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Sobre los ingresos y gastos públicos

César Villalona

Alrededor del tema económico, los economistas de derecha, sobre todo los de ARENA, tienen años librado una feroz batalla política. Cuando su partido gobernaba, ellos hicieron enormes esfuerzos para que el pueblo apoyara las privatizaciones, la dolarización, los TLC y otros proyectos beneficiosos para la oligarquía. Y desde junio de 2009 atacan a los gobiernos del FMLN para tratar de restarle apoyo popular.

Uno de los argumentos favoritos de los economistas de derecha es que el actual gobierno ha recibido más dinero que los anteriores y que lo ha derrochado. Lo mismo afirman los dirigentes de ARENA y de la ANEP. Pero ese juicio es extremadamente ligero, pues el gobierno de hoy no puede tener el mismo ingreso que el gobierno de hace cinco, diez o veinte años, porque la economía siempre es más grande que en años anteriores, salvo cuando se desploma por una crisis, como sucedió en 2009 cuando ARENA gobernaba.

Lo correcto es precisar el poder de compra del dinero en los años que se compraran. Por ejemplo, una persona que hoy gana 3,000 dólares al mes compra menos bienes y servicios que una persona que hace 20 años ganaba 1,600 dólares, pues desde entonces la inflación acumulada deterioró el poder de compra del dinero en casi 100%. Lo mismo vale decir de los ingresos de los gobiernos. Además, hoy se tienen que atender más necesidades que hace 10 o 20 años, pues hay más gente estudiando, recibiendo servicios de salud, buscando empleo y demandando más bienes y servicios en general.

Para hacer comparaciones también hay que precisar la tasa de crecimiento de los ingresos que tuvieron los gobiernos. Durante el gobierno de Alfredo Cristiani los ingresos corrientes aumentaron 214%; al pasar de 2,663 millones de colones a 8,367 millones; durante la gestión de Calderón Sol crecieron 46%, de 8,367 a 12,194 millones de colones; en el gobierno de Francisco Flores aumentaron 47%, de 1,393 millones de dólares (12,194 millones de colones en 1999) a 2,048 millones de dólares; en la gestión de Antonio aumentaron 35%, de 2,048 a 2,774 millones; en el primer gobierno del FMLN aumentaron 42%, de 2,774 a 3,935 millones; en el primer año de gobierno de Salvador Sánchez Cerén solo crecieron 3.5%, de 3,935 a 4,093 millones; y de enero a junio de 2016 aumentaron 7%.

¿Qué nos dicen esos datos? Que los gobiernos donde más aumentaron los ingresos fueron los de Cristiani, Flores y Calderón Sol. En el de Cristiani se triplicaron. La diferencia con respecto a los gobiernos del FMLN es enorme.

En el caso del gasto corriente, los datos arrojan los mismos resultados por gobierno. En la gestión de Cristiani aumentó 139%, en la de Calderón Sol 49%, en la Flores 25%, en la de Saca 47%, en la de Funes 18% y en la de Sánchez Cerén 2% en 2014 y 1% entre enero y junio de 2016.

Los economistas de derecha procuran fijar la idea de que el gobierno actual tiene mucho dinero y no debe conseguir más, sino reducir sus gastos. Por eso también insisten en decir que el gobierno derrocha demasiado. Lo cierto es que los gobiernos del FMLN han hecho la mayor inversión social y en infraestructura. Y es extraño que alguien califique de derroche la creación de hospitales, unidades de salud, sedes de Ciudad Mujer y otras obras y programas sociales.

También hay que decir que los gastos corrientes, salvo los que son muy improductivos, no son malos, como quieren hacer creer los economistas de derecha desde que su partido no gobierna. Esos gastos dinamizan la economía, pues si la gente recibe mejores salarios compra más bienes y servicios en empresas privadas y públicas, las cuales venden e invierten más; la compra de bienes y servicios que realiza el gobierno, que es otro gasto corriente, también beneficia a las empresas proveedoras; y los subsidios, otro gasto corriente, le dan más capacidad de consumo a la gente pobre. Si todos esos gastos se desploman se perjudicarían las personas que pierdan sus empleos en el gobierno, en un país donde el empleo permanente es tan pequeño,  y las empresas venderían menos.

Finalmente, es raro escuchar de los economistas de derecha un dato o una fuente que verifiquen sus aseveraciones, salvo cuando hacen algunas publicaciones, que muchas veces contienen datos desfasados. Su tarea esencial consiste en lanzar consignas contra el gobierno.

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