*Ana Gloria Carranza
*Carmen Eugenia Pinto
En estos días donde se debate la aprobación del alza al salario mínimo, doctor felicitamos al partido FMLN por la continuidad de su razón social así como al Presidente Salvador Sánchez Cerén y su gobierno por su apoyo a esta propuesta.
Se realiza en un momento favorable para la economía del país, como resultado de la efectividad de los planes de desarrollo del presente gobierno. Por ejemplo, se ha logrado una alza en el porcentaje de las exportaciones, una disminución de las tarifas eléctricas, una disminución en los precios de los hidrocarburos y en la telefonía, entre otros. Se propone un salario mínimo para la ciudad de $300.oo y para el área rural de $250.oo. Aún cuando esta propuesta está por debajo del costo de vida, que según estudios realizados es de $407.oo para el área urbana y $292.oo en el área rural, ha encontrado resistencia en algunos sectores.
“Es inhumano abusar de los hombres, como si fueran cosas, para sacar provecho de ellos”, sostiene la encíclica Rerum Novarum. Y este concepto se mantiene. Ahora, en el 2016, ciento veinte y cinco años después, las luchas aún continúan. Confirmando lo anterior, el Papa Francisco en su reciente visita a México, nos recuerda y sostiene: “No podemos obtener la riqueza adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos solo para mí”. “No podemos obtener el pan a base del sudor del otro o de su propia vida, porque es un pan con sabor a dolor, a amargura”.
La solución propuesta en la encíclica Rerum Novarum, llamada Carta Magna del Trabajo, tuvo una gran influencia ya que involucraba al Estado, la Iglesia, el trabajador y el empresario para que trabajaran juntos porque son eslabones que no pueden separarse.
¿Porqué la resistencia de sectores al alza del salario mínimo?
No pueden ser razones económicas. Citando los datos del Reporte de Ultra Riqueza 2014, de Wealth-X, Oxfam, indica que en El Salvador hay 160 ultra ricos, es decir, personas cuyo patrimonio neto es igual o superior a los $30 millones de dólares. O sea, que El Salvador produce riqueza.
No puede ser la deficiente mano de obra salvadoreña. Ya que es reconocida por su competencia en los mercados internacionales. Prueba de ello son los millones de dólares que nuestro país recibe cada mes de nuestros hermanos lejanos.
¿Será entonces que esos sectores que se oponen se creen insolentemente superiores?
¿Será que algunos de nosotros no hemos superado el “pensamiento criollo” ?
¿Será que la relación empleado/patrono no ha sido debidamente supervisada y cuidadosamente legislada?
Cualquiera sean las razones, debemos luchar para anteponer la justicia al lucro. Vencer las prácticas de buscar ganancias en la pobreza ajena.
Toda la ciudadanía debemos apoyar este proyecto que dignifica la vida del trabajador y su familia.
El arma más adecuada para combatir la inseguridad es un salario digno. Cuando lo logremos estaremos listos para continuar con la esperanza del Buen Vivir.
*Amigas CAPI