Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
La figura del “enemigo interno” es fundamental dentro de la doctrina del OAS, enseñada por los paracaidistas franceses a los gobiernos militares resultantes del golpismo promovido por EEUU a lo largo de todo el subcontinente latinoamericano, allá por la década de los 70’s, luego del asalto a la Moneda y el consecuente magnicidio del presidente Allende.
De acuerdo a esta el control de la disidencia social se ejecuta expeditamente, vejando de manera pública, aplicándose en la persecución, el hostigamiento y por supuesto, la represión, la tortura, y consecuentemente, la desaparición física de los disidentes.
En tal escenario el objetivo último es la intimidación mediante el terror, de la población.
Ahora bien, si tales condiciones son inexistentes de hecho en nuestro país, ciertamente el discurso intolerante, provocador, excluyente, misógino y confrontativo desde el ejecutivo sí existe, con la intencionalidad perversa de generar condiciones de antagonismo entre sus seguidores y el resto.
Ya vimos las consecuencias de tal clima en el proceso electoral anterior, con el asesinato de dos miembros de la oposición por parte de elementos de la seguridad del ministro de salud, hecho que aún no se ha aclarado de forma debida, y que es cruda evidencia de los efectos en los que puede degenerar un clima social deliberadamente crispado desde el ejecutivo.
Entonces, el malhadado enemigo interno, que en el marco de los conflictos de baja intensidad de los 70’s y 80’s se agotó, es retomado ahora por el ejecutivo salvadoreño, para hostigar y desacreditar a la resistencia, provocando un clima de temor entre la creciente oposición.
Ha, empero, la administración olvidado las lecciones que aquella época nos ha legado, que entre otras promoverá eventualmente la repulsa social de cara a los atropellos cometidos por el GOES, que van desde la cultura mitómana ya arraigada y que identifica a la gestión, hasta la vedada represión y persecución de opositores a los que silencia dentro del sistema carcelario.
Tal hecho ya alimenta a una también creciente población de exiliados, quienes en buen número se organizan multiplicando sus acciones para poner en evidencia a la administración, que tampoco se ayuda desde que decidió el autogolpe, disolviendo el aparato de justicia y cooptando virtualmente la totalidad del estado, igual que sus predecesores, pero en un porcentaje sin paralelo en la actualidad.
Evidencia cruda de ello es lo que ahora mismo sucede con el sistema educativo, donde para imponer a sus cuadros en las diferentes escueles del país, no ha dudado el gobierno a través del MINED, violentar tanto la legalidad como el sistema de nombramientos para educadores, alcanzando nuevas cotas de politización en este, que ahora tendrá que padecer tales males que se suman a los que históricamente arrostra.
Entonces el uso de esta figura no solo tiene la intencionalidad de evadir mediante la distracción, resolver los males que inquietan a los salvadoreños, que son también históricos, pero además también provocar mayores niveles de conflictividad social, que provoca y explota políticamente, sin consideración alguna de los costes que de ello se derivaran.