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SOBERANÍA ALIMENTARIA

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

Es la Soberanía Alimentaria la capacidad de satisfacer las necesidades nutricionales y alimentarias de la población con los recursos que ésta tiene a su disposición, de manera sostenible.

Se deriva de un modelo consensuado que considera integralmente los elementos culturales, históricos, sociales, nutricionales, territoriales, poblacionales, mercantiles, estatales, etcétera, procurando un acceso generalizado de la población a la alimentación.

En este sentido la vocación agrícola es capital, pues esta es la base sobre la cual se sustenta la labor que asegure las metas propuestas.

Tenemos suerte entonces.

La tenemos porque poseemos el activo de la histórica vocación agrícola, profundamente enraizada en la población, como un territorio cuya composición por su origen volcánico, sumada a los beneficios climáticos, son ideales para emprender la agricultura intensiva, por lo que solo resta sumar a la ecuación acceso a tecnologías y conocimientos de punta.

Lamentablemente de lo que carecemos es de disposición.

Nuestra historia subraya como la tenencia de la tierra ha sido siempre fuente de conflictividad social, puesto que su posesión se ha derivado siempre a los intereses de las élites, incurriendo en trampas, como sucediera durante la conversión de las tierras ejidales a cafetales; o a crímenes, como cuando en 1932 la población demandará el reintegro de estas, y el estado salvadoreño respondiera asesinando a 35, 000 campesinos en Izalco y sus alrededores.

O las mismas trampas incidiendo desde el estado oligarca-militarista para que la reforma agraria fracasara en los 70’s, involucrando al mismo equipo estadounidense que hiciera diluir aquella, en Vietnam con los efectos de todos conocidos.

Esa disposición parecía cambiar cuando durante la presente administración se dejó entrever la posibilidad de recuperar al agro, como activo de la economía salvadoreña.

Se impuso empero el consumismo y la corrupción, impidiéndonos como nación resolver a tiempo lo que, en opinión de algunos, es ya casi improbable dadas las circunstancias que atravesamos en el presente.

El craso fracaso de todos los emprendimientos financieros del actual gobierno, como el aislacionismo económico y político derivado de estos, sumado a la crisis terminal del dólar, las sanciones contra Rusia por el conflicto en el Cáucaso, que no la dañaron y en cambio dañaron a naciones dependientes como lo somos, nos han colocado por desidia en al borde de una crisis.

Una crisis no solo por las razones señaladas, agravadas por el alza constante de los precios de los alimentos que adquirimos fuera, buena parte de los cuales podríamos producir, y para los que el gobierno no responde con ningún alivio financiero, agravando la situación ya grave de la mayoría de la población.

Así las cosas, y a pesar de lo enunciado por asociaciones como CAMPO, no basta solo con poseer los productos agrícolas, es también necesario que la población pueda comprarlos, lo que ahora cada vez es menos posible, y con seguridad se agravara.

 

La alternativa en cambio, es abandonar el proyecto neoliberal que solo ha beneficiado al 1%, recuperando en cambio al agro con una visión social para favorecer a los millones que siempre fueron excluidos.

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