Por Céline Serrat
Bonn/AFP
Seis meses después de la conmoción que supuso la elección en Estados Unidos de un presidente escéptico sobre el cambio climático, los firmantes del histórico acuerdo de París para limitar el calentamiento del planeta iniciaron el lunes reuniones en Bonn para empezar a aplicarlo.
«Este acuerdo internacional es la única esperanza de supervivencia para los pequeños estados insulares» declaró Thoriq Ibrahim, ministro de Medioambiente de Maldivas, en un comunicado publicado la víspera de la reunión en Bonn.
Su declaración refleja la gran preocupación de los países más vulnerable al cambio climático, reforzada por la llegada al poder en Donald Trump y su decisión de no luchar contra el calentamiento del planeta.
Los países costeros y las pequeñas islas en general, sin vías de escape, están particularmente expuestos a la elevación del nivel del mar provocada por el cambio climático (dilatación de las aguas, deshielo de los casquetes polares y en los glaciares de montaña).
El acuerdo de París comprometió a la comunidad internacional a actuar para limitar el alza de la temperatura «por debajo de +2°C» y «si es posible por debajo de +1,5°C» respecto a la era industrial, Los compromisos actuales son insuficientes y conducen a un alza de +3°C.
Este lunes, mientras se iniciaban las reuniones técnicas sobre las normas de aplicación del acuerdo, se multiplicaban en los corredores del centro de congreso internacional de Bonn las especulaciones sobre la salida o permanencia de Estados Unidos en el acuerdo.
«Hay el martes por la noche una reunión en la Casa Blanca sobre este tema, pero eso no quiere decir que vaya a haber un anuncio, que podría producirse antes o durante el G7» de fines de mayo, declaró en rueda de prensa Brandon Wu, de la ONG Christian Aid.
Paula Caballero, experta del World Resources Institute, considera que una «retirada de Estados Unidos crearía dificultades, sí, pero no sería algo insuperable ni cambiaría el rumbo de la Historia».
Una reducida delegación estadounidense está presente en Bonn, encabezada por Trigg Talley, ya a cargo de ella bajo la administración Obama, pero se ignora el alcance real de su mandato.
Una fuente del Departamento de Estado dijo a la AFP que Estados Unidos quiere «asegurarse que las decisiones no perjudicarán» a su política en favor de la competitividad de las empresas y de crecimiento económico.
China e India en primer plano
La Unión Europea y 196 países son miembros de la Convención Sobre el Clima de la ONU, tras la adhesión de los Territorios palestinos en 2015. Salvo Siria y Nicaragua, todos han suscrito el acuerdo de París, y 144 –que suman el 83% de las emisiones mundiales– ya lo ha ratificado,
Entre los grandes emisores de gases de efecto invernadero, solamente Rusia no ha ratificado el texto, pese a haberlo firmado en París. Rusia es el quinto mayor emisor, después de China, Estados Unidos, la Unión Europea e India.
Es poco probable que lo haga bajo la presidencia de Vladimir Putin, que en marzo declaró que es «imposible» impedir el calentamiento climático, vinculado según él a «ciclos globales en la Tierra»
Los gobiernos ruso y estadounidense quedan en segundo plano en la lucha climática, pero China e India han reafirmado sus compromisos, lo que les permite también reducir su contaminación y su factura petrolera.
«China está bajo gran presión a nivel doméstico para reducir la contaminación del aire producida por el carbón y carburantes fósiles, y tiene gran interés en ser líder en los mercados de las nuevas tecnologías», explica Alden Meyer, experto de la «Union of concerned scientists».
«Delhi también ve grandes ventajas en sus objetivos de desarrollo de energías renovables» para mejorar la calidad del aire y reducir las importaciones de crudo, añade.
«La transición hacia una economía de bajo carbono progresa en todas las partes del planeta» subraya Laurence Tubiana, directora general del European climate foundation y exnegociadora francesa, y cita como ejemplo el hecho de que India desee «100% de vehículos eléctricos en 2030».
En Bonn, los países tienen diez días para elaborar un «manual» sobre el acuerdo de París, que entró jurídicamente en vigor, y cuyas disposiciones, muy generales, deben ser precisadas antes de que termine 2018.
Las Fiyi presidirán en noviembre 2017 la COP23, que por razones de logística se celebra en Bonn, sede de la Convención sobre el Clima.