Alfredo Villalba, F.R.C. (No. 1)
Rector de la Universidad Internacional Rosacruz
Ante los hombres y ante Dios Don Quijote de la Mancha, después de haber liberado de los guardias del rey a unos galeotes, les dice: De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben y uno de los pecados que más a Dios ofende es la ingratitud”, y después les solicita, como correspondencia, que vayan a presentarse ante Dulcinea del Toboso y le cuenten lo que su caballero, el de la triste figura, ha hecho por ellos. Cervantes resalta en este pasaje la importancia que tiene, ante los ojos de los hombres y de Dios, el ser agradecido.
La gratitud, según la Real Academia Española, es un sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer y a corresponder a él de alguna manera. Es posible que una persona reciba un beneficio de otra y sea indiferente a ello, pero cuando una persona tiene gratitud hacia su benefactor, entonces se sentirá obligado a corresponder de alguna manera por el beneficio recibido, ya que la gratitud es una actitud que nace del corazón en aprecio a lo que alguien más ha hecho por nosotros.
Ser agradecido significa que reconocemos que hemos recibido ayuda o un beneficio de alguien, y para ello, e necesario ser humilde. Para algunos, no es fácil reconocer que pueden necesitar ayuda y menos aceptarla de otro(s), ya que piensan que eso es una muestra de debilidad. Sin embargo, al hacer un análisis elemental de cómo funciona nuestra sociedad, y de nuestro rol en la misma, es fácil entender que nadie es autosuficiente y que todos necesitamos la ayuda o participación de otros para obtener todo aquello que usamos y consumimos, o simplemente lo que la Naturaleza nos brinda y que, en última instancia, es lo que Dios nos ha dado. El agradecimiento hacia los demás implica apreciar siempre lo que ellos hacen o han hecho en beneficio nuestro, ser conscientes de que alguien ha notado que requerimos ayuda, que ha decidido actuar en favor nuestro y hacer un esfuerzo para apoyarnos, mostrando así su interés por nosotros. Este reconocimiento provoca en nosotros el deseo de corresponder, ya sea con acciones o palabras que muestren nuestro agradecimiento por el beneficio recibido.
Afianza las relaciones entre las personas
La gratitud abre las puertas para mejorar y afianzar las relaciones entre las personas, al crear emociones positivas entre el benefactor y el beneficiado. Aunque una persona ayude a otra con total desinterés y sin buscar ninguna recompensa, el hecho de que el beneficiado le haga saber la importancia que tiene para el la ayuda que le ha brindado, y que aprecia el esfuerzo que ha hecho para lograrlo, es siempre reconfortante y estimula sus buenos sentimientos hacia quien se lo agradece, y lo impulsa a continuar ayudando a otros. Es aceptable albergar tales sentimientos cuando recibimos palabras de agradecimiento sin perjuicio de la recomendación que nuestra amada Orden nos hace de responder que “nosotros somos los agradecidos, porque se nos ha dado la oportunidad de servir”. De igual manera, quien agradece tiene un sentimiento de felicidad y bienestar, lo cual genera un vínculo afectivo con su benefactor, ayudando a crear un círculo virtuoso entre ambos.
Cuando una persona agradece aquello que tiene, centra su atención en la abundancia y se aleja de la carencia, provocando que mantenga una actitud positiva ante la vida y, por lo tanto, que aproveche mejor sus habilidades para resolver las situaciones que se le presenten, tanto en su vida laboral como personal. La Fundación John Templeton encontró, a través de una encuesta, que el lugar de trabajo es en el que menos se demuestra gratitud y además que el tener un trabajo ocupa el último lugar entre las cosas por las que las personas encuestadas estaban agradecidas. Esto es así quizás porque los empleados consideran que su trabajo beneficia directamente a su patrón y, por lo tanto, no tienen nada que agradecerle. Algunas personas pueden opinar que merecen más de lo que reciben en su trabajo y por consiguiente, considerar que no tiene por qué agradecer que se les brinde un empleo. Sin embargo, esas personas deberían preguntarse por qué no han dejado su trabajo par obtener otro en el que les den lo que merecen…