César Ramírez Caralvá
Escritor y Fundador Suplemento Tres mil
La mañana del 1 de junio un magno evento sucedió: “Toma de Posesión presidencial 2019-2024”, por la tarde un foro humilde pero con brillo académico, fue convocado para exponer la antología: La palabra queda (Ed. Delgado) en el salón principal de la Gran Vía (Antiguo Cuscatlán), en el contexto de una exposición de libros nacionales.
En nuestro caso asistimos por invitación de la Editorial Delgado: Claudia Hérodier, Carmen González Huguet, Marta Elena Uribe-Paredes y yo.
El público escuchó muy atento las palabras de los expositores, destacando el gesto de Claudia Hérodier que prefirió leer una poesía de René Fortín Magaña: (fragmento) Súplica otoñal “Detente, alud, detente: el arco de mi brazo/ha consumido el último aliento de vigor./ Se orientan al ocaso mis vacilantes pasos,/y surgen ya las sombras porque se oculta el sol./ Detente, alud, detente:/aún no han dado las doce en mi viejo reloj;/faltan pocos minutos, mas toda el alma mía/me grita febril que hay tiempo todavía/ para exprimir la vida, para absorber más luz,/y acercarme al misterio con tenas agonía/hasta quemar las alas abrazadas al fuego/en la trémula llama de la fascinación.” Esas imágenes se expandían en el recinto del salón principal convertido en sala literaria, había solemnidad en el ambiente.
Carmen González Huguet recordó a solicitud de Marta Uribe, su estelar momento al recibir la noticia de su título mundial de poesía (11DIC017), mi memoria palpitaba al recordar un fragmento de sus versos: “Puebla, pues, esta ausencia que me hiere/ Y sé Tú aquel refugio que me aloja,/ Y Tú, mi sol, la lluvia que me moja/ Y el Amor absoluto que no muere”… mientras ese día citó su poema Lilith: (fragmento) Madre temible fui, nocturna herida,/ hija de los reproches y el rechazo,/tiré la barda, abandoné tu lazo/y en la distancia consumí la huida.
Marta Uribe con su narrativa: (fragmento) Anomalías I. El sueño “Fue al final de la tarde, cuando buscando un refugio para protegerse de unos vientos huracanados que anunciaban una tormenta, que encontró esa casa. Entró por el único paso que quedaba sin cerrar y logró esquivar a dos mujeres que se afanaban en trancar las puertas de la entrada principal…”
Finalmente mi participación, con la narrativa Acá están (Fragmento): “Los muertos vienen y me saludan, solo me ven a los ojos”… mientras en silencio reverencial el auditorio siguió las palabras, mi imaginación contrastaba sendos eventos públicos (presidencial y literario) el contraste no tenía comparación, allá escucharon de todo, en el nuestro la voz de la poesía.
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