Por Sarah Benhaida
El Cairo/AFP
El exjefe del ejército egipcio Abdel Fatah al Sisi ganó las elecciones con un 96% de los votos, según los resultados provisionales, una victoria que legitima el poder del ejército en el país 11 meses después de la destitución del único presidente civil, el islamista Mohamed Mursi.
Su único adversario, el líder izquierdista Hamdeen Sabbahi, solo ha conseguido un 3,8% de los votos, según los resultados preliminares del jueves de casi la totalidad de los colegios electorales.
Tras el anuncio de la victoria, vaticinada por todos los expertos desde que el mariscal retirado Sisi derrocó a Mursi el 3 de julio de 2013, las calles del Cairo se llenaron de miles de partidarios del nuevo presidente, que se ha convertido en objeto de culto y admiración.
Se escuchaban claxones de vehículos, fuegos artificiales, bailes y cánticos que se han transmitido durante toda la noche en las televisiones públicas y privadas, promotoras unánimes de la «Sisi manía» desde hace 11 meses.
Esta victoria era más que esperada en un país en el que las voces disidentes han sido reprimidas y los opositores son juzgados y encarcelados.
Los partidarios del depuesto Mursi fueron las primeras víctimas de esta implacable represión lanzada por Sisi que ha dejado más de 1.400 muertos y cerca de 15.000 detenciones. Ahora el objetivo de las fuerzas del orden y de la justicia son los jóvenes progresistas.
Los observadores de la Unión Europea dijeron el jueves que las elecciones, que duraron tres días, «respetaron la ley», pero consideraron que «la ausencia de actores» de la oposición había «comprometido la participación libre en los comicios».
La ‘leyenda del salvador’
Tres años después de la revolución que derrocó a Hosni Mubarak, también militar, como todos los presidentes egipcios desde la caída de la monarquía en 1952, los activistas de los Derechos Humanos acusan a las autoridades de haber instaurado desde julio de 2013 un régimen todavía más autoritario que el de Mubarak.
El resultado obtenido por el mariscal retirado devuelve al país «a una configuración que no se esperaba volver a ver después de las revoluciones árabes de 2011», afirmó Karim Bitar, director de investigación del Instituto de relaciones internacionales y estratégicas.
«Poca gente podía imaginar tras la caída de Mubarak, que tres años más tarde sería elegido con un 96% un nuevo mariscal con gafas de sol, sin haber hecho campaña o haber presentado un programa electoral», prosigue este especialista en la región.
Lo que cuestiona el resultado es el abstencionismo y el hecho de que las autoridades añadieran un tercer día de votaciones para levantar la participación. Finalmente la participación fue del 47%, es decir 25 millones de votantes, según el gobierno.
El investigador del Saban Center estadounidense, Shaid Hamid escribió que «no hay ningún medio para comprobar las cifras que da el gobierno, no hay ningún recuento paralelo ni suficientes observadores internacionales».
Sisi había pedido tener al menos «45 millones» de votos, pero fue inferior a la de las presidenciales de 2012 (51,85%), aunque el mariscal ha conseguido cerca del doble de votos que tuvo Mursi (13,2 millones de votos).
La coalición de los partidarios de Mursi, que había pedido el boicot de las elecciones, consideró como una victoria las imágenes de los «colegios electorales vacíos» y lo catalogó como «la caída del golpe de Estado militar» del 3 de julio.
«La prensa oficial ha contribuido a mostrar a Sisi como un salvador, pero esa propaganda constante no ha servido para movilizar a las masas», dijo el experto Karim Bitar.
La organización Human Rights Watch asegura que «el clima de represión socava la imparcialidad de las elecciones», y recuerda que «los miles de arrestos de opositores, islamistas y laicos han despojado a estos comicios de significado».