Por: Oscar Martínez
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A Sofía la conocí en México en una de tantas misiones que le había asignado el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos -PRTC- luego nos encontramos en San Salvador finalizada la ofensiva de 1989 en donde andaba cumpliendo nuevas misiones, pues había que reorganizar, reactivar y ponernos en función de una gran campaña militar en los noventa para seguir empujando ese gran esfuerzo de la firma de los Acuerdos de Paz. Sofía siempre fue una mujer de mucha confianza del Partido y ella muy leal, entregada a nuestros ideales y dispuesta a cumplir cualquier misión; aunque estuviera expuesta su vida siempre perseveraba. En cierta ocasión platicando con el comandante Miguel Mendoza me dijo “Mira Roberto, en San Vicente las mujeres claves del trabajo del PRTC fueron Dolores y Sofía -su hermana-, ellas tienen ese mérito.
Roxana Marroquín, es hija de Sofía Hernández y me sorprendió con sus reflexiones a 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz, cuando decía en voz alta “Me ganó la emoción de poner fin a una guerra. La guerra nos separó como familia, se llevó a mucha de ella. Y ese momento significaba el reencuentro de mi familia y del país, nos harían falta unos y unas, pero nos veríamos”.
Esa medianoche del 31 de diciembre de 1991, sonaron las campanas del campamento 26 de julio en Cuba, dando la buena nueva. Escuche por primera vez la voz de una mujer que se dirigía emocionada, la comandante Ana Guadalupe ¡hemos firmado la paz!
Entre gritos y emociones difusas, lisiados y lisiadas de guerra y jóvenes estudiantes nos abrazábamos en señal de felicidad. Esa noticia marcaba el inicio para la llegada del 16 de enero de 1992.
Mi mamá se encontraba en ese momento guardando prisión en Cárcel de mujeres por el delito de actos de terrorismo ¿fue terrorista?
Ella, nació en el municipio de Verapaz, junto a su hermana y hermanos creció en el cantón San Pedro Agua caliente, en las faldas del volcán de San Vicente. Durante su niñez, sufrió de muchas precariedades. Aprendió a leer y a escribir. Creció entre el trabajo doméstico y los cafetales de ese volcán inspirador.
Se organizó a través del catecismo, ese que inculcaba el amor al prójimo, la justicia social, la solidaridad y el amor. Buscó desde esa revolución religiosa que inspiraba la teología de la liberación mejorar las condiciones del país, revolución que pasó a ser una revolución de armas. Vivió la discriminación por el hecho de ser mujer y guerrillera.
Se casó. Procreó seis hijos e hijas. A una de ellas la perdió durante la ofensiva, el otro quedó lisiado. Los otros cuatro, aunque pequeños, no dejaron de realizar acciones pequeñas e insignificantes quizás. No fueron combatientes en los frentes de guerra pero nacidos en ese contexto se inspiraron de esa revolución prometedora.
Mi madre se dedicó a ser correo, a trasladar enfermos y lisiados desde el frente hasta un lugar seguro, que podía ser incluso hasta nuestra casa. Muchos son los recuerdos que tengo de ella, ausente de un hogar que reclamaba su presencia, dedicando su vida a la revolución, obedeciendo sin cuestionar cada orden que recibía. Por sus manos pasó dinero para la solidaridad, salvó vidas. Cada día se levantaba portando canastas en su cabeza en las que llevaba insumos para la venta, pero también medicinas, botas y otros insumos para los compas y las compas.
Su paso por la cárcel y su detención, no estoy segura de todo lo que le hicieron durante ese proceso, no estoy segura de cuanto sufrió, si la torturaron o no…de esas cosas nos es difícil hablar.
La paz llegó, ella salió con la ley de amnistía. Nos reencontramos y decidió seguir trabajando por la revolución y la paz en El Salvador. Gritó guerra ¡nunca más!, masacres ¡Nunca más! Documentó graves violaciones a derechos humanos para presentarlas a la Comisión de la Verdad, fue cofundadora del Centro de Derechos Humanos “Madeleine Lagadec” y desde ahí acompañó a muchas familias a buscar a sus familiares, a buscar justicia…enseñó y me enseñó derechos humanos, hoy sigue inspirando a muchas víctimas y familiares siendo parte siempre del CPDH y del Comité de Familiares -CODEFAM-…seguro ella no la encontrarán en los Acuerdos de Paz, ni su nombre aparecerá en las lista de quienes los firmaron…ni la encontraran en los libros de historias…pero su historia no debe pasar desapercibida…porque ella ha sido y sigue siendo una mujer que ha construido paz.
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