SIN AGUA NO HAY VIDA
POR: MAURICIO VALLEJO MÁRQUEZ
En 2003 me extravié en Quelepa, San Miguel. Pase horas caminando sin agua y solo. La sed me estaba matando y me imaginé perdido en un desierto. Fue la primera vez que sentí la imperante necesidad del agua. En esa ocasión logré encontrar a mi compañero y bebimos un poco que extrajimos de un pozo, gracias a un mohoso balde que nos sirvio de vaso. En los últimos meses hemos visto que algunos empresarios desean administrar el agua, que un partido político aboga por una ley que ayude a lograr ese objetivo y a muchas personas en contra de todo esto. Un tema que pone en sobresalto a muchos: la defensa del derecho al agua.
Ese tema apocalíptico lo pensé irreal, pero al ver que cada vez existe mayor impermeabilización de nuestra tierra, que no hay un correcto ciclo hídrico, que las calles se inundan en tiempos lluviosos y que el agua parece ser algo muy rentable, me doy cuenta que la posibilidad de guerras por el agua puede suceder.
Cuando era pequeño escuché que vender el agua era pecado. Pero, mientras crecí me di cuenta que se comercializó el agua potable, primero era una empresa que vendía garrafas de cristal. Hoy son innumerables, existen marcas nacionales y foráneas. Y obviamente las empresas de bebidas carbonatadas o que utilizan grandes cantidades de agua le saldría rentable y muy útil administrar el servicio, que afirman sería muy bueno. Sobre todo, porque el Estado no las trata ni las aprovecha y mucho menos la distribuye equitativamente para toda la población. Exponen que a nuestro país le fue de maravilla cuando el INPEP le dio paso a las AFP, o cuando ANTEL les dejó el servicio a las empresas telefónicas. Claro, excusas existen. Podríamos decir que tenemos demasiada violencia y que el Estado no la controla ni la administra correctamente. Pero, eso no quiere decir que se deba concesionar el Ministerio de Justicia. De igual forma el agua, que si se permite sería el preámbulo para después concesionar el aire (lo cual aunque parezca extremo, puede llegar a pasar).
Es cierto que el Gobierno debe poner más atención en la forma que trabaja ANDA, pero también los ciudadanos. Muchos la desperdician sin ninguna consideración, y eso no debe seguir así porque el agua es de todos.
El artículo I.1 de la Observación General número 15 del Comité de derechos económicos, sociales y culturales afirma: «El derecho humano al agua es indispensable para una vida humana digna». ¿Tenemos esa vida digna? En fin, pero lo importante del asunto es que el agua es indispensable.
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