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Sobre la falsa deflación

César Villalona

Economista

Bukele anda diciendo que hay deflación (baja de precios) porque en septiembre el índice de precios al consumidor disminuyó -0.41%. Un diputado oficialista hasta dijo que hay un milagro económico.

Esa propaganda no le pegará mucho al régimen porque la gente sabe que no hay fuentes de empleo, que todo está caro y que el dinero alcanza cada vez menos. Pero podemos decir cinco cosas sobre este tema:

  1. La deflación no es la baja precios en un mes, sino una caída general y continuada de los precios en la economía, es decir, una disminución de precios durante meses y hasta años.

 

  1. Según el “Boletín de Precios al Consumidor” del mes de septiembre, publicado por la ONEC, los precios de los alimentos y bebidas gaseosas bajaron -1.83% con respecto a septiembre de 2023; también bajaron los precios de las prendas de vestir y calzado (-0.15%), muebles y artículos del hogar (-0.20%), comunicaciones (-0.12%) y recreación y cultura (-0.11%). Sin embargo, en septiembre subieron los precios de los siguientes rubros:

 

a) Transporte (0.60%)

b) Alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles (0.50%)

c) Productos y servicios de salud (0.39%)

d) Servicios diversos: cuidado personal, efectos personales y otros (0.23%)

e) Bebidas alcohólicas y tabaco (0.73%)

f) Restaurantes y hoteles (0.11%)

 

  1. Que algunos precios bajen (según el gobierno) no es señal de mejoría en la población ni en la economía en general. Al contrario, lo que ello estaría expresando es que el consumo de la gente disminuyó y que el crédito de la banca se estancó. Veamos esto:

a) Cuando la población tiene menos capacidad de compra y consume menos, los precios pueden estabilizarse y hasta disminuir un poco en algunos rubros. Eso ocurrió en 2020, cuando la inflación fue de -0.1% porque en el contexto de la pandemia del COVID-19 se perdieron más de 70,000 empleos y el consumo se desplomó. La caída del consumo no es señal de bienestar, sino de más precariedad social y más pobreza. Y eso lo sabe el pueblo, por más propaganda que haga el régimen.

b) La evolución del consumo se puede constatar de varias maneras, pero una de las más importantes es viendo la evolución del dinero o medio circulante (monedas y billetes en manos de la gente y depósitos pagaderos con cheques y tarjetas de crédito). Cuando el circulante aumenta hay más demanda y, si no hay más producción en el mercado, los precios suben. En cambio, si el circulante disminuye hay menos demanda y los precios pueden estabilizarse. En El Salvador, el circulante disminuyó -1.7% entre julio y septiembre de este año, de $5,217 millones a $5,126 millones (web BCR). Incluso, es menor que el de diciembre de 2021, cuando llegó a $5,140 millones. Esos datos muestran la baja capacidad de consumo que hay en el país.

c) La reducción del circulante entre julio y septiembre se debe principalmente a que los bancos están prestando poco dinero. En esos meses los préstamos apenas aumentaron 0.3% ($64 millones), mientras los depósitos de ahorro en la banca (salida de dinero de circulación) crecieron 1.4% ($186 millones).

d) La baja del dinero en circulación y el estancamiento del crédito muestran que las empresas no están invirtiendo mucho, o sea, que la actividad económica va mal, contrario a lo que dice el gobierno.

  1. El freno de la inflación en una economía no se traduce automáticamente en una mejoría social. Depende de cómo se haga. En Argentina, el gobierno trata de frenarla sacando a millones de personas del consumo, o sea, aumentando la pobreza. En El Salvador, a pesar de que entre 2019 y 2023 cayeron en la pobreza 127,000 personas (encuesta de hogares) los precios se dispararon. O sea, que el gobierno no atina por ningún lado.

 

  1. Un gobierno al servicio del pueblo ataca la inflación y la pobreza estimulando la producción y redistribuyendo el ingreso. Pero como el gobierno salvadoreño representa intereses oligárquicos no puede seguir esa ruta. Al contrario, en 2025 despedirá a miles de personas y reducirá los presupuestos de agricultura, educación, salud y otros servicios básicos.

 

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