Licda. Norma Guevara de Ramirios
@guevara_tuiter
Las fuerzas retrógradas en el continente se empeñan en revertir el avance de los pueblos logrado con las victorias electorales de fuerzas políticas de izquierda y progresistas, para recuperar el viejo dominio y dar continuidad al neoliberalismo que implantaron en el final del siglo pasado. Después de Honduras y Paraguay hoy ha tocado a Brasil vivir ese dramático proceso de golpe de Estado contra la Presidenta Dilma Rousseff, quien había sido electa presidenta con más de 54 millones de votos y cuyo mandato debía finalizar en enero de 2019.
Ella, Dilma, es la Presidenta que el pueblo eligió; el que hoy la sustituye en el ejercicio del cargo, es producto de una traición y de una conspiración abierta, tan abierta como las invasiones militares anunciadas y transmitidas por televisión con el fin de amedrentar a quienes ejerzan gobierno desde posturas autónomas y soberanas. 61 senadores votaron después de varias jornadas, con artilugios que intentaban revestir de legalidad. El golpe decidido con antelación, a ese respecto uno de sus defensores afirmó: “…primero decidieron que había un crimen y después buscaron un delito”.
El Partido de los Trabajadores de Brasil, Lula y Dilma son líderes revolucionarios que a la par del pueblo lucharon para dejar atrás la dictadura y abrir paso a la democracia, fueron reconocidos por su pueblo y por eso les eligió a ambos en dos ocasiones al frente del país. Desde esa posición hicieron política en favor de las mayorías empobrecidas, excluidas, y discriminadas; más de 30 millones salieron de la pobreza, otros 40 millones mejoraron sus condiciones de vida y supieron colocar al país en un lugar prestigioso de la comunidad internacional, con novedosos procesos de integración como UNASUR, CELAC y el Bloque conformado con India, China, Rusia y Sudáfrica (BRICS).
Antes de que Brasil tuviera un gobierno que representará a la clase trabajadora y a las aspiraciones democráticas de esa nación, Fray Beto, en uno de sus escritos afirmaba que Brasil era una especie de BELINDIA, para describir la dualidad en el modo de vida de las mayorías y de una minoría; de unos pocos millones de personas que vivían como en Bélgica, y otras decenas de millones que vivían en tanta pobreza como la INDIA (de aquellos años). Romper con esa desigualdad fue la visión de los gobiernos del PT, por eso sus programas fueron reconocidos internacionalmente, porque lograron con eficacia sacar de la extrema pobreza a millones de brasileños y brasileñas.
De modo que aunque el poder político de minorías apoyadas en las estrategias desestabilizadores diseñadas por fuerzas imperialistas han depuesto a una Presidenta Legítima, el pueblo brasileño no es el mismo, ha ganado con los gobiernos del PT y sabrá apreciar o está apreciando ya la diferencia de quienes gobiernan para asegurar el lucro de unos pocos y de espaldas a las necesidades de las mayorías populares; sin duda ese tejido social y la voluntad política de fuerzas sociales y el PT sabrán abanderar el nuevo proceso político que abre el golpe de Estado que se confirmó el 31 de agosto pasado.
La Presidenta ha dicho que a lo único que teme es a la muerte de la democracia. Sin duda el pueblo brasileño sabrá defender ese proceso de cambios abiertos con los gobiernos democráticos, a los que hoy se busca apartar por completo del poder gubernamental. El mismo poder soberano que sacudió la dictadura, como dice nuestra Comisión Política en su posición frente al golpe, “…devolverá con su lucha la dignidad a ese gobierno que usurpan quienes jamás lo merecieron ni lo ganaron por la voluntad popular”.
Desde El Salvador, el FMLN condena y rechaza ese golpe de Estado y nos solidarizamos con la Presidenta Rousseff, el PT y el pueblo brasileño.
Es preciso darnos cuenta que la estrategia de golpes para deponer gobiernos progresistas ha sido puesta en marcha; en consecuencia defender los espacios democráticos conquistados por la lucha de nuestros pueblos requiere más que nunca claridad, unidad y voluntad de neutralizar las acciones con las cuales la nueva ofensiva golpista se presenta: a través de las plumas de analistas, de sentencias judiciales o de decisiones parlamentarias.
Lo brutal del golpe contra la Presidenta de Brasil, y el absurdo de presentarlo como potestad constitucional está mereciendo ya la condena internacional, y la crítica de organismos internacionales como la CIDH. Más temprano que tarde, el proceso abierto en Brasil, encontrara el cause para restablecer el derecho soberano del pueblo expresado en las urnas, y vulnerado por 61 senadores que operan como instrumento para consumar el golpe de Estado.