Soledad, que hieres mis entrañas;
soledad, que entristeces mi ser.
Qué oscuras son las mañanas;
qué soledad, qué negro anochecer.
Me presentas un cielo nebuloso,
de palomas mensajeras sin destino,
un camino con espinas y sinuoso,
un triste historial de aciago sino.
Soledad, yo quiero conversar contigo;
pero tú no quieres responderme en nada,
y en mi enojo, entonces, yo sólo te digo
-¡Soledad, tú eres soberbia y malvada!
Soledad, tú anegas de llanto mi alma,
de un magro llanto de triste emoción,
y en mi ira, luego, yo pierdo la calma,
y gritando afirmo -¡Soledad, eres maldición!
Soledad sin rumbo, ni luz, ni consuelo,
dueña de la noche sin luna ni estrellas;
yo, luego, medito y me siento en el suelo
y pienso en las flores tan lindas y bellas.
Déjame ya, soledad, eres una quimera,
un engaño a mi fiel pensamiento,
no eres más que una enredadera
que confunde a mi sentimiento.
Aléjate de mí, soledad mala y perversa,
no me acompañes más, soledad infiel,
mira que mi suerte siempre es adversa
cuando tú me sirves con gotas de hiel.
Soledad de soledades, soledad infame,
vete muy lejos, dueña de la oscuridad,
deja que un alma buena me llame
para acompañarme en esta orfandad.
Luego… una extraña voz habla conmigo,
es mi conciencia que me dice, confiada:
-Hombre, no estás solo, Dios está contigo;
ten confianza en Él y busca su morada.
Carlos Alberto Saz
Colonia Las Flores, Soyapango, domingo 22 de enero de 2017.