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Septiembre y el bicentenario de independencia de España

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

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ace 46 años la masacre a los estudiantes universitarios y de secundaria a plena luz del día, en pleno centro de la capital, dejó en claro, a propios y extraños, la brutalidad de la dictadura que presentaba a El Salvador como el país de la sonrisa.

Así, ahora, con la imposición del bitcoin y la persecución política rodeada de comisiones especiales, abre los ojos a mucha gente sobre la naturaleza dictatorial escogida por el gobierno de Bukele.

Es más, mucho se habla de las definiciones que el gobierno podría anunciar justo en septiembre, así, asombró, tras asombro, minimiza el impacto negativo de sus acciones este gobierno.

Se dice que anunciará el cambio de la Carta Magna, la reelección presidencial consecutiva, el voto electrónico, la privatización del agua, cambios tarifarios en energía y privilegios para determinados mercados.

El terreno ha sido preparado, la promoción del miedo, la certeza de la capacidad represiva del gobierno lleva a muchos a guardar silencio y tragar su propia desilusión.

Las señales en el exterior empiezan a cambiar, algunas fuerzas progresistas interpretaron como signo de política antiimperialista las diferencias puntuales con el gobierno de Biden y la pérdida de su amigo Trump en EEUU: es la persecución política expresada en capturas ilegales, violatorias del debido proceso, que incluyen órdenes de captura, incluyendo al compañero ex presidente Salvador Sánchez Cerén, lo que les  revela la peligrosidad del gobierno de Bukele.

La utilización de las instituciones, a partir de anular a la Sala de lo Constitucional el 1 de mayo pasado, es lo que hace posible la persecución abierta a los opositores reales y potenciales, esa decisión allanó el camino al plan macabro del grupo gobernante.

Circo sin pan, descalificación financiera del país, incertidumbre para la inversión, alzas de precios, el golpe brutal a la clase media con elevación de multas de tránsito, las alzas sin anuncio de las tarifas de agua, la eliminación real de la transparencia y la rendición de cuentas y las presiones para cerrar espacios a opiniones críticas, es el  signo del tiempo.

Para mantener a la “fanaticada”, a los seguidores incondicionales del régimen, el circo de las  comisiones especiales en la Asamblea Legislativa, la publicidad mentirosa con la cual se procura borrar y denigrar logros  alcanzados en el  pasado, y presentar un país inexistente.

Por eso nada hay que celebrar en la víspera del bicentenario de nuestra independencia, más bien nos damos cuenta que se lleva el país a depender de grupos desconocidos en materia monetaria, con consecuencias dramáticas.

Que se lleva al país a destruir la institucionalidad creada con mucho costo y a lo largo de años. El parecido con  las condiciones del país de 1975, el año de la masacre de los estudiantes, es algo que lo podemos percibir quienes hemos tenido la dicha de vivir y sobrevivir el último medio siglo en nuestra patria.

Más bien, los hechos demuestran que aceleradamente se pierde incluso la independencia de los jueces; que el manipuleo de las instancias judiciales y de la fiscalía, llevará a muchos a darse cuenta que hemos perdido toda posibilidad de defensa frente a arbitrariedades que puedan cometerse contra cualquier persona, lo que se hace más evidente a la luz de las capturas de cinco ex funcionarios del primer gobierno de izquierda en el país.

La buena noticia, en medio de la dramática realidad abierta por el gobierno, es que la gente empieza a perder el temor, así lo ha mostrado la presencia permanente y solidaria de militantes y amigos de los compañeros y compañeras capturadas recientemente.

La lucha no se hará esperar, con los mismos vientos que el gobierno impulsa la consolidación de la dictadura, aparecen signos que van expresando algo más que desacuerdo silencioso, protesta en la calle, desaprobación en encuestas, exigencias y denuncias. La militarización es, en cierta forma, reconocimiento de la debilidad política, no se hace para combatir la delincuencia, se entiende el mensaje como la presentación de la fuerza para reprimir, como lo hiciera la vieja dictadura militar.

Independencia sin reos políticos, independencia con respeto a derechos humanos, independencia sin represión, independencia sin despidos injustificados, sin arbitrariedades, eso quisiéramos para que recordar esa fecha en su aniversario 200, fuera la “senda florida” como reza la oración a la bandera. Eso merecemos como pueblo y si el gobierno lo niega, otra vez, el pueblo, tarde o temprano, lo alcanzará.

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