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Si ya no quiere vivir en el caos…

Nelson López*

Lo primero que tiene que hacer es dejar de leer caos y más caos. Lo más triste de todo es que usted lo lee a diario hasta la saciedad y no solamente una vez, nurse sino que varias veces. ¡Con hambre! Todos los muertos y muertos que ocurren de día y de noche, ailment falsos y verdaderos, de disparos y de infartos, en los buses viejos desbarrancados y de arrollados; total que usted se desayuna con suculentos manjares de desde la página uno hasta la que usted aguante, sin necesidad de darse agua, porque hasta ahí llega el caos, o no hay agua o cayó mucha. Pero además, también se lee todas las masacres de aquí y de allá, y si son de aquí usted comienza a sentir el terror de incorporarse a la lista o de los muertos o de los que matan, pero, un mal inicio es cuando usted dice -ojalá que se mueran todos- llegó lo más terrible. ¡Tocó fondo!, porque cayó en el proceso de la muerte inspirativa de leer tanto de muertos, aunque ni a usted ni a su familia ni a sus compañeros de trabajo ni a sus vecinos, les haya ocurrido nada. Aunque usted ande para arriba y para abajo, y con su familia, y con sus amigos, y ni a usted ni a nadie le suceda nada. Pero usted se intoxicó de lectura tenebrosa y solo ve la muerte con esa enorme y filosa guadaña que relumbra en cada página roja o amarilla que usted devora, con ansias de más sangre, derramada y por derramar. De pronto usted leyó que la solución está en tener un arma con la cajita de tiros, y se compró una del calibre que le alcance para la cuota, y hoy si, ya puede seguir metiéndose el caos entre ceja y ceja, porque ya se puede defender, y a la primera que ve con malos ojos y más fácil de meterle un par de plomazos es a la suegra, ya que ella solo ataca con la lengua y el galillo, bueno… quizás no piense en ella, pero podría ser cualquier otro que esté desarmado. Después de tantos muertos pasa a la lectura de los frijoles caros. Ahí si lo jodieron bien, porque usted ni compra frijoles, porque ese salario mínimo que mantiene la empresa privada, le alcanza para los triple, cuádruple y quíntuple saldos, que definitivamente ¡son las mejores ofertas! para hablarle a medio mundo, en su casa, en el carro, en el avión, y por todo el mundo, pero… ¡que barbaridad!, usted lee tanto lo de los frijoles caros que le comienza un hambre terrible y se acordó de aquellos tiempos de los frijolitos salcochados con ajos en la olla de barro que cocinaba la abuela en la cocina de carbón y sale corriendo a comprarse una bolsita de frijoles molidos para meterlos al microondas, pero resolvió su caos con la pistola y la bolsa de frijoles, pero como sigue leyendo se da cuenta que llegó la sequía y comienza a leer desde el primer día la tragedia del cambio climático, pero sin leer las causas porque de eso no escriben, sino que usted solo lee que son millones y millones de dólares en pérdidas de las cosechas y que son más millones que los que se robó Paquito (que es más listo que el Chapo porque no necesita túnel) pero que son menos millones que los que robaron los absueltos por prescripción judicial con la venta de la geotérmica. ¡Total!, como de eso no lee nada le atormentan los muertos, las cosechas; porque de eso tenemos lectura diaria, que viene combinada con las marchas del agua y de los veteranos. Deje de leer tragedias y caos, y pare de sufrir.

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