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Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino
Oscar Antonio Romero Martínez y Adelio Díaz Chicas de 55 y 41 años de edad, respectivamente, sobrevivientes de la Masacre de El Mozote y Cerro Pando, rindieron sus testimonios ante el Juez Segundo de Primera Instancia en San Francisco Gotera, Morazán.
Estos testimonios se dan en vísperas del aniversario de la Masacre de El Mozote y lugares aledaños como Cerro Pando, Jocote Amarillo, Los Toriles, Ranchería y otros caseríos, ocurrida el 10 de diciembre de 1981, por efectivos de diversas unidades militares, entre ellos el Batallón Atlacatl.
Ambos testigos, marcados por el horror de la incursión militar en la zona, esperan la tan ansiada justicia que les ha sido negada desde hace más de tres décadas.
Romero Martínez tenía 18 años cuando fue obligado por soldados a ser guía en la ruta al caserío El Mozote. Él, junto a su familia vivía en el caserío Cumaro, Morazán.
“Me dieron un machete para cortar y abrir brecha en el monte y llegamos al cerro Las Pilas, arriba del río Sapo, era el 9 de diciembre, a las siete de la mañana. Encontramos a Moisés Claros, estaba muerto y su pie cortado frente a él, lo habían balaceado, tenía 65 años y adentro de su casa estaba toda su familia muerta. Daba miedo ver eso”, narró.
Uno de los puntos más importantes que estableció el testigo fue la descripción del momento en que los pobladores de El Mozote ya estaban divididos por mujeres, hombres y niños. Que estaban atados y vendados y algunos ya asesinados, por militares que participaron en el dispositivo.
“Estaban ahí reunidos (soldados) y uno le dijo al otro. Están esperando la orden del Estado Mayor para decidir qué vamos hacer. Luego de unas horas que me dejaron ir, cuando volví a ver el humo negro se miraba. Mi familia y yo salimos hacia Cumaro”, relató.
“Quiero justicia por el daño que han hecho”, dijo Sánchez Chicas, segundo testigo de la jornada y sobreviviente de Cerro Pando y aunque no recuerda la fecha exacta de la masacre, fue enfático en señalar como autores de la muerte de su familia al Batallón Atlacatl.
“Tenía seis años y estaba jugando con mi hermano cuando entró un soldado y entró disparando adentro de la casa, era la una y treinta de la tarde, recuerdo que me hirió el brazo y me corrí a una división de la casa y me metí dentro de una hornilla de la cocina. Ahí vi cómo le dispararon a mi mamá Saturnina Díaz, que estaba dando de mamar a una niña de 40 días de nacida. Ella cayó y luego, vi como la niña cayó al suelo y ahí murió con ella”.
Luego los soldados mataron a su hermana y su hermano. Le pusieron fuego a la casa y cuando comenzó a sentir el calor salió corriendo y una señora se lo llevó a un albergue, donde encontró a su abuelo que lo llevó al hospital para que lo curaran.
Los acusadores particulares Wilfredo Medrano de Tutela Legal “María Julia Hernández” y David Morales de Cristosal, coincidieron, junto a los fiscales del caso, que los testimonios apuntan a la responsabilidad del Estado Mayor de la Fuerza Armada en estos crímenes de lesa humanidad.
