Juan Carlos Salazar/dpa
Músico, pharm poeta y fotógrafo. No le basta con cantarle a su gente, doctor sino que, además, la retrata cámara en mano y, en su recorrido por los barrios habaneros, viste de poesía a cada una de las vecindades donde recala para ofrecer sus conciertos.
Para él es algo “asombroso, misterioso, casi un milagro”, que los niños sepan sus canciones y hagan coro con los jóvenes y ancianos en los conciertos. Lo dice con el dejo de humildad que lo caracteriza, aunque todo el mundo sabe que “Ojalá” y “El unicornio azul” son verdaderos himnos para los cubanos de todas las edades.
Silvio Rodríguez, músico, poeta y fotógrafo, fundador de la Nueva Trova cubana, inició en septiembre pasado una gira que todavía no tiene fin y que lo ha llevado a los barrios más recónditos de La Habana, en lo que él mismo describe como la continuación del proyecto que lo llevó primero al campo y después a las cárceles cubanas.
Su idea, según lo explicó en un reciente encuentro televisivo con su colega cantautor Amaury Pérez, es llevar la cultura a la gente, no importa donde se encuentre. Silvio Rodríguez suele ir acompañado de otros artistas y, además de música, lleva libros para las bibliotecas locales y apoyo a los reclamos de los lugareños.
“La gente canta nuestras canciones, agradecen nuestra presencia”, dice. Y explica: Las entradas para un concierto suelen costar unos 20 pesos cubanos; una familia, con cuatro o cinco miembros, gastaría entre 80 y 100 pesos, que representan la tercera o cuarta parte del salario de cubano: “Es una cosa que tiene que ver con nuestra realidad, con la realidad de nuestro país”.
Silvio Rodríguez, a punto de cumplir los 65 años, el 29 de noviembre próximo, se siente joven. “No me he olvidado del joven que fui”, le dijo a Amaury Pérez. Se siente joven y mantiene una intensa actividad.
Entre concierto y concierto y sus visitas a los barrios, se da tiempo para viajar y hacer presentaciones en el exterior, como su reciente viaje a Berlín, pero no habla de sus planes futuros y mucho menos de sus proyectos discográficos tras el lanzamiento del álbum “Segunda cita” hace casi un año.
Nadie conoce de antemano el programa de sus conciertos en los barrios habaneros, no porque quiera rodearlo de misterio, sino, más bien, según explican sus allegados, porque quiere garantizar a los vecinos la “exclusividad” del espectáculo. “De lo contrario tendríamos que soportar una avalancha de fans y turistas desde todos los puntos de la ciudad”, dice uno de sus colaboradores.
Pero todo el mundo puede seguir el periplo del trovador a través de su blog “Segunda cita”, en el que describe los barrios que visita. Lo hace en textos breves, con pinceladas poéticas e ilustrados con sus propias fotografías.
Descubre que en el centro de “La isla del polvo”, una comunidad de Marianao, “se levanta un árbol frondoso que sólo puede ser podado por la naturaleza”, y que “el pueblo de Santa María del Rosario estuvo espléndido, podría decirse que encendido”, o que “la temperatura, la climática y la espiritual, en El Romerillo fue alta”.
También recoge y hace suyas las quejas de los pobladores: “Los vecinos de Lugardita -lamenta- tenían un tanque de agua que suministraba el necesario líquido a todo el barrio, pero un ciclón se lo llevó. Después pusieron otro tanque, pero se vino abajo. Por eso desde hace meses el vecindario está sin agua”.
Pero, en todos los casos, se entusiasma con el coro de vecinos, las canciones y “la belleza, la memoria, las historias compartidas”. Todo ello, escribe, “colocado, visto, vivido, bajo el signo de la autenticidad y de la complejidad, que derriba prejuicios y encartonamientos y une, desde la sencillez”.
“Creo que hay que llevar la Cultura (a la gente). Yo lo hago y la gente va, y la gente canta las canciones”, dijo a Amaury Pérez. Y que lo hace por Cuba: “Es un problema de responsabilidad. Es un problema de sentirse parte de algo, ¿no?”.
Su vocación fotográfica ha encontrado cauce en su militancia política. Tony Guerrero, uno de los cinco “héroes” cubanos presos en Estados Unidos desde 1998 por monitorear supuestas redes terroristas que operan en Miami contra la isla, conocido también por su talento artístico, quiere pintar los barrios habaneros a partir de las fotos del cantautor. Silvio dejó en manos de los lectores de su blog la elección de las fotos. “Tengo mi espiritualidad. Es imposible vivir sin eso”, dice al explicar las razones de su militancia política. “Y parte de esa espiritualidad se debe a este lugar hermoso en el que me tocó nacer, que pudo haber sido otro, pero es este, con una historia hermosa, de mujeres, de hombres maravillosos, y que lo hacen a uno sentirse, no sé, orgulloso”.