreras

 

El tiempo se vuelve mágico dolor

cuando el alma anida en otro cielo

pobre cielo que arde en desconsuelo

mucho menos amor que el desamor.

Pero el tiempo adolorido con ardor

es custodio y lenitivo en el desvelo

del amor aquel que amortajado velo

cubrió de oscuridad. Sólo el temor

a ser presa insalvable de otro llanto

de otra herida con visos de quebranto

pondrá punto final a mi aventura.

De la mano con mi tiempo aliado

diré el sí junto al camino andado

a la Dama Gris su odio y su ternura.

MATINAL

Va cayendo en sopor la madrugada

al éxodo total del manto oscuro

y mientras raudo avanza el claroscuro

brotan charcos de luz en la enramada.

Amanece al partir la madrugada

y el paisaje -obra afín del arte puro-

es marco fiel de un aletear seguro

besando a picotazos la enramada.

Y más allá por el camino ancho

una silueta gris se va del rancho

ensayando a su paso una tonada.

 

Un día cuando venga otro mañana

el labriego alzará su voz temprana

al segar la cosecha liberada.

ESTANCIA VERNACULAR

El manto azul que envuelve al caserío

es de luna cayendo entre ramajes.

Se fue la tarde herida entre celajes

menuda sombra agita al sembradío.

Hay un revuelo de aves en su huída,

aves de negro ser como la noche.

El hondón es inmenso en su derroche

en boga tras la luz apetecida.

Volverá el jornalero a los sembrados

en medio de canciones, los collados

y sus flores con néctar de ambrosía.

Rodando por el valle irá la fiesta,

se oirá un dulce trinar por la floresta

cuando la noche engendre al nuevo día

LITORAL EXTRAÑO

 

Mar inmenso río sin contorno

mar cielo azul caído entre arenales

mar agua sin rumor de manantiales

mar brújula sin ida ni retorno.

No sabes como cambian las ciudades

sus rincones luminosos y sombríos,

ni los campos y sus verdes sembradíos

ni te van ni te vienen las edades.

Mar ofréceme tus aguas quietas

para asumir contigo alas inquietas

en la altitud excelsa de tu viaje.

Hazme volver feliz a la otra orilla

y has de llevarme en ágil navecilla

cuando mi patria vista nuevo traje.

Panamá, 1980.

AÑORANZA 

DE LA LLUVIA

 

He pulsado la lluvia y hasta otro invierno

volverán esos  pulsos a mi mano,

cuando raudo se vaya otro verano

y el calor no se vuelva fiel infierno.

 

Añoro la lluvia y el abrazo tierno

de sus aguas. Añoro el cotidiano

crepitar del remanso diluviano

porque extingue los fuegos del averno.

 

Añoro el aguacero en el recuerdo

cuando de niño en mi niñez me pierdo

entre barquitos de papel bogando

 

por las calles antiguas de mi pueblo.

Añoro el agua-lluvia con que amueblo

mi casa ideal, para seguir amando.

Ver también

Ilustración de Iván Alvarenga. Sin título. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 14 diciembre 2024