Desde los años 90s del siglo pasado, los intelectuales de la derecha y todo su aparto ideológico, léase: universidades, iglesias, partidos políticos, tanques de pensamiento, entre otros, vendieron la idea de que con el derrumbe del bloque socialista, la ideología o las ideologías, también se habían derrumbado.
Entonces, no más ideologías decían. En El Salvador se puso de moda “no hablar de izquierdas ni de derecha”. Identificarse ideológicamente era como estar en el pasado retrógrada.
Y todos corrieron a darle sentido a esa frase engañosa, con lo cual ocultaban la ideología del “Bloque dominante”: la “sin ideologías”.
Y mientras en el pensamiento se inyectaba esa nueva visión de mundo sin ideologías, en el terreno económico, político y social se entronizaba el neoliberalismo, que fue vendido por el aparto ideológico de los neoliberales como la salida a los grande problemas del momento; pero para que eso ocurriera era necesario eliminar el papel del Estado en todo lo posible del terreno económico. Pronto se vendieron las empresas más fuertes estatales al sector privado, a precios muy debajo de su valor real, con lo que el Estado pronto se vio sin recurso generado por sus empresas, y comenzó la carrera del endeudamiento como principal fuente de financiamiento para la inversión pública.
Con el neoliberalismo y su ideología (“no a la ideología o sin ideologías”) obligaron al mundo hasta dejar de pensar.
La Ideología, conceptualizaba el filósofo y político marxista Antonio Gramsci, es la “concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en el arte, en el derecho, en la actividad económica, en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva”. “El problema de conservar la unidad ideológica –agrega– en todo el bloque social cimentado y unificado por aquella ideología precisamente” (En Relación entre ciencia-religión sentido común, Cuaderno XVIII).
Más adelante Gramci aclarará que la amalgama del bloque hegemónico, que se da en la superestructura, lo desarrolla principalmente la ideología.
Es decir, el tema ideológico no puede extinguirse así por así, como tampoco puede borrarse la historia eliminado placas, o eliminando páginas de un libro; sino a través de la imposición de una nueva ideología, de una nueva visión de mundo.
Por lo anterior, podemos afirmar que la promoción de la inexistencia de las ideologías no era más que intentar la eliminación de la ideología de izquierda, para conservar la ideología del bloque dominante: la ideología capitalista, la ideología de la derecha dominante.
Lamentablemente, hasta personeros de izquierda cayeron en la trampa, y también acuñaron la idea que en el nuevo momento que vivía El Salvador de post guerra civil, ya no era necesario hablar de ideologías. Que no era necesario identificarse si es de izquierda o derecha.
Es decir, abanderaron la ideología de los neoliberales, y se dejaron llevar por el remolino de las sin ideologías, con lo que fueron presas fáciles de los encantos del capitalismo.
El sistema educativo, en general, hizo lo suyo, por eso es que hicieron desaparecer hasta las carreras de historia, filosofía y sociología, y es que en la ideología neoliberal es prohibido pensar, otros piensan por nosotros. Antes era la televisión y otros medios de comunicación. Hoy son las redes sociales.
El neoliberalismo prohibió que la juventud pensara, que es más importante la inmediatez a los objetivos de largo plazo, que es más importante el “sálvese quien pueda”, a organizarse para pensar y actuar colectivamente.
Y, seguramente seguiremos recibiendo mensajes para intentar moldearnos en una sociedad supuestamente sin ideologías, para que nos cale y se cristalice hasta en nuestro subconsciente la ideología del bloque dominante. Entonces, “por razones de su misión y subordinación intelectual”, seguiremos enarbolando “una concepción del mundo no propia”, a decir de Gramsci.
El reto para quienes son de izquierda en cualquiera de sus niveles de aproximación, tiene como tarea no solo defender su punto de vista ideológico, sino sembrarla en la mente de los jóvenes para que descubran una nueva visión de mundo y adquieren su verdadera conciencia de clases.
Las ideologías no desaparecieron con la caída del muro de Berlín en 1989, mucho menos con la derrota electoral del FMLN en las elecciones pasadas.
La enseñanza de lo que sucedió el 3 de febrero pasado es que un proyecto de izquierda, al frente de una nación, no puede afincarse en cada uno de sus ciudadanos, si se abandona la visión de mundo, la ideología.