Pedro Antonio Salamanca
En tiempo de tanta innovación, de inteligencia artificial, cuando las potencias pretenden conquistar Marte, exploran el lado oculto de la Luna, y tú y yo podemos estar frente a frente a mil kilómetros distantes. ¿Por qué tanta ignorancia con el germen de esta gran tribulación?
El mundo está invadido por un minúsculo ser invisible y más destructor que las bombas de Hiroshima y Nagasaki, los científicos de las armas de destrucción masiva, no pueden hacer nada para destruir este patógeno y salvar la humanidad.
Este microscópico gigante que amenaza la humanidad, no respeta patria y credo, color, sexo ni edad; asola grandes ciudades, paraliza la aviación, se han cerrado las fronteras, no hay turismo, ¡confinamiento mundial! Hay miedo al contagio por vía de transmisión.
Todo comenzó en Wuhan y rebrotó en Milán, luego pasó por Irán, Francia, España y Portugal, y tal como sucedió con las siete plagas de Egipto y la terquedad del Faraón, sucede ahora en el norte y sur de América, pone a prueba la conciencia, el poder y la sapiencia de Bolsonaro y de Trump. ¿Conoces lo que hace Xi Jinping y Putin?, ¿lo que ha dicho Ortega y Obrador?, ¿y por qué tanto tardó en llegar a Belice y Haití?, ¿te parecen las medidas adoptadas por Bukele en El Salvador?
¿Será la tercera guerra mundial? Los efectos serán iguales o peores, la diferencia es que no hay cañones ni aviones matando la humanidad. ¿Es una guerra biológica? Dios no lo quiera y que el hombre de ciencia mantenga su conciencia limpia y libre tentación.
Sí, es el momento de las potencias económicas y sus líderes, a mayor riqueza y tecnología, mayor responsabilidad con sus países y el mundo, es hora de la solidaridad, es hora de demostrar esa capacidad de construir y no destruir, de luchar por la vida y acabar con la industria de matar.
¿Será un castigo divino? Nadie lo ha dicho en voz alta, pero es clara la impotencia del hombre para contenerlo y curarlo.
Por eso, es urgente que inclinemos la cabeza, nos unamos como hermanos y pidamos al Creador que perdone nuestras faltas, por el daño a nuestra tierra, el desprecio al ser humano, al león y hasta el gusano que mueren por nuestra acción. Paremos el consumo salvaje, por ser exótico o erótico, porque se cree propician la enfermedad.
Que Dios ilumine la mente de los científicos que trabajan sin descanso para encontrar la cura, que fortalezca y aliente a las mujeres y hombres que actualmente se enfrentan al contagio por salvar a los pacientes y evitar la mortandad. ¡Los Súper Héroes de esta batalla crucial!
¿Será el fin de los tiempos como está escrito en la Biblia? Nadie sabe con certeza si es indicio o presunción, es un virus contagioso, escurridizo y letal; más allá de cualquier interrogante que nos podemos plantear; actuemos responsablemente, con nosotros mismos y con nuestros semejantes, cumplamos las medidas sanitarias sugeridas por nuestras autoridades y el organismo mundial.
¡Combatamos el COVID-19, que Dios nos fortalezca y libre de todo mal!