Por Nathaly Campos
Antrópologa
Nuestro animal es una bestia indomable
que dormía tranquila hasta que decidisteis
abrirle los ojos con vuestros palos,
con vuestros insultos, con este desprecio
que, oídnos:
no aceptamos.
Somos mujeres- Elvira Sastre
Cuando tenía catorce años un conocido de mi hermano me acosaba al grado de tener que cambiarme de acera si me lo encontraba en la calle; otro me enviaba mensajes diciéndome -qué linda te estas poniendo-. Le conté a mi hermano y hasta estas alturas no sé qué les dijo, pero ninguno de esos hombres tuvo el coraje de volverme a decir ni una palabra y mejor aún, no se atrevieron a mirarme a la cara. Y así podría narrar mis historias y reunir la de otras aquellas donde hemos sido acosadas por hombres.
El machismo lo heredamos, ha venido insertado en el sistema de creencia y costumbre que nuestros antecesores creyeron que funcionaba, en pocas palabras nuestras propias familias odiándonos por ser mujeres, el estado odiando por ser mujeres, mujeres odiándonos por ser mujeres. Un ciclo interminable de odio donde el machismo atraviesa clases sociales, credo e ideologías. Lo heredamos y ahora solo transmitimos lo heredado.
A lo largo de la historia, las mujeres en las sociedades primitiva se reducían a ser objetos de mercancía, intercambiadas para el mantenimiento de alianzas, apellidos, estatus de prestigios, ahora el problema es otro. Los índices de niñas y mujeres violadas, desaparecidas y muertas es la mayor evidencia que la sociedad está enferma, es el estado el garante de la seguridad de todas, pero lleva nombre masculino y desde allí ya estamos muertas.
El cambio cultural no es inmediato y todas los sabemos, es una lucha constante, un alzar nuestras voces día a día en un país que carga en su espalda el nombre de todas aquellas que ya no volverán, pero que son el motor de esta lucha que no termina.
Nací y crecí en un matriarcado, mi familia fue liderada por mujeres en una sociedad que las fichó por no seguir los estatus rol, ahora me toca a mí alzar la voz desde mi posición. No quiero sentirme segura solo cuando mis dos perros caminan junto a mí.
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