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Síndrome convulsivo post traumático electoral

Wilfredo MámolWilfredo Mármol

Síndrome Convulsivo Post Traumático Electoral, ampoule es el trastorno psiquiátrico que afecta a las personas que se resisten con violencia desacerbada, look luego de perder sus privilegios en procesos electorales que no logran amañar a su favor, sales empleando la mentira y el rumor de forma insoslayable, a través de orquestadas campañas sucias de los medios de comunicación y organizaciones  empresariales y uno que otro  desacreditado ex magistrado  aliado por recuperar algún saquito aun sin destinatario.

Uno de los síntomas más evidentes es tomarse calles y avenidas en pleno sol del mediodía, empleando crema protectoras del impacto solar con un mínimo factor 12,  a fin de evitar insolación dérmica; es evidente el llamado a la guerra como mecanismo no civilizado de hacer sentir sus intereses económico y empresariales; sin embargo, un  tiro al aire, son los primeros en subir en un avión de primera clase a sus hijos y parentela, dejando en el país a los que habitan champas equivocadamente llamada hogares, en representación y defensa de intereses ajenos a su condición social y económica, eso sí, en nombre de la patria.

Suelen ser peligrosos cuando actúan en grupo y no les es raro cobijarse en la oscuridad del alba, al estilo de los fatídicos escuadrones de la muerte; tienen como dios al fundador del hospital donde suelen pasar sus procesos de recuperación, tanto ambulatorios como internados; sin embargo,  a nivel individual suelen ser mansas como las palomas, incluso toman refrescos light en la soledad de su intimidad.

La ecolalia es una de las características más sobresaliente para diagnosticar este mal, suele escuchárseles de manera reiterada  “Ganamos, Ganamos, Ganamos, Ganamos…”  hasta no tener nada más que decir y provocar la risa de sus interlocutores y audiencia en general;  pierden las ideas de una conversación reflejada en la poca capacidad por mantener un discurso hilvanado, incluso aquellos que se han presentado académica y socialmente como personas ecuánimes, pierden la prudencia de manera desaforada y se asemejan a la actitud Hitleriana, nada más que en simulacro de bajo precio.

La toma de edificios indefensos es su obsesión,  suelen presentar terror nocturno cuando los delirios paranoicos de grandeza y persecución se vuelven reiterados; sin embargo, se tornan catatónicos cuando la UMO asoma el uniforme.

Sintomatología asociada suele ser la nostalgia,  ante la ausencia de antiguos privilegios, como plazas fantasmas en las instituciones públicas, que debe ser abordada de inmediato, caso contrario pueden desarrollar cuadros psicológicos de tristeza, depresión, incluso ideas o intentos suicidas, ya comúnmente conocidas en El Salvador en procesos electorales contemporáneos. Es más, hay casos de suicidios materializados, pero aún no han sido lo suficientemente investigados de manera científica, por lo que no puede ser considerado como integrante del Síntoma de manera categórica. Un elemento  asociado es la conducta reiterada a buscar culpables, por lo que puede desarrollarse señalamientos contra ex amigos, incluso familiares cercanos, aplicando excomulgaciones, expulsiones o la suspensión de derechos de pertenencia la familia, ya sean genuinos, inventados o disfrazados, mientras se pasa la tormenta o la descompensación de la conducta post traumática electoral.

La mentira y el engaño sistemático, y en su manera extrema  la rumorología, es el síntoma más contundente para empezar el tratamiento.

El nivel de impacto social de esta enfermedad psiquiátrica es bastante débil y pobre por la falta de argumentos convincentes, suele ser pasajero, manifestándose el episodio del Síndrome,  en la próxima pérdida electoral, es decir es posible nuevamente su aparición cada cinco años.

La farmacología aun no dispone de su cura, sólo es posible una alta dosis de conciencia ciudadana, caso contrario es como tirar sal al mar;  muchos casos han sufrido mejoras sustantivas debido a los programas sociales recibidos por sus hijos, que aun estudian en las escuelas públicas; por lo tanto son personas con conciencia social, nada más que  invertida.   Las personas que padecen este Síntoma, suelen ser ofensivos; no obstante un buen número de ellos son inofensivos. Por lo que se  recomienda tomar las medidas que salvaguarden la seguridad física y moral de aquellas personas que habitan geográficamente en lugares circunvecinos y que tienen profundos deseos de mejoría de la patria El Salvador, que no son más que los sueños cuando las personas de BIEN, están despiertas.

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