Sensatez

José M. Tojeira
José M. Tojeira

José M. Tojeira

Un buen político debe saber controlar sus emociones. Y más cuando pierde una elección, generic si es que la pierde. Por supuesto, viagra quien decide si ganó o no las elecciones no es el político, ganador o perdedor, sino la Institución nacional que controla los proceso electorales. En el Salvador El Tribunal Supremo Electoral ha venido, en conjunto, dando pruebas desde hace varios años de un mejoramiento técnico y ético. Sigue teniendo de vez en cuando algunos fallos. Pero la dinámica no es hacia la corrupción, sino hacia la honestidad. Por sus problemas internos ARENA ha perdido al que consideraba su representante en el Tribunal, y eso pone tenso a este instituto político. Pero así son las cosas. Y la persona que propone cada uno de los dos partidos principales no está ahí por ser miembro de un partido, sino por sus supuestas cualidades. Si ARENA piensa que se equivocó al designar repetidas veces a Walter Araujo, es su problema. De todos modos, de ese problema deberían aprender todos los partidos y nombrar para esos puestos reservados no a personas conocidas por la fidelidad a sus partidos sino por su fidelidad a la ética. Porque la fidelidad a la ética es más difícil de traicionar que la fidelidad a los partidos. Si no nombran a ese tipo de personas, los problemas subsiguientes son de los partidos, no del Tribunal.

Desde fuera del proceso, los ciudadanos podemos entender que a los políticos se les escapen frases incorrectas, más si han participado como candidatos a la presidencia, sean incluso ganadores o perdedores. Schafik Handal también se equivocó y no manejó bien sus emociones tras su derrota ante Saca. Pero después debe venir el reconocimiento de la realidad y la presentación de disculpas. El lenguaje es muy traicionero y uno debe estar dispuesto a corregirlo, cuando las expresiones son fruto de emociones mal controladas. Que el candidato Quijano haya sugerido y, en cierto modo, invocado una especie de presión de la Fuerza Armada para solucionar su conflicto electoral es un error garrafal. Se lo ha dicho gente independiente, e incluso antiguos colaboradores de su propio partido, conocidos como personas de una derecha civilizada y culta. Ya en otra ocasión invocó la militarización de la seguridad en El Salvador y tuvo que desdecirse asegurando que no había querido decir exactamente lo que las palabras pronunciadas significaban. En un político, y en El Salvador en particular, referirse a la Fuerza Armada de cualquier manera que suene a salida de la Constitución es una irresponsabilidad grave. Hacerlo muestra poca capacidad para asumir la presidencia de la república. Presentar disculpas a la ciudadanía es la única manera de corregir el desafuero. Pero pedir disculpas no entra dentro de la tradición autoritaria de nuestros partidos. Tradición que la ciudadanía debe contribuir a que se rompa en beneficio del país y de su decencia democrática. A parte de que nada honra más a una persona pública que pedir perdón por sus errores.

Sea cual sea el resultado final del conteo de los votos, existen suficientes garantías de que será justo. La Fiscalía General tendrá a sus fiscales observando el recuento final. El propio Tribunal, dada la relativamente escasa diferencia de votos, ha sido sensato al decidir no nombrar presidente electo a nadie hasta que se lleve a cabo el recuento sistemático de las actas ante los testigos autorizados por la ley. Nadie dice que el proceso sea perfecto, pero ciertamente ha ido mejorando desde los tiempos iniciales en que ARENA dominaba el Tribunal. Y las imperfecciones no son tan graves como para invalidar una elección o para que los políticos se pongan a hablar de fraude apresuradamente. Si ha habido errores de dedo en la transcripción de las actas al conteo preliminar, no se puede decir que sean muy numerosos. Y ciertamente son fácilmente subsanables. Los errores y conflictos que hubo en las elecciones que ganó ARENA fueron mayores. Pero todos reconocimos los resultados como clara victoria de ARENA. Por supuesto ARENA tiene derecho a pensar que todo fue más perfecto cuando ellos controlaban el Tribunal. Pero la observación objetiva de aquellos años de elecciones pasadas, incluidas las observaciones hechas por observadores extranjeros de calidad que enumeraban casos y más casos, nos dicen que las cosas han mejorado.

Es tiempo de diálogo y no de ponerse “en pie de guerra”. La fraseología violenta nunca es buena en política. Y menos en un país en el que estamos hartos de la violencia existente. Los réditos que se puedan obtener desde el grito y el insulto son, al menos en el largo plazo, muy inferiores a las ventajas del diálogo. Vienen pronto otras elecciones y es tiempo de convertirse en una oposición constructiva. Que además tendrá que competir no sólo con el partido en el Gobierno, sino con otros grupos que quieren también ocupar un lugar en lo que se ha dado en llamar “la nueva derecha”. Sensatez, prudencia, cordura, son palabras equivalentes que conviene repetir en estos momentos con mucha mayor insistencia que fraude, robo, pie de guerra o fuerza armada.

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