Shalom Salam

 

por Mauricio Vallejo Márquez

 

La paz, que en hebreo se pronuncia “shalom” y en árabe “salam” es algo hermoso y sólo es apreciable cuando se vive en guerra o se experimentó alguna. Para los Palestinos e Israelíes vivir en paz es uno de sus grandes anhelos, aunque existan grupos entre ellos que no la quieran.

 

Desde que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó la existencia del Estado de Israel y en 1948 se fundó como nación, el conflicto fue creciendo. Esto sin contar que cinco países árabes repudiaron la partición de Palestina resuelta por la ONU para crear dos estados, uno llamado Israel y otro Palestina, que años más tarde Israel le dio autonomía, aunque Palestina se había negado a reconocer a Israel. Algunos afirman que es un pleito milenario entre los dos hijos de Abraham: Isaac e Ismael, otros sentencian que los Palestinos eran los mismos Filisteos mencionados en la Biblia que sometieron a Israel por muchas décadas. Sin embargo, dejando atrás estos datos existen quienes manifiestan que el problema se dio tras fundarse el actual estado de Israel, pues los palestinos ya habitaban esa extensión de tierra y fueron privados de su espacio y de su identidad por los colonos israelíes, quienes venían de sufrir vejámenes de parte del gobierno Nacionalsocialista de Adolf Hitler, así como innumerables agravios como la Inquisición católica en España y Portugal, además de la persecución en Rusia en época del Zar y luego durante el liderazgo de Joseph Stalin. Pero, también es triste recordar que antes que los judíos tuvieran su nación fundada o incluso se escucharán rumores de que iban a regresar a la tierra de sus ancestros, Palestina no era independiente y formaba parte del imperio británico y, antes de eso, parte del imperio Otomano.

 

Durante la fundación de FATAH y OLP se aseguró que “los judíos serían echados al mar”. Posteriormente seis naciones árabes atacaron Israel en 1949 y, de milagro, el ejército israelí soportó el ataque internacional en lo que después fue llamado La guerra de los seis días. Desde ese entonces Israel ha tolerado muchas intifadas y bombas en su territorio; mientras que los palestinos han sufrido sin número de bombardeos en sus tierras. Israel posee un sistema armamentista moderno y organizado; el grupo palestino, en cambio, se ha defendido como una nación tercermundista: con armas de buen calibre y con mucho coraje, pero poco que hacer ante uno de los ejércitos más potentes del planeta; sin embargo, causa suficiente daño y remedia poco.

 

A pesar de las diferencias en ambas partes son seres humanos que han sufrido durante el conflicto y sin hacer un análisis objetivo se puede tomar parte con alguno de estos pueblos. El conflicto no es netamente de territorio, sino de existencia entre judíos y palestinos, diferencias que con dificultad pueden ser solucionadas, pues es un círculo sin final donde las agresiones entre ambos son normales. Sin embargo, se han hecho muchos intentos de dialogo por ambas autoridades, incluso Israel cedió territorios que anteriormente fueron colonizados por judíos y los palestinos procuraron que los grupos radicales aminoraran sus ataques, pero fue difícil contenerlos.

 

No todos los palestinos y judíos desean que exista la guerra, pero dentro de sus pueblos un buen número de radicales consideran el exterminio como la única forma de paz, como si el conflicto se

 

tratara de una plaga de ratas. Por esa razón continúan los hombres-bomba, los misiles, las balas, los morteros, las incursiones terrestres. Dentro del problema se tiende a satanizar a cada una de las partes, aduciendo que todo el grupo es malo. Es decir que sin un grupo radical llamado Hamas se explota en medio de Israel se afirma que todos los palestinos lo son; y si se lanza un bombardeo israelí entonces también todos los judíos son malos, incluso los que viven fuera de Israel como el caso de los kraitas (grupo de judíos que consideran la Torá como su fundamento religioso y consideran el Talmud una falsa interpretación de los judíos rabínicos) que curiosamente defienden a Palestina y están en contra de la existencia del estado de Israel.

 

El pueblo palestino ha sufrido mucho, pero también el pueblo israelí. Eso no defiende que cada uno de ellos contribuya a que el camino a la paz sea más difícil. Tanto musulmanes como judíos deben respetar el derecho de existir que Alá o Yawhe nos ha dado a todos los mortales sin importar nuestras razas o de que tan correctas sean nuestras acciones o incluso de nuestra religión: “Dios hace llover sobre buenos y malos”, afirman Las Sagradas Escrituras, pero raramente esto es respetado aún para otras religiones, rememorando que muchas guerras se han ejecutado en nombre de Dios sobre todo en contra de judíos y musulmanes.

 

El filosofo alemán Inmanuel Kant afirma en su teoría de la Paz Perpetua que dejando de lado el problema la solución tiene que ver en qué tan democráticas son las partes en conflicto y la necesidad de que caminen correctamente y en libertad: y esto es real, si entre ambas partes existe democracia es fácil llegar a acuerdos, más si un país se rige con alguna dictadura y el otro con una democracia es difícil, ya no se diga si ambos países son gobernados por dictaduras; pero en casos que no sólo está involucrada la política, sino que también la religión y la etnia, es todavía más complicado.

 

Israel y Palestina no han sido ajenos a este tipo de procesos, en 1993 el dirigente palestino Yasser Arafat y el primer ministro israelí Yitzack Rabin firmaron un Acuerdo de paz que no quedó sólo implícito en el papel sino que se procuró cumplir, pero la Autoridad Palestina no pudo detener las reacciones de los radicales islámicos como Hamas y las buenas intenciones del Partido Laborista israelí contuvo los reclamos de los judíos sionistas (judíos en su mayoría laicos que promueven el nacionalismo israelí). Este acuerdo les valió el premio Nobel de la paz a ambos líderes. Pocos años más tarde en 1996 Rabin fue asesinado y no por un radical islámico, sino por un judío sionista que no soportó que se hiciera un intento de paz entre palestinos e israelíes.

 

Desde entonces la concepción de que un judío no asesina a un judío dejó de existir en el mundo y la guerra pasó a ser un problema en todos los estratos y en todas sus formas. En fin, un problema que incluso se libra en hogares, pues para muchos judíos decir que se solidarizan con Palestina puede ser una sentencia de muerte o de guerra con sus familiares, así como le sucede a muchos Palestinos si afirman que Hamas debe dejar de dinamitarse en el transporte público de Tel Aviv y que los judíos tienen derecho a existir.

 

Me contrista pensar en el sufrimiento de los inocentes de ambos lados que día a día temen morir a manos de un radical. Me solidarizo con ellos en la búsqueda de la paz, una verdadera paz en que los seres humanos seamos capaces de respetarnos sin buscar el exterminio y la marginación de algunos grupos. Mientras no exista la buena voluntad entre los pueblos y la misericordia no habrá futuro ni para Israel, ni para Palestina, y mucho menos para el mundo. Por eso esperamos el día en que ambas naciones se digan: Shalom y Salam.

 

 

Mtro. Mauricio Vallejo Márquez

Licenciado en Ciencias Jurídicas

Maestro en Docencia Universitaria

Escritor y editor

Coordinador Suplemento Cultural 3000

 

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Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024