Por: Rolando Alvarenga
Para no perder la costumbre, ya salieron a relucir los cantos de sirena en la campaña proselitista presidencial. Hasta el momento, se han expuesto impresionantes plataformas para sacar del sepulcro lo poco que le queda a este país en materia deportiva y se ofrece el oro y el moro, pero ya en los cinco años de gobierno es más de lo mismo.
Con alguna excepción, gobiernos han estado y gobiernos se han ido, y el atleta siempre ha quedado en las mismas condiciones miserables reflejadas en la alta competencia internacional.
Y es que el talón de Aquiles del deporte salvadoreño sigue siendo el mísero presupuesto que se le asigna anualmente. Porque los 12 millones de dólares anuales que recibe el INDES cada vez le alcanzan menos para sostener una burocracia con su sindicato y su canasta básica incluida, mientras el atleta se alimenta por misericordia.
Sin tanta vuelta, quienes aspiran a llegar a la Presidencia de este país deben estar ubicados en que la única fórmula efectiva para lograr una resurrección deportiva es creando el Seguro de Vida para los Atletas; un estímulo económico pagado puntalmente a los atletas y viáticos de Misión Oficial, para todos los contingentes que salgan al extranjero.
Además, con instalaciones deportivas idóneas y dignas; un programa nacional de Educación Física; Bases de Entrenamiento en el extranjero y contratación de nuevo personal técnico extranjero que venga a refrescar a los nacionales.
Lo anterior es más importante que estar pensando en grandezas, porque hay que empezar por lo básico: la materia prima.
De una vez por todas, los “políticos iluminados” -que tratan de impresionar y sorprender- deben aterrizar en que el deporte es el mejor antídoto para enfrentar todas las plagas antisociales que diariamente terminan con la vida de nuestra niñez, juventud y adultos.
Tengan bien presente que: un niño o joven practicando deporte, es un delincuente menos. ¡No más garabato!