Iosu Perales
Como estaba previsto el centrista Emmanuel Macron (24,01 %) y la ultraderechista Marine Le Pen (21,30 %), competirán en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, el día 7 de mayo. Sin embargo, los resultados del domingo 23 de abril han conmocionado a Francia, donde ya se habla de un cambio de época, al haber quedado sepultado el partido gaullista, Los Republicanos –la derecha tradicional- y el Partido Socialista Francés, que venían turnándose el gobierno desde hace décadas, siendo ambos los pilares del régimen tras la segunda guerra mundial. Particularmente, el porcentaje de 6,2 % de los votos cosechados hunde a los socialistas y los coloca a la altura casi marginal del PASOK griego.
La suerte del candidato socialista Benoít Hamon estaba echada desde el momento que el descrédito popular del gobierno neoliberal de Francois Hollande colocó al partido que lo sostiene como la mano izquierda de la derecha, como la ejecutora de ajustes sociales inaceptables para las clases medias y obreras francesas. El círculo contra Hamon se cerró con una gran traición cuando notables dirigentes de su partido proclamaron públicamente que no votarían a su compañero y que lo harían por Macron en un alarde de voto útil. Ciertamente el partido socialista ha quedado laminado por los apoyos cosechados por Macron, pero también por los magníficos resultados de la izquierda alternativa, Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon (19,58 %) a quien han votado socialistas, comunistas, ecologistas, feministas y jóvenes que desean cambiar la política en Francia.
Otro gran derrotado es Francois Fillon, candidato de Los Republicanos (20,01 %) quien a pesar de haber quedado en tercer lugar, o justamente por eso, ha dejado a la derecha, por primera vez fuera de la segunda vuelta electoral, lo cual constituye un hecho de extrema gravedad para su partido y su electorado.
En este escenario postelectoral, Hamon y Fillon ya han anunciado su voto a favor de Macron, con el fin de derrotar al peligro fascista que encarna Marine Le Pen. Claro que hay sectores de la derecha que a pesar de Fillon pueden votar a la ultraderechista, quien para rascar algunos votos ha dimitido como presidenta del Frente Nacional de modo temporal para presentarse así como candidata de todos los franceses patriotas. No creo que esta estratagema le sirva para ganar. De hecho la Comisión Europea, dejando a un lado su tradicional neutralidad, y en general todas las instituciones de la Unión Europea celebran ya la victoria de Macron, al tiempo que respiran hondo tras unos días de incertidumbre. La propia Angela Merkel se ha precipitado a dar su apoyo a Macron con el fin de salvar la estabilidad europea. De hecho a las pocas horas de conocerse los resultados las bolsas europeas también respiraban y mostraban buenos indicadores.
De hecho Francia ha salvado su continuidad en la Unión Europea, una unión que es criticada por los electores de Francia Insumisa que aspiran a otra Europa más social y más democrática. El peligro, no obstante, era el Frente Nacional de Le Pen. Es de destacar que los grandes graneros de votos de la ultraderechista le han venido de la Francia rural y periférica. Al contrario de los votos de los demás candidatos que se han alimentado sobre todo de las ciudades y grandes municipios. Esto deja un mapa de Francia dividida, una fractura geográfica que tendrá consecuencias en las elecciones legislativas a mediados del mes de junio de este mismo año.
Tras las elecciones francesas la Unión Europea podrá afrontar el Brexit (la salida del Reino Unido) con mayor tranquilidad. Es verdad que en septiembre hay elecciones en Alemania, pero serán diferentes, ya que serán un duelo entre el europeísta socialdemócrata Martín Schulz y la canciller conservadora Angela Merkel. La clave será sobre todo económica ya que está en juego el futuro de la Eurozona. Si gana Schulz la socialdemocracia europea aliviará sus males.