Rafael Lara-Martínez
Professor Emeritus, New Mexico Tech
Desde Comala siempre…
El breve relato «El triste espectáculo no debe impedir continuar con el acto» de Patricia Lovos plantea una temática trágica compleja (https://vislumbre.mx/patricia-lovos-el-triste-espectaculo-no-debe-impedir-continuar-con-el-acto/). Describe una pareja de ancianos, «Juan y Lucía», cuyos cuerpos avejentados no merman el deseo carnal (meat and flesh). En réplica a una canción de rock clásico «I can’t get no satisfaction» (1965), nunca colman el apetito desbordante de la libido y del hambre. Para saciarlos, solicitan los servicios domésticos de dos «jóvenes».
De los postulantes eligen a una pareja «de brasileños», Joao e Yamara, quien firma un «contrato por cinco años» de lealtad absoluta. El joven satisface a la señora, mientras la muchacha se entrega de lleno a Juan, aunque el ritual presupone la actuación desnuda y danzante en cuarteto. El deseo de los ancianos jamás se agota. «La ceremonia» resulta tan necesaria como la continua respiración y el alimento cotidiano. Así, obligan a los jóvenes reclutas a trabajar sin cese en el coito, fuente del elíxir de la eterna juventud. Su placer infatigable provoca el cansancio de Joao quien muestra su debilidad corporal. Aunque Yamara le ayuda a sobreponerse, la exigencia de la pareja anciana le impide recobrar la salud. Debe continuar la cópula ritual sin descanso, hasta eyacular moribundo por última vez.
La lectura plantea un doble problema, en una denuncia que se bifurca. La más obvia la expresa la explotación laboral —sexual— de los jóvenes trabajadores, sometidos a un contrato salarial. Deben rendir labores a diario —so pena de castigo— según las exigencias del patrono y de la matrona. Ellos les dictan el reglamento a seguir, tal cual lo estipula el contrato de trabajo, firmado por la pareja de músicos brasileños. Son peones sexuales asalariados.
A esta primera evidencia se agrega otro axioma más sutil. La sexualidad se equipara a la nutrición. En verdad, si el beso presupone un intercambio de la saliva —del líquido bucal— los participantes del coito reconocen un canje similar de materias acuosas. Ni más ni menos, se trata de «un sistema de transferencia de fluidos» que de la técnica termodinámica a la «fluidoterapia» corporal apoya el flujo de energía de un mecanismo o de un cuerpo hacia otro para abastecerlo. Sin detallar la fórmula, según la densidad del líquido y el espesor del conducto —amplia abertura bucal; estrecha fosa inferior— su paso marca «la distribución continua de la materia». En el relato, esa transmisión fluye de la juventud hacia la vejez, la cual permanece en pie gracias a la explotación juvenil.
Incansable, la señora Lucía absorbe la semilla masculina de Joao que le abona el fruto tardío de su longevidad. Ella florece mientras el joven se disipa en cadáver, en estiércol que alimenta los ideales de su vida terrenal. Igualmente lo ejecuta Juan al irrigar el surco labial de Yamara y absorber su secreción vaginal. Hay que lubricar el ropaje anticuado de la psique ardiente hasta reciclarla. La maquinaria biológica no sólo respira sinfín; se alimenta varias veces al día. Lovos plantea que la nutrición implica una relación corporal directa en lo social. Podría definirse como un canibalismo líquido, ya que no incluye el consumo de carne (meat), sino la absorción de los líquidos corporales del(a) amante. El exceso carnal (flesh) respeta el cuerpo a su lado, el cual percibe en fuente de energía motriz. En vez de visualizar la sexualidad bajo la doble perspectiva reinante —reproducción y placer— el relato la vincula a la depredación.
Si las estadísticas de los Derechos Humanos verifican «una cifra alarmante» en los «embarazos de niñas y adolescentes» , los números no exponen las diversas perspectivas sobre la significación personal y cultural de ese suceso (https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/mas-de-2-mil-embarazos-adolescentes-registrados/1178437/2024/). Se desconocen las motivaciones más allá del acoso sexual. En cambio, en el relato, los viejos equiparan el contenido psíquico del cuerpo humano sexuado a la alimentación que mantiene el cuerpo vivo de quien bebe el elíxir vital. Así, el acoso no sólo concede el placer carnal (flesh), sino también otorga el goce gustativo de un producto fresco y vivo (liquid meat). Los ancianos devoran el cuerpo y el alma de la música brasileña, encarnada en sus acólitos asalariados. La sexualidad los nutre aún más que la culinaria «gourmet» más sofisticada.
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