Por Ana Fernández/Joseph Sotinel
Santiago/Londres/AFP
La huelga en la mina Escondida, la mayor productora de cobre del mundo ubicada en el norte de Chile, cumple este jueves dos semanas, sin vislumbrarse un pronto final tras el fracaso del último encuentro entre trabajadores y representantes de la empresa angloaustraliana BHP Billiton.
Los 2.500 trabajadores de la mina situada en el desierto de Atacama, unos 170 km al sureste de Antofagasta, siguen firmes en sus reivindicaciones.
«Tenemos claro que si (la empresa) se va a comunicar con nosotros tiene que venir con una oferta concreta», dice a la AFP Carlos Allendes, portavoz del sindicato de Escondida, tras el fracaso de la reunión del lunes -la primera desde el inicio de la huelga- bajo los auspicios del gobierno chileno.
Los trabajadores reivindican un bono de 25 millones de pesos (unos 39.000 dólares) de compensación, un aumento salarial del 7% y que se mantengan los beneficios del actual convenio colectivo que expiró a finales de enero.
«Lo más importante son las mensualidades», dice Allendes, quien recuerda que los salarios de los trabajadores dependen sobre todo de los bonos por productividad -que pueden oscilar entre los 150 y los 600 dólares mensuales-, educación, salud o transporte.
BHP Billiton, accionista mayoritaria de Escondida y que acaba de anunciar unos beneficios en el mundo de 3.200 millones de dólares en el segundo semestre de 2016, ha reiterado su disposición al diálogo aunque se prepara para un conflicto largo.
Ha vuelto a suspender por otras dos semanas la producción de esta mina que produce casi 1 millón de toleladas de metal rojo al año, el 5% del total de la oferta mundial.
Fin de la burbuja
«Hay que ponerse en la cabeza del trabajador: la ganancia que tiene la minera es amplia y el propietario es un extranjero que se lleva las ganancias afuera y aquí quiere encima bajar los sueldos», dice a la AFP Darío Véjar, de la firma Applus, especializada en certificación medioambiental, calidad, salud y seguridad en minería.
Los trabajadores «saben que están produciendo lo mismo y se mantienen radicales en su posición», sostiene.
El sector minero en Chile, principal productor de metal rojo del mundo, ha sufrido en los dos últimos años una profunda reestructuración tras la caída de los precios, lastrados por la desaceleración de China, principal consumidor mundial de cobre.
Con la estatal Codelco en cabeza, la minería chilena -responsable de más del 9% del PIB del país- despidió a más de 20.000 trabajadores en los dos últimos años, redujo la remuneración en torno al 20%, y ha eliminado múltiples privilegios que disfrutaban los trabajadores -como tener el transporte pagado para llegar a sus lugares de trabajo desde cualquier parte del país.
«Los mineros han seguido viviendo en la burbuja que conoció el cobre en 2011», cuando una libra de metal rojo valía 4,5 dólares, frente a los 2,7 dólares de ahora, dice Véjar.
Alza de precios
La huelga en Escondida se suma a la paralización de Grasberg en Indonesia, la segunda mayor mina de cobre del mundo, privando al mercado entre 8 y 10% de la oferta total y contribuyendo a un alza de los precios del cobre en el mercado internacional a niveles que no se veían desde abril de 2015.
Los analistas no descartan que la libra de cobre llegue a los 3 dólares por los efectos del suministro de cobre a medio plazo.
«Aunque ambos casos son temporales, azuzan el mercado y contribuyen a la subida de los precios, al menos por un tiempo», dice John Mothersole, director de investigación del centro IHS Pricing and Purchasing.
A ello se suman los anuncios de China y Estados Unidos de incrementar la inversión en infraestructuras.
Solo este año, China invertirá más de 110.000 millones de dólares en la ampliación de su red ferroviaria, con 35 proyectos en este sector. Fuera de China, los bajos intereses están empujando al alza los precios de la vivienda, catapultando un boom de la construcción.