En El Salvador y en muchos países latinoamericanos hay quienes proponen la competitividad como resorte del desarrollo económico.
Por contra, ampoule nosotros pensamos que el resorte tendría que ser la solidaridad.
La competitividad estimula el individualismo y genera el “darwinismo social”: las personas más “listas”, sovaldi sale más codiciosas y más ambiciosas aumentan sus ingresos, site todas las demás son marginadas (la cultura del “descarte”, condenada por el Papa Francisco). La solidaridad fomenta más humanismo, permite más justicia social.
Puede que el desarrollo impulsado por la solidaridad sea menos vistoso que el desarrollo promovido por la competitividad. Pero es más útil, para las grandes mayorías.
La competitividad es funcional al capitalismo, la solidaridad es la base del socialismo. Con la advertencia que, sin educación de todo el pueblo a la solidaridad, es imposible construir un socialismo duradero.
La competitividad entre países fomenta las guerras, la solidaridad internacional construye integración y preserva la paz.
En la II Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, La Habana, 28 y 29 de enero de 2014) no ha sido casual – pensamos – que fuera el Presidente cubano el encargado en declarar solemnemente, por consenso unánime, nuestra Región (de 620 millones de habitantes) “zona de paz”.
Es porqué Cuba es la nación más solidaria. Todo el mundo lo reconoce.
A pesar de ser víctima de un ilegítimo y genocida bloqueo económico, financiero y comercial (impuesto por los Estados Unidos por más de medio siglo), Cuba tiene un Índice de Desarrollo Humano más alto que todos sus vecinos, según cálculos del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD): Cuba: 769, Costa Rica: 766, Venezuela: 762, México: 756, Brasil: 755, Perú: 734, Ecuador: 732, Colombia: 720, Jamaica: 719, Belice y Rep.Dominicana: 715, Surinam: 714, El Salvador: 666, Bolivia: 662, Guyana: 636, Nicaragua: 631, Guatemala: 627, Honduras: 606 y Haití: 483.
A nuestros pueblos no sirve la competitividad, sirve la solidaridad. No sirve el capitalismo, sirve el socialismo.
El equivocado modelo de desarrollo actualmente dominante en nuestro Continente – menos que en Cuba – no resuelve los problemas de las grandes mayorías, los amplía.
La competitividad capitalista no impulsa un equilibrado desarrollo económico, pero sí aumenta las emisiones de dióxido de carbono y, por consecuencia, el calentamiento global que provocará un trágico cambio climático.
Estamos convencidos que sea todavía posible evitar la extinción de muchas Especies, inclusive la humana, si lográramos pronto un socialismo generalizado, modesto, austero, anticonsumista y culto, basado en la solidaridad interna e internacional, y construido con la participación consciente de las grandes mayorías, que paso a paso aprendan (renunciando a su individualismo) a defender los Derechos de todos los seres humanos y de nuestra Madre Tierra.
Ser solidarios, todos, se está volviendo una imperiosa necesidad.