César Ramírez
@caralvasalvador
La emigración es un evento recurrente, su origen se encuentra en el ADN de nuestra especie, la búsqueda de alimentos, seguridad, salud, educación, cambio climático etc. son algunos detonantes puesto que hay factores catalizadores que pronuncian la salida de una región: persecución étnica, religiosa, política, racista etc. amenazas inminentes que no esperan un mañana escapar es la respuesta: “ahora o nunca”.
Debemos reconocer que Estados Unidos ha permitido el refugio a un millón de salvadoreños acumulados por décadas, incluso antes de los años ochenta; muchas personas emigraban a su suerte, no pocas son las historias tristes; otras buscando el paraíso caían en el peor infierno imaginado: prostitución, drogas, esclavismo (extranjero o connacionales), injusticias, robos, coacción, todo ello en territorio norteamericano con relatos jamás reseñados o denunciados por carecer de legalidad en esa nación; también existen historias felices.
Cuando anuncian deportaciones masivas de salvadoreños, recordamos las expulsiones de mareros formados en Estados Unidos… Años después se han convertido en terroristas es gente organizada para el mal.
La nación no tiene condiciones para recibir a miles de compatriotas, con o sin antecedentes penales a pesar de los controles policiales, los pandilleros solo saben destruir a la sociedad.
Estados Unidos debe comprender nuestra precaria realidad, puesto que en los años noventa del siglo pasado la deportación masiva creó el fenómeno terrorista que ahora vivimos, si en aquella época fueron decenas ahora las cárceles hospedan a casi cuarenta mil delincuentes afiliados a esas estructuras, sin contar sus familias, nexos sanguíneos o no sanguíneos; si agregamos el factor cultural para delinquir, llegaría a una tercera o cuarta generación poco faltará para que nuestro modelo social colapse.
Estados Unidos debe concebir en su plan migratorio el inmenso daño que causará a nuestras sociedades con una deportación a toda el área centroamericana y mexicana; aceptando nuestra maltrecha economía, la débil movilidad social, la falta de racionalidad de la clase política o la escandalosa delincuencia de cuello blanco con su evasión y elusión etc. en general una deportación masiva alimentará las filas delictivas y en poco tiempo existirá otra generación del mal, como ocurrió en los años noventa.
Hemos visto el futuro de esas estructuras, la nueva deportación será igual o peor.
Es un deber nacional solicitar ayuda legal ante la amenaza de deportación, esencialmente a los congresistas norteamericanos que se oponen a esta acción.
www.cesarramirezcaralva.com
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