Hugo Fajardo Cuéllar*
Con el aparecimiento repentino de la pandemia del COVID-19 en el mundo y su llegada a El Salvador a inicios del 2020, el ser de todas las cosas y fenómenos de las sociedades se ve modificado sustancialmente, y la labor de los maestros o profesores no es la excepción. En tal sentido el presente artículo presenta algunas reflexiones sobre como el ser maestro (a) en la sociedad salvadoreña se ha modificado bajo las condiciones impuestas por el impacto de esta pandemia mundial.
Para comprender que significa ser maestro en tiempos de pandemia, se plantean a continuación tres reflexiones que nos permiten hacer una aproximación socioeducativa a tan importante fenómeno, en las sociedades de todo el mundo y particularmente en El Salvador. En tal sentido ser maestro en estos tiempos marcados por este virus mundial significa entre otras cosas, lo siguiente: Ser amante de la enseñanza aprendizaje. Es decir, en estos tiempos difíciles, los maestro y maestras deben demostrar que son amantes de la docencia y del proceso de enseñanza aprendizaje; porque a pesar de las circunstancias de aislamiento social, estrés y ansiedad que genera esta pandemia, no se puede claudicar ante la sagrada misión de dirigir a los educandos en su proceso de enseñanza aprendizaje.
Amar la docencia implica un esfuerzo constante que se disfruta al hacerlo. Significa estar estudiando constantemente para seguir aprendiendo y poder así ayudar a los estudiantes en su proceso de formación profesional. Pero en tiempos difíciles como el que estamos viviendo, en medio de un virus invisible pero muy sensible, que nos tiene a todos encerrados y en una relación social marcada por la distancia, es muy difícil asumir la labor de guiar el proceso de enseñanza aprendizaje. Sin embargo, cuando hay verdadero amor por la docencia, estas circunstancias nos hacen seguir usando el ingenio y la paciencia para seguir compartiendo la ciencia.
El maestro o profesor es la persona que en toda sociedad tiene la misión trascendental de moldear la personalidad de los presentes y futuros ciudadanos de la patria, en tal sentido su labor debe estar impregnada de una filosofía humanista fundada en los valores ético morales que se necesitan para forjar hombres y mujeres que contribuyan en la edificación de una sociedad mas justa y humana para todos sus habitantes.
Esos valores son entre otros: La honestidad, la responsabilidad, la fraternidad, la lealtad y la solidaridad, los cuales en tiempos difíciles como el que vivimos deben ser, como lo afirma Leopoldo Cea (1912-2004) “resemantizados, es decir, redimensionar su importancia y significado a la luz de las circunstancias por la que va atravesando este mundo”. En tal sentido, Los maestros tienen la oportunidad de reivindicar y resemantizar dichos valores como elementos esenciales en la formación de los estudiantes, en medio de las circunstancias difíciles impuestas por la pandemia.
Ser apóstol de la labor educativa: El término Apóstol tiene un origen religioso y proviene del latín apóstolus, que en español significa, persona que propaga o difunde una determinada doctrina; de ahí que se hable de los doce apóstoles de Jesucristo, quienes eran sus discípulos que predicaban sus enseñanzas. Desde esa perspectiva ser apóstol de la educación es una misión que todo buen profesor debe realizar durante toda su vida y sobre todo en las circunstancias más difíciles. Esa misión debe realizarse con amor entrega y pasión pensando en servir a los demás.
La misión educativa del maestro, vista como un apostolado, no es algo con lo que se nace sino que se hace, porque aunque requiere de algunas cualidades innatas del maestro, pero sobre todo requiere de voluntad e interés pleno por hacer de su labor educativa como profesor un trabajo constante como discípulo del conocimiento para transmitir y compartir con sus estudiantes el pan del saber que alimentará no solo la instrucción formal, sino también la formación humana de los actuales educandos, que serán los futuros profesionales del mañana.
Ser un maestro apóstol de la educación implica muchos retos y desafíos tanto en tiempos normales como de pandemia. Pero hay que destacar que en ese apostolado no pueden faltar tres elementos esenciales: la convicción de enseñar, por cuanto que el maestro debe estar plenamente convencido de su labor por enseñar, la búsqueda incesante del conocimiento, para poder estar siempre al día con lo que quiere enseñar y el placer de ayudar a aprender, es decir, que disfrute de manera permanente su labor de orientar a los estudiantes en su aprendizaje.
Asumir el desafío de seguir enseñando más allá del aula: El impacto inmediato de la pandemia del COVID-19 en el sistema educativo salvadoreño, se materializó principalmente en el abandono obligatorio de maestros y alumnos de todos los centros educativos; por lo que el aula deja de ser por el tiempo que dure la pandemia, escenario principal para la realización del proceso de enseñanza aprendizaje. Esta situación inesperada por todos, implica un reto sin precedentes para el maestro, en términos de seguir ejerciendo la labor docente fuera del aula y desde su casa.
Enseñar fuera del aula y desde el aislamiento social en la casa, se convirtió no solo en una obligación sino también en un desafío para los maestros. Un desafío que implica no solo aprender a manejar los diferentes medios o instrumentos virtuales del internet para llevar acabo el proceso de enseñanza aprendizaje sino también sobreponerse a las condiciones de desánimo, estrés y ansiedad que a nivel personal afectan el desempeño de los docentes y de los estudiantes.
Pese a todas esas circunstancias difíciles impuestas por la pandemia del COVID-19, la convicción y abnegación de todos los buenos maestros y maestras han hecho posible que la educación formal de las presentes generaciones no se detenga y siga siendo el faro que ilumina el sueño por construir una sociedad mas justa digna y humana para todos y todas.
*Profesor en Ciencias Sociales, sociólogo, abogado y notario, maestro en Derechos Humanos y Educación para la Paz, docente de la Universidad de El Salvador, actualmente estudiante del último año del Doctorado Interdisciplinario en Educación.