Página de inicio » Opiniones » Simplemente fascismo…

Simplemente fascismo…

Julia Evelyn Martínez

El fascismo debe nombrarse como lo que es, un régimen de gobierno personal, autoritario y totalitario que se basa en tres pilares fundamentales: 1) La figura de un líder supremo y amado que se autoproclama como la encarnación de la voluntad popular; 2) La concentración de todos los poderes del Estado en el líder supremo para permitir que este pueda conducir al pueblo al progreso y al bienestar sin interferencias ni obstáculos; y 3) La represión sistemática de cualquier forma de oposición, disidencia o pensamiento crítico mediante mecanismos estatales (ejército, policía)  y paraestatales (milicias populares, grupos de choque, entre otros).

El fascismo surge en ciertos contextos sociales, económicos y políticos. Aparece en sociedades que han perdido la confianza en la democracia, en los partidos políticos tradicionales y en las instituciones; en sociedades marcadas por la desigualdad, la inseguridad y el miedo, y sobre todo, en sociedades que han descuidado la educación ciudadana y han permitido que el adoctrinamiento religioso o político sustituya a la formación de conciencia crítica.

Los casos más famosos de gobiernos fascistas surgieron en Europa en el siglo XX durante el período comprendido entre el fin de la primera guerra mundial y la segunda guerra mundial, y las figuras más emblemáticas (más no las únicas) fueron Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Curiosamente ambos personajes emergieron de las filas de la izquierda italiana y alemana respectivamente, de donde fueron expulsados cuando se les consideró fuera de orden e indisciplinados.

El problema con el fascismo es que encuba en las sociedades como el huevo de una serpiente. No se le presta mayor atención, hasta que ya es demasiado tarde y repta sin control por sus propios medios.

En sus primeras etapas, el fascismo se presenta como un futuro distópico e improbable, en la medida que va de la mano de personajes histriónicos e histéricos a los que inicialmente nadie tomaba en serio y/o que fueron subestimados por quienes tenían en ese momento la capacidad analítica y política de detener su ascenso al poder. Por ejemplo, Benito Mussolini dijo después de conocer a Adolf Hitler que le pareció un personaje triste y patético, sin imaginarse que años después este mediocre personaje terminaría por superarlo e invadir Italia.

Es tal la habilidad del fascismo de camuflajearse y de disfrazarse de renovación, reforma y/o revolución que a quienes se atreven a sugerir la posibilidad de que está gestándose en la sociedad, se les acusa inmediatamente de paranoia, psicosis o exageración. Eso explica porque muchas mentes brillantes no pueden identificarlo en sus primeras fases y/o aunque lo identifiquen prefieren guardarse para sí sus sospechas para no ser atacados ni ridiculizados por sus colegas y/o contrincantes ideológicos o políticos.

El siglo XXI ha iniciado con un reverdecimiento de los viejos fascismos del siglo XX adaptados a las nuevas tecnologías de la comunicación y de la propaganda, tales como redes digitales, el lenguaje y la iconografía de la generación milenials (Star Wars, Juego de Tronos) y sobre todo por las tele religiones. Poco a poco estos dispositivos ideológicos alimentan el fervor y la adoración hacia los aprendices de líderes supremos y obstruyen a su alrededor un muro de contención contra toda crítica o cuestionamiento. El mensaje que al unísono que se repite en los mass media y en las sectas de creyentes del fascismo es el siguiente: ¡Todos nos equivocamos, menos nuestro amado líder!

La incubación del fascismo en nuestro país comenzó hace varios años, pero aún es tiempo de detenerlo y debe ser detenido. El primer paso es dejar de usar parónimos para referirse a él (populismo, demagogia, inmadurez, enfermedad mental) y comenzar a nombrarlo por su nombre, simple y llanamente, se llama fascismo. El siguiente paso es hacer un esfuerzo por aprender las lecciones de la historia y reconocer a nuestros pares en la lucha común contra del fascismo, para comenzar a articularnos y formar un frente amplio popular antifascista para el 2021.

Ver también

El turno de la Iglesia Católica

Por Leonel Herrera* La Iglesia Católica se ha pronunciado tres veces contra la derogación de …