SOBREVIVIENDO 

 

Por Mauricio Vallejo Márquez 

Nunca les han dado a los salvadoreños una medalla por su alto nivel de aguante. Sin embargo, tampoco les interesa. Ni siquiera se dan por enterados, de la misma forma que miles de ciudadanos de países del subdesarrollo. Sólo siguen adelante, se levantan cada mañana y hacen lo mismo, igual que Sísifo.

Los problemas en nuestro país no se originan con la política, aunque tiene buena parte de culpa para que se mantenga, son problemas más fáciles de identificar, pero sumamente complejos de solucionar, que se encuentran en tres temas que al trabajarlos se podrían hacer importantes cambios: Educación, Ética y Creatividad.

Para comenzar la educación no es una apuesta de los gobiernos y tampoco es algo que le interese a la mayor parte de la población, que se enfoca en la ley del mínimo esfuerzo. Total, estudiar es aburrido y si se estudia no sirve para nada, porque quienes obtienen los puestos son los amigos y familiares de quienes tienen incidencia para contratar. Aquí no existe eso del mérito y mucho menos la posibilidad de hacer carrera en un puesto de gobierno si no se tiene el apadrinamiento de alguien poderoso que se mantenga en el poder. Es posible que por eso la mayoría de personas con esas ambiciones sueñan con convertirse en dictadores, para sentir esa sensación de ser nobles o reyes. Claro que convertirse en algo así requiere astucia y pérdida de valores.

Luego tenemos el deterioro de los valores. La ética es algo que cada quien construye, pero existe una moral que se ha construido en una sociedad para coexistir en civilidad. Lamentablemente cada vez se le da mayor licencia a violarla. Se comienza con la mentira y dependiendo de las oportunidades se llega a la corrupción y el crimen. Al final todo es permitido mientras se satisfagan los deseos egoístas del individuo. La educación aunada al mar corazón nos lleva a la decadencia y ya no permite el desarrollo como sociedad, limita el bien común y termina construyendo estancos donde las clases favorecidas discriminan a quienes les resulten amenazas o no se doblegan o les caen mal. Cuando los valores se pierden cualquier cosa puede suceder. Se arrojar el envoltorio de un dulce a la calle no es visto como algo serio, resulta trágico que miles no se den cuenta que esos envoltorios terminan tapando tragantes y generando inundaciones como botón de muestra. Algo pequeño termina haciéndose inmenso.

El otro problema es el bloqueo y no aprovechamiento de la creatividad de la población. No es un misterio que en nuestra patria no se le da valor a sus artistas e inventores. Incluso un talentoso modista o artesano se ve limitado porque existe una tendencia por enmarcarse en lo de afuera o lo socialmente aceptable, tanto que no hay oportunidad para el desarrollo. Recuerdo que hace unos veinte años se escuchaba hablar de la turbo cocina, sin embargo no conozco a nadie que tenga una. Cuando era adolescente vi como en las escuelas técnicas automotrices la gente ensamblaba automóviles con piezas varias que eran funcionales, pero hasta la fecha no existe un vehículo elaborado en El Salvador (salvo el dato curioso del descontinuado Cherito).

Se ha acostumbrado a la gente a habitar en un espacio menor a diez metros cuadrados que además de sofocante y pequeño no tiene espacios verdes, porque los pocos metros son usados para ampliar la vivienda y no para tener un limonero u otra planta que ayude con la alimentación en el hogar. Ya ni se diga que la gente ya casi no cultiva sus alimentos ni cuida aves de corral. La gente solo depende de salarios o de las ganancias de las ventas de ropa, misceláneas o dulces. No les interesa hacer algo nuevo, mejorar el medio ambiente, ayudar a que sus casas sean más frescas o más estéticas. La gente solo piensa en sobrevivir. Y sobrevivir en un país es algo importante; pero vegetar en esa sobrevivencia no solo nos mata a nosotros, sino a las futuras generaciones. Debemos cambiar ese rumbo al abismo o la degeneración que tenemos como sociedad nos llevará a la complejidad de libros distópicos donde vivir y morir no tendrá importancia.

 

 

Ver también

«1932 censura de prensa (arte y cultura que omite masacre náhuat pipil)». Caralvá

Caralvá Intimissimun El modelo de 1932 en el caso de la censura gubernamental a la …