Madeleine Sautié
Un sonado intercambio acaecido en el entorno ciberespacial, de esos que dejan ver con absoluta claridad la postura de sus participantes frente a la insolencia brutal del Gobierno de Estados Unidos contra Venezuela, ha tenido lugar por estos días.
Sus interlocutores, el cantautor Silvio Rodríguez y el cantante panameño Rubén Blades –quienes hace cinco años sostuvieron una polémica en torno a un artículo del escritor Guillermo Rodríguez Rivera, publicado en el blog de Silvio, Segunda cita, y atribuido erróneamente al trovador–, vuelven a debatir a razón de cierta inconformidad expresada por Blades, en su página web oficial.
«Por allí anda rodando una bola que nuevamente atribuyen, de manera falsa, como supuesta declaración tuya, en la que criticas mis opiniones en torno al Sr. Maduro y la situación que se vive en Venezuela», dice el panameño.
Silvio, asegurando que «no te respondo en tu página porque no encontré cómo», escribió en Segunda Cita: «Es obvio que no pensamos igual sobre lo que está pasando Venezuela».
«Tú piensas que ese país hermano tiene dos presidentes, yo solo veo a uno: a Nicolás Maduro», declaró. «El otro es un presidente autoproclamado y en gran medida sostenido desde afuera, una maniobra de presión para desacreditar al gobierno que más elecciones ha hecho en Nuestra América; también para conseguir que los militares incumplan su compromiso patriótico y cedan al clarísimo chantaje que les han hecho repetidamente varios congresistas norteamericanos y, hace solo unas horas, el mismísimo Presidente de Estados Unidos».
Sobre la Patria de Bolívar, le explicó: «(…) es un país que ha venido sufriendo una progresiva asfixia económica, como Cuba, pero carga con la suerte-desgracia de tener una de las reservas petrolíferas más grandes del mundo; por esa razón los que acabaron con Irak, Libia y Siria van ahora por ella», y entre las razones que «para colmo» pesan contra Venezuela está que «los venezolanos se han atrevido a hacer tratos comerciales con China y con Rusia, cosa que evidentemente pone muy nervioso al tiburón».
Asegurando ser crítico con la realidad de la Isla, a fuerza de conocerla, dijo cuidarse «de opinar sobre lo ajeno, más cuando los círculos de poder despliegan tanta propaganda y hay tantos intereses confundiendo.
Es obvio que Venezuela está dividida –afirmó–, pero creo que son los venezolanos quienes deben conversar sus diferencias y resolverlas, sin ningún tipo de presión».
Consciente de que «las presiones indignan, y en vez de conducir a la solución de los problemas, avivan las tensiones», Silvio lo alertó de que «no es solo la paz de Venezuela lo que está en peligro», y lamentó que «algunos no se den cuenta del incendio terrible que está en juego».
Para concluir, y deseándole al popular salsero «muy buena suerte en todo», dijo, en obvia alusión a los pueblos asediados por el imperio: «Que vivan siempre las sardinas».