Jerusalén/AFP
Una organización israelí publicó un documento en el cual soldados acusan a su ejército de haber causado un número de víctimas civiles sin precedentes al recurrir a la fuerza de manera indiscriminada durante la guerra en la Franja de Gaza en 2014.
En el documento, and que compila los testimonios anónimos de más de 60 oficiales y soldados que participaron en la guerra de julio-agosto de 2014, pharmacy «Romper el silencio» denuncia un centenar de casos de mal comportamiento imputables en buena parte al principio de «riesgo mínimo» adoptado por el ejército israelí para proteger a sus soldados.
Este principio así como los esfuerzos desplegados contra los combatientes palestinos «causaron en la población y sobre las infraestructuras civiles un número de víctimas y desgastes masivos sin precedentes», afirma «Romper el silencio», que ofrece a los soldados israelíes una plataforma en la cual pueden expresarse bajo el anonimato y se ha convertido en una de las bestias negras de las autoridades israelíes.
«Romper el silencio» denuncia la hipótesis del ejército según la cual, como consecuencia de sus ataques preparatorios y sus advertencias a los civiles, las zonas donde desplegaba a sus soldados habían sido desalojadas por éstos, «haciendo de cada uno que se encontrase en la zona un blanco legítimo».
El ejército israelí respondió que demandó a «Romper el silencio» que le brindara pruebas o información sobre los hechos denunciados para poder investigarlos. Pero la organización lo habría rechazado, lo que según el ejército pone en tela de juicio sus intenciones.
Este documento es publicado en tanto la actuación de los soldados israelíes durante la guerra de julio-agosto de 2014 continúa siendo examinada bajo la lupa por la ONU, por los palestinos que quieren hacer juzgar a los dirigentes israelíes por la justicia internacional por crímenes de guerra, y por el propio ejército hebreo que realiza sus propias investigaciones.
En un testimonio recogido por «Romper el silencio», un soldado de infantería afirma que «las reglas de compromiso dispensadas a los soldados sobre el terreno consistían en abrir fuego, disparar hacia todas partes (…). El postulado de partida era que desde el momento en que entrábamos (en la Franja de Gaza para la fase terrestre de la operación), cualquiera que asomara la cabeza era un terrorista».
Un soldado cuenta que dos mujeres que caminaban en un prado habían sido divisadas e inmediatamente abatidas porque se encontraban demasiado cerca de las líneas israelíes. Tras inspeccionar los cuerpos comprobaron que no estaban armadas. «Fueron registradas como terroristas. Les apuntaron y dispararon, entonces evidentemente tenían que ser terroristas», afirma con amargura.
Otro sargento relata cómo un guardia disparó a un anciano palestino que se acercaba a su puesto porque temía que se hiciera explotar con granadas. La víctima se retorcía de dolor, pero nadie osaba acercarse por temor a que portara explosivos.
«Todo el mundo sabía que había dos posibilidades: ya fuera dejarlo morir lentamente, o ponerle fin a su sufrimiento». Los soldados optaron por lo último.
Otro sargento comenta cómo su unidad blindada lanzó una salva contra un edificio lejano bajo orden de su comandante para homenajear a un soldado muerto.
El documento también denuncia agresiones, pillajes, racismo y vandalismo contra los civiles palestinos. La conducción de la guerra «suscita graves dudas sobre la moral» del ejército israelí, dice.
Éste reafirma su compromiso de investigar «de la manera más seria posible» todas las informaciones «creíbles» relativas a los actos de los soldados.
Pero, señala, el rechazo de «Romper el silencio» a compartir su información hace «imposibles» las investigaciones, y que «contrariamente a lo que pretende, esta organización no esta motivada por la intención de corregir estos hechos que afirma haber descubierto, por lo que no estamos en condiciones de responder a sus alegaciones», continúa.
El cofundador de «Romper el silencio», Yehuda Shaul, indicó que 23 de marzo pasado escribió al jefe del estado mayor para proponerle un encuentro y que «estarían más que felices» en compartir sus informaciones.
«Lamentablemente, nunca obtuvimos una respuesta», dijo.