Por María Isabel Sánchez
San José/AFP
El opositor Luis Guillermo Solís comienza este lunes a perfilar su gobierno de «cambio» en Costa Rica, viagra confrontado al reto de responder a las enormes expectativas de una población que, cheap harta del bipartidismo tradicional, for sale le dio un triunfo rotundo en las elecciones del domingo.
Con más de 1,3 millones de votos, récord en la historia electoral de Costa Rica, Solís, un historiador y profesor universitario de 55 años, aplastó con un 78% contra 22% al exalcalde capitalino Johnny Araya, del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN, derecha).
Solís, que se define como progresista, lleva al poder en Costa Rica por primera vez en más de medio siglo a una agrupación no tradicional, el Partido Acción Ciudadana (PAC, centro), fundado hace 13 años para quebrar el bipartidismo de más de medio siglo, formado por el PLN y otra fuerza política conservadora.
«Hasta aquí la política tradicional (…). Costa Rica decidió cambiar», sentenció el presidente electo, ante miles de seguidores que festejaron en una plaza del este de San José.
Solís comparecerá al mediodía ante la prensa para ampliar detalles sobre los ejes que, según su discurso en la plaza, sustentarán su futuro gobierno de cuatro años: lucha anticorrupción, desarrollo económico con equidad social y participación ciudadana en la toma de decisiones.
«Ahora queremos ver el cambio, que se acabe el chorizo (corrupción) y los privilegios que tienen unos pocos», expresó Lidieth Porras, una joven universitaria que festejó en la plaza Roosevelt hasta pasada la medianoche.
El gobierno de Laura Chinchilla, sacudido por escándalos de corrupción, hereda a Solís un país con un déficit fiscal del 6%, una deuda interna del 60% del PIB y una creciente desigualdad social, producto de las políticas neoliberales aplicadas en las últimas tres décadas, sobre todo por el PLN.
«Entendemos con claridad que el pueblo votó por un cambio», expresó Araya, quien reconoció que «el desgaste» de dos gobiernos consecutivos del PLN, el de Oscar Arias y el de Chinchilla, le «pasó factura».
El crecimiento de la popularidad de Solís fue tan vertiginoso que provocó que Araya se retirara de la campaña el 5 de marzo, aunque sin poder renunciar por ley a la candidatura, en una inédita decisión que estremeció a la democracia más antigua de América Latina.
Un gobierno difícil
Todo en el camino de Solís a la presidencia fue sorpresivo: pasó de obtener ajustadamente la postulación del PAC y ser el «candidato del margen de error» en el inicio de la campaña, a ganar la primera ronda del 2 de febrero y ahora el balotaje con un caudal de votos muy por encima del millón que se fijó como meta.
Dirigentes del PAC estimaron que sobrepasar el millón de sufragios con el que Solís quería dar mayor legitimidad a su gobierno, lo dotará de más poder de negociación en un Congreso variopinto, dividido como nunca antes.
«Va a ser un gobierno muy difícil, con un legislativo muy fragmentado. Luis Guillermo va a tener que hacer gala de su espíritu conciliador, sereno, de diálogo», opinó el analista Costantino Urcuyo.
El PAC obtuvo el 2 de febrero sólo 13 de los 57 escaños, cinco menos que el PLN, con la mayor bancada; el izquierdista Frente Amplio tiene nueve; ocho el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) -el otro pilar del bipartidismo-, y el resto varias agrupaciones de derecha o conservadoras.
Aunque su liderazgo se vino abajo al tirar la toalla en la campaña, Araya prometió una oposición constructiva. Solís, por su parte, llamó a la unidad nacional.
«Su agenda de gobierno tendrá que pasar por la negociación», subrayó el analista Gustavo Araya, quien precisó que «combatir el déficit fiscal será la cuerda floja».
Para el economista Carlos Arguedas, el déficit fiscal y la distribución equitativa de los ingresos son los principales retos.
«El tema más importante es la desigualdad, que genera un enojo social», opinó.
«Queremos un futuro en que se combine perfectamente la necesidad de crecer, de hacer la economía más próspera, y hacer la prosperidad y riqueza en un marco de equidad y de justicia», dijo el presidente electo en su discurso de la victoria.
Sus adversarios le señalan como debilidad tener una política económica ambigua, sobre todo en lo fiscal, y carecer de un equipo de experiencia para gobernar.
Aunque dice no «tener una vara mágica» para resolver de inmediato los problemas y llenar todas las expectativas, Solís afirma contar con «gente experimentada» y «honesta» para integrar el gabinete, que anunciará el próximo 14 de abril.
En la tercera semana de abril emprenderá un gira por Centroamérica -sin incluir a Nicaragua, con el que Costa Rica tiene diferendos limítrofes-, para invitar a los presidentes a su toma de posesión el próximo 8 de mayo.
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