Orlando de Sola W.
Hay un vino chileno que me gusta mucho pero que, como todo vino, debe ser bebido con moderación, es decir con templanza. Frontera es la marca y simboliza lo alcanzable, no los límites de la condición humana, que como sabemos tiene tres dimensiones, o campos de existencia, que son el material, el cognitivo y el sentimental, o emocional.
Las fronteras también son límites del estado nacional, que como los humanos tiene sus elementos materiales en el territorio, cognitivos en la comprensión de quienes lo dirigen, y sentimentales en los símbolos y señales que marcan a sus habitantes.
Los estados son prolongaciones del individuo, la familia, el clan, la tribu y la nación; aunque, como se sabe, esta puede ser una mezcla de diversos grupos étnicos, raciales, lingüísticos y religiosos. Esa mezcla es mucho mas pronunciada en los imperios, donde variados seres humanos se conjugan en una sola dirección. Pero las fronteras existen entre lo posible y lo imposible, lo veraz y lo falaz, lo beneficioso y lo perjudicial, por lo que debemos tomarlas muy en cuenta al elaborar nuestros particulares planes de vida.
La frontera entre México y Estados Unidos, por ejemplo, es un límite para los que quieren comerciar y vivir en Estados Unidos, pero también limita los deseos de los que quieren emigrar hacia el sur.
Las fronteras tienen propósitos nacionales, regionales, comerciales, judiciales, migratorios y sanitarios, además de militares. Son administradas por estados y gobiernos que las defienden desde adentro, como las murallas de un castillo, o de una ciudad medieval. Pero el mundo ha cambiado y debemos ajustarnos a la globalización, que no significa la hegemonía de lo malo, sino la mundialización de las buenas costumbres, hábitos y actitudes.
Cuando surgió el mercado común centroamericano, por ejemplo, se habló de proteger las industrias infantes, o emergentes, que necesitaban acumular fuerza para sostenerse por si solas, sin protección arancelaria, durante un periodo prudencial. Con el tiempo nos dimos cuenta que las desventajas de las barreras externas no fueron compensadas por los beneficios de la apertura interna, que no tomaba en cuenta las ventajas comparativas, o naturales de los centroamericanos, es decir, para lo que somos mejor que otros. Esto se ha vuelto evidente con la gran emigración hacia el norte, en que la ventaja centroamericana y su esfuerzo es mas apreciada que acá.
Las fronteras, como los mal llamados tratados de libre comercio, son convenciones que dependen de la voluntad de los que dirigen naciones. Pero también son ficciones contra natura, en el sentido que todos los humanos tenemos una propensión, o tendencia natural al trueque, o intercambio; es decir, al comercio.
La guerra no es un buen sustituto al comercio. Y el proteccionismo que tiende a la autarquía, o autosuficiencia, tampoco lo es. Las fronteras, como la piel humana, tienen gran importancia en la protección contra amenazas externas, pero es allí donde se ubica el sentido del tacto, que después de la vista y el oído es el tercero en importancia, porque nos permite sentir temperaturas y dolores, en prevención de posibles lesiones.
También es posible con el tacto sentir lo agradable, lo deseable, por lo que podemos relacionarnos con otros seres humanos y con otras naciones, también compuestas por humanos que desean intercambiar bienes y servicios, no maleficios.
El aislacionismo es una reacción que se basa en el temor al otro, pero puede ser superado por el amor, ya que la autosuficiencia es imposible. Por eso somos gregarios, no solitarios.
La autosuficiencia de las naciones, igual que las personas, no es mejor que el intercambio, Y la autarquía, que es una exageración de la autosuficiencia, resulta un imposible. Hasta las naciones mas poderosas necesitan comerciar con otras para beneficio de ambas. Por ello existen los tratados comerciales, que son pequeñísimas concesiones al reconocimiento de esa tendencia que todos tenemos al intercambio. Por su pequeñez, sin embargo, resultan ser una hipocresía.
Lo mejor sería un comercio mundial sin mas restricciones que las barreras naturales, que son los océanos, ríos y montañas, en su mayoría superadas con inteligencia. ¿Por qué, entones, seguir construyendo y fortaleciendo fronteras artificiales que se basan en el temor, la ira, la envidia, o la codicia?