Francisco Elías Valencia
Alma Vilches
@DiarioCoLatino
El origen de la guerra fue la concentración de la tierra en unas cuantas manos que se dedicaban a cultivos de exportación como café, algodón, caña de azúcar y en menor medida la ganadería. Para dar un ejemplo, Miguel Dueñas, quien durante los años sesenta producía 50 mil quintales de café, era dueño de las tierras entre San Salvador y Santa Tecla y de Nancuchiname, la hacienda más grande del país, donde criaba aproximadamente 10 mil cabezas de ganado.
La suerte del campesino era completamente distinta. Arrinconado en los cerros, se dedicaba al cultivo del maíz y del frijol, la mayoría de los casos para consumo familiar, y en la época seca, después de sacar sus cosechas, emigraba a las fincas y haciendas a vender por un mísero salario su mano de obra. El pueblo se moría de hambre.
El origen de la guerra también se debió a la falta de escuelas, de materiales escolares y de profesores, quienes eran muy mal pagados. A los oligarcas les era muy provechoso que un porcentaje de la población fuera analfabeta, pues afirmaban que no se necesita saber leer y escribir para cortar caña o cosechar café, porque el poder y magia del dinero no debía llegar a todas las manos.
Ante esa situación de injusticia, el sacerdote diocesano, José Inocencia Alas, conocido como padre “Chencho”, comenzó junto a otros sacerdotes y monjas de la Iglesia Católica salvadoreña, a despertar y organizar a los pobres del país para luchar por sus derechos políticos y económicos.
Diario Co Latino conversó con el padre Chencho, en la que explica el origen y la forma de trabajo de las comunidades eclesiales de base, que dieron un gran aporte e impulso a la conformación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), tras la organización y la lucha combativa de los campesinos. Este trabajo convirtió al Padre Chencho en el primer sacerdote secuestrado y amenazado por la dictadura de turno y la oligarquía, a los mismos que atendía religiosamente, a través de los Cursillos de Cristiandad.
– Usted es originario de Chalatenango, pero en su libro habla mucho de Suchitoto, por qué?
Sí, porque cuando regresé de estudiar de Ecuador, Monseñor (Chávez y González) me envió a Suchitoto, así que el libro está dedicado a esos 8 años de trabajo en esa parroquia.
– Cuando estuvo en Ecuador, le ayudó mucho en su forma de relación iglesia-pueblo, iglesia-campesinos, por qué?
En primer lugar los profesores que teníamos pertenecían al grupo de los sacerdotes y laicos muy comprometidos, fueron estos los padres intelectuales del Concilio, en la segunda conferencia de Medellín, que se tuvo en agosto de 1968, en Colombia. Habían también obispos muy comprometidos y que intelectualmente eran de mucho calibre.
La preparación académica de estos hombres, la experiencia que tenían sobre América Latina, me influían a mi, una de las cosas a las que estábamos obligados los sacerdotes, era a tener una actividad pastoral.
– En qué consiste la actividad pastoral en esta concepción?
Era trabajar con las comunidades o con una parroquia. En mí caso, elegí trabajar con una comunidad eclesial de base, que era algo totalmente nuevo, no existía en El Salvador.
– Usted creo las Comunidades Eclesiales de Base?
No, eso fue creado en Brasil. Las comunidades eclesiales de base no fueron creadas por sacerdotes, sino por mujeres.
Eran grupos relativamente pequeños de personas que se reúnen para leer la Biblia, reflexionarla, llevar adelante acciones caritativas y solidarias, es decir, poner en práctica y aplicar la palabra de Dios de acuerdo a la realidad que vivían en sus comunidades.
Al cabo de un año, estos grupos presentan sus resultados al obispo, quien dice a los sacerdotes que esa será la nuevo forma de trabajar en las comunidades.
Así se crean las Comunidades Eclesiales de Base que tuvieron tanta repercusión en El Salvador y en otros países como Nicaragua.
– Cómo se crean estas comunidades en El Salvador?
Aquí en el país, yo las inicié en 1969, a nivel rural. Sin embargo, Pedro Declercq es quien las trajo al país a nivel de ciudad. Lo cierto, es que yo fui quien las introdujo a nivel del campo.
– ¿En qué año?
Eso fue en 1969. El FMLN no hubiese tenido el éxito con el campesinado, sino fuera por las comunidades eclesiales de base, porque ahí se analizaba la realidad nacional, económica, política, social, cultural y religiosa, en base a eso había un compromiso que se adquiría, eso era el qué hacer.
En las comunidades eclesiales de base se tienen tres tiempos, el ver, es decir analizar la realidad; qué hay en la palabra de Dios y cómo puede aplicarse esa palabra.
Por ejemplo se ve que la gente no tiene tierra, que la tierra está acaparada en unas cuantas manos, que son una pocas familias.
La conclusión era aplicar la reforma agraria, razón por la cual me secuestraron el 8 de enero de 1970.
Esa gente consciente y comprometida estaba lista para apoyar un cambio político y social en El Salvador y el FMLN lo logra, por eso sin las comunidades de base no hubiese habido la revolución que tuvimos, porque hay que ver la fuerza que tuvieron estas comunidades en todo el país.
– Cuál era la relación de los celebradores de la palabra con las comunidades eclesiales de base?
Era lo mismo, nada más que yo avancé sobre la experiencia que hicieron los demás. En mi caso yo daba cursos a los campesinos elegidos por las comunidades por votación.
Se daba una charla de 45 minutos donde se hacía mención que el Concilio Vaticano II invita al cambio y a la sociedad entera, técnicamente está cambiando, por lo tanto, se debe cambiar la manera de concebir la fe y aplicarla; sin embargo, los cambios no vienen de afuera, sino debe hacerse internamente.
Por eso debían elegir sus líderes, para poderles dar las capacitaciones necesarias y que se dieran los cambios en su comunidad, para ese tiempo, los llevé a mi casa, donde permanecieron encerrados toda la semana a excepción de sábado y domingo que regresaban a sus hogares.
Esto fue en Suchitoto, donde tenían comida y se comenzaba a estudiar a las 8 de la mañana y se terminaba a las 9 o 10 de la noche. Como esta gente no tenía una preparación como para poder hablar en público de una manera suelta, se tenían cursos de elocuencia por la noche. Al principio fue un problema, porque a los 4 minutos ya no encontraban qué hablar, y al final era otro problema, que lo hacían tan bien y lo gozaban tanto, que no querían parar de hablar.
Cada curso era de dos meses. El primero fue sobre la formación de la comunidad, siguiendo la dinámica de la revelación desde el Génesis hasta el último libro de la biblia. Primero debía ser la comunidad, porque para los cambios económicos se debía pensar de esa forma.
– Cuando trabajaba con los campesinos, ¿cuál era el método, para entrar a una organización?
Cuando llegaba un campesino y decía que lo habían invitado a formar parte de un grupo, y me preguntaba si era malo o qué pensaba, mi pregunta era qué piensas, no ante mi, sino en tú conciencia y ante Dios, si tenía los medios para dar de comer a sus hijo.
Al final concluían que era mejor cargar un fusil que ponerse de rodillas a pedir pan, pero ya era decisión de ellos, en eso fue diferente con los jesuitas, porque ellos prácticamente empujaban a los campesinos a participar en las FPL y en mi caso no.
A una persona si es adulta, siempre debe tratársele como tal, a fin de que ellos tomen la decisión, pero se les puede cuestionar y en base a esto la persona va desarrollando su pensamiento, el hacer preguntas es uno de los instrumentos más poderosos del crecimiento humano, porque se obliga al otro a pensar, a dar una respuesta. La filosofía no avanza cuando no hay preguntas poderosas.
Siempre a una persona adulta hay que tratarlo como adulto, no se le podía decir a un campesino solo porque no podía ir a la universidad, métase a las FPL, pero si se le podía decir que entre todas las organizaciones que hay, que investigara y participa en la que más le llene, pero antes de tomar una decisión es necesario pensar.
– Usted, estuvo influenciado por la teología de la liberación?
Sí, quizás aquí en el país fui uno de los primeros en 1968, porque en Quito, Ecuador, ya se daba la teología de la liberación, desde esa fecha ya se cultivaba.
– Teológica y socialmente le pareció correcta la teoría de la liberación?
Lo que me pareció es algo que yo estudié en Bélgica, que nos ponía dentro del tiempo histórico y no en un mundo abstracto. La teología ha sido cultivada como doctrina, por lo tanto, es un mundo abstracto; pero la teoría de la liberación lo que ha hecho es introducirnos en el tiempo histórico.
La teoría de la liberación vino a aplicar la biblia históricamente y con el campesino se puede implementar.
– Cuando regresó de Ecuador y le dan en el país una parroquia ya había pensado qué hacer?
En Ecuador ya había hablado con otros dos compañeros ir a visitar al arzobispo de Panamá, quien había tenido una buena participación en Medellín, para ofrecerle a él una idea, de dar el mismo curso que se estaba dando en Ecuador darlo en toda Centroamérica, que él lo ofreciera este curso a todos los obispos de la región.
Pero al llegar al país monseñor Luis Chávez y González me manda a Suchitoto debido a una emergencia suscitada en las fiestas patronales, luego decidieron dejarme ahí.
En esa época se estaba dando la Chigela, que era una bacteria que producía la muerte, era una bacteria que había sido reforzada en los laboratorios de Guatemala para tirarla en el Petén contra los guerrilleros. Naturalmente, era una bacteria que con el agua y el viento se expandió en el país, mucha gente estaba muriendo, me tocaba ir a las diferentes comunidades a ver a los enfermos, allí fue donde me dí cuenta que eso no era lo que quería ni era mi misión después de estudiar tanto.
En ese momento fue mi cambio, donde adquirí mi compromiso y decidí invitar a campesinos para ir a mi casa, darles cursos de dos meses seguidos, fuera de sábado y domingo, de esa manera ellos harían el trabajo que a mi me corresponde, pero no es necesario que yo lo haga, sino que ellos pueden y deben hacerlo, con eso se iba a obtener un cambio en la parroquia, el elemento de la educación.
Al día siguiente reuní a algunos feligreses y les planté el proyecto, en ese momento me dieron 400 colones, luego fui a visitar a monseñor Luis Chávez y González y también le expuse lo que tenía en mente y me dio 1 mil colones, ya con 1 mil 400 colones se inició el curso.
– ¿Ese era el curso soñado de Ecuador?
Ahí mezcle Ecuador, Bélgica, Roma y algunos estudios en Canadá. Así se hizo un curso para campesinos acerca de lo que es el compromiso para trabajar como un miembro de la comunidad, en ese momento se creó los Celebradores de la Palabra, además se introdujo algo, que yo considero fui el primero, es que los seglares dieran la comunión en la mano a los campesinos.
Consultamos con monseñor Chávez y González, tuvimos una celebración de la palabra, se eligió a los dos mejores y dieron ante él un sermón que un cura no lo habría hecho tan bueno, le dije que no daría la comunión, sino que ellos lo harían, para que luego diera su opinión.
En ese momento, lo único que dijo era que se debía comprarles un cáliz para que llevaran las hostias y una camisa blanca para distinguirlos, ese fue el comienzo, cuando se les propuso a los obispos del país, algunos estuvieron a favor, pero dijeron que dentro de algunos 5 años porque había que prepararlos; sin embargo, monseñor dijo que en la arquidiócesis sería el método de trabajo de inmediato.
Así fue como comenzamos. En el segundo año se introdujo el bautismo. Esto la gente lo celebra como algo cultural para pertenecer a la iglesia católica, pero no se dan cuenta del poder del bautismo. Yo les dí dos meses de clases acerca de este tema, porque el bautismo nos hace rey, sacerdotes y profetas.
Pero cómo puede decirse que un campesino es rey si no posee tierras, si no es dueño de su trabajo, lo que le pagan es lo que recomiendan los terratenientes, porque rey es en el concepto totalmente bíblico, histórico y real, que tiene dominio, poder y puede llevar el sustento a su familia.
Ser profeta es difícil, porque tiene que denunciar las estructuras de pecado y tiene que anunciar la justicia y la paz. Después les dí un curso de reforma agraria, el tercer tema fue el de la eucaristía, lo cual se debe ver desde el campo histórico.
– ¿Usted conoció los 23 cantones de Suchitoto?
Todos y cada uno de los 23 cantones ya fuera en jeep o a caminando.
– ¿Los celebrantes de la palabra o las personas que eran destacadas, fueron perseguidos?
A alguno los mataron, entre los destacados está Antonio Gaites, Ricardo Acosta. Los que sobrevivieron participaron en otras organizaciones, por ejemplo los de Copapayo se integraron a la guerrilla.
Otros se fueron a la Resistencia Nacional (RN), FPL y al PRTC.
– ¿Cómo contribuyó ese trabajo de las comunidades para el crecimiento del movimiento campesino que hubo en la década de los 70´s?
A esto contribuyó la escuela de agricultura que construí, a la cual le puse “escuela de agricultura monseñor Luis Chávez y González”, para honrar a alguien en vida, no muerto.
Esta escuela se empieza después de mi secuestro, la inicié con 20 colones que me fueron donados y decido comprar un terreno de 25 manzanas de terreno frente al río Lempa, en la escuela se daban cursos de agricultura para los campesinos, jóvenes y adultos, al mismo tiempo que se daba todo lo relacionado con el manejo agropecuario, también dábamos la parte social, de ahí salieron cantidad de gente a la guerrilla.
– ¿Cuál fue el propósito de la escuela de agricultura?
El propósito de la escuela siempre fue integral, porque no se puede hablar de las necesidades del espíritu sino se habla de las necesidades del cuerpo, tenían que darse las dos cosas.
Por esa escuela pasaron aproximadamente 600 alumnos, eran curso tras curso, como nosotros generábamos los propios medios de alimentación, no teníamos que pedir dinero, la escuela era autosuficiente.
Recibimos un donativo de 17 terneras cargadas y un toro, estos eran de doble propósito, leche y carne, además teníamos 78 cabezas de ganado, eso también generaba dinero para la escuela.
Se tenían 6 manzanas de terreno donde se cultivaba caña, de esto se obtenían aproximadamente 6 mil colones al año, el resto de la caña servía para alimentar el ganado, se contaba con tractor y camión.
Allí se dieron varios cursos, para lo del Cerrón Grande se tuvo una reunión con el vicepresidente de esa época, 8 ministros, el presidente de CEL y 400 campesinos, para tratar el tema relacionado con la presa.
– ¿Cómo fue lo de su secuestro, por qué razón?
Fue el 8 de enero de 1970, en la convocatoria de un congreso de reforma agraria, en ese momento participé porque fui nombrado por monseñor Chávez y González como representante de la iglesia.
Una de mis propuestas fue la creación de un nuevo partido político que fuera sobre todo de campesinos, pero que la clase media o algunos de la clase alta que podían apoyar también formaran parte de ese partido, porque la reforma agraria primero es una cuestión política y después económica.
Me secuestraron un día jueves, frente a Catedral, me dejaron libre porque monseñor Chávez y González envió a monseñor Rivera a sentarse enfrente del ministro Carlos Romero, a quien le dijo que me quería vivo o muerto, pero que debían entregarme.
Cuando me secuestraron yo iba a inscribir las conclusiones del congreso de reforma agraria, para presentarlas al día siguiente. Frente a Catedral me esperaban 5 elementos de orden, me solicitaron una entrevista por radio, pero no en ese lugar. En ese momento uno de ellos sacó algo parecido a un micrófono, al verlo lo agarré y me quedó la tapadera en la mano, el gas que tenía en su interior no funcionó, esto para dejarme inconsciente y llevarme a otro lugar.
Entonces me dieron una bofetada muy fuerte y me llevaron a las montañas. Ese día hubo una helada muy fuerte, me dejaron desnudo, pero antes me dieron a tomar un litro de alcohol mezclado con algún tipo de droga, recibieron la orden de no matarme.
En ese momento los campesinos y universitarios salieron a la calle y se tocaron las campanas de todas las iglesias, de inmediato se dio a conocer el hecho, además que la radio católica, que estaba en Catedral difundió el hecho.
Me dejaron tirado en la orilla de la carretera donde pasa el agua lluvia, cuando vine a despertar no sé que horas de la noche, casi me voy al abismo. Al parecer la intención era decir que me había matado, pero había una rama de árboles de la cual me agarré y ahí me dormí, al despertar antes de la aurora, comencé a caminar, era un lugar donde no había salida, caminaba en forma de círculo y regresaba al mismo lugar.
Al darme cuenta caminé y agarré la calle, ya como a las 5 de la madrugada logré, a gatas, llegar a una choza. Ya no podía caminar porque me sangraban los pies, la gente cuando me veían salían corriendo y decían ahí viene el loco.
Al tocar una puerta de la choza sale una niña, el papá la retira, y le pregunté al señor si estaba en Guatemala o El Salvador, porque a mi me habían dicho que me llevarían a Guatemala para que el ejército me matara; entonces, le dije al señor si no había escuchado en la radio sobre el secuestro de un sacerdote, y le dije que yo era el padre Chencho Alas.
En esa casa me regalaron un costal para amarrármelo a la cintura. Pregunté dónde quedaba el primer pueblo. A su hijo, de aproximadamente 20 años, le pidió que fuera a la Guardia, al verlos venir me dio miedo, allí me hicieron unas preguntas y llenaron un acta.
Pero al entrar al pueblo (Jayaque) veo la oficina de teléfono que en ese momento estaba abierto, ahí estaba un muchacho quien me reconoció y le dí el número de telefónico de monseñor Chávez, quien después me dijo que no había dormido toda la noche.
Después llegaron a recogerme y se dio una conferencia de prensa, luego del almuerzo comencé a sentirme mal, porque el alcohol ingerido tenía droga, lo bueno de todo es que había vomitado, pasé 13 días ingresado en el hospital, los doctores que me atendieron decían que terminaría loco o me moriría.
– Durante el tiempo en que estuvo en las manos de los de orden, nunca le dijeron nada?
Yo me hice como que estaba muerto, los que me tenían pensaban que me había muerto, pero uno de ellos me puso la mano en el pecho, y vieron que estaba vivo, en ese momento comenzaron a meterme la mano en la bolsa. Yo le dije que tenía 25 colones y que se los repartiera con el resto de sus compañeros.
Me limité a no hablar con ellos. Pasaron por toda la parte del litoral, porque escuchaba el ruido de las olas, pasaron comprando pupusas.
– ¿Hubo maltrato?
El maltrato es que la cabeza la llevaba encima del metal, en el camino de piedras el golpe era constante y me golpeaba, iba amarrado y vendado de los ojos. Dentro de mi mundo espiritual me sentí feliz, porque no iba a morir en la cama como le sucede a casi medio mundo, voy a morir entregando mi vida por mi pueblo.
Para mi hubiese sido una muerte dichosa, porque el martirio es un privilegio que no le corresponde a todos, son pocos.
– ¿Usted considera que eso no era solo interés por su rol con los campesinos, sino que también de la oligarquía?
La oligarquía estaban muy mal, porque yo formé cursillos de cristiandad y les dí a ellos. Comencé en noviembre de 1960, allí tenía a muchos de los miembros de la oligarquía, estaban familias de los apellidos más reconocidos del país. Estuve 6 años dedicados a la oligarquía, porque en dirección espiritual o en confesión les conocí más íntimamente.
– ¿En ese tiempo ya se hablaba de comunismo?
Sí, en 1970 ya había habido la huelga de ANDES. Ya estaban los inicios de Cayetano Carpio (Salvador, Comandante Marcial) y los demás.
– Conoció a Cayetano Carpio?
El padre Rafael Barahona me pidió que me afiliara con las FPL (Fuerzas Populares de Liberación, primera organización político-militar), que pedía Cayetano Carpio si yo me afiliaba igual que los jesuitas y otros sacerdotes diocesanos, esto fue después del secuestro, cuando yo era muy conocido.
Cuando ya estábamos cerca, Barahona me dijo que de ese lugar en adelante tenía que ir vendado, porque no podía conocer el camino donde estaba Cayetano Carpio.
Yo fui vendado para el secuestro, y no iba a aceptar ir vendado a ningún lado, si me llevan vendado es que no confían en mi, me dí la media vuelta y me fui.
Seguramente Cayetano conocía el trabajo que tenía, porque era un trabajo nacional, lo que hicieron con mi secuestro fue crear un fantasma al cual el ejército le tenía miedo, en ese momento me nombraron el enemigo número uno del ejército.
Me dieron alas, porque no me eché atrás en mi trabajo; ese momento lo ocupé para avanzar y hacerlo más regional, porque los curas que estaban buscando cambios tenían más confianza conmigo.
– ¿Cree en el socialismo?
Sí, no solo eso, sino que me apoyaba la gente. En ese tiempo Héctor Silva me ofreció 60 carros para una actividad.
Dos veces me llevaron a la Policía Nacional, una de esas veces fue cerca de la Constancia, ahí me ataron los dedos de las manos, me pusieron en los pies cadenas, en ese momento me obligaron a firmar un documento donde yo aseguraba que no me habían maltratado.
– Alguna otra vez que recuerda que lo quisieron matar?
Cuando quemaron una parte de mi casa en Suchitoto, otra vez cuando la Guardia me disparó unos 8 kilómetros de Suchitoto, iba en un carro, cuando me hicieron el alto, al verlos apague la luz y aceleré con todo lo que pude.
Otra vez me esperaron hasta las 2 de la mañana, mi vehículo se quedó antes de llegar al río Lempa, de ahí me fui a celebrar (ofrece Misa), en lugar de regresar en la noche me tocó ir a bautizar a una niña que estaba muy enferma, entonces, me quedé a dormir allí.
– ¿Usted se siente parte de la organización campesina?
De La Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) si, de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) no. Yo tuve FECCAS antes que los jesuitas.
Me comprometí con los campesinos cuando llegaron a mi casa a decirme que Miguel Ángel Quiñones les ha quitado las tierras que habían alquilado para cultivar milpa en la hacienda Agua Caliente. Recurrieron a mi porque veían que mis sermones eran un poco comprometidos.
Ese día durante la misa de las 5 de la tarde leí un texto bíblico que venía muy bien para hablar de la injusticia, y tratar acerca que estos campesinos se iban a quedar sin tierra y el alimento para sus familias.
Al final, afuera de la iglesia habían 400 miembros de FECCAS, manifestándose por la injusticia cometida al quitarle las tierras a los campesinos. Suchitoto fue la primera parroquia comprometida en el país.
– ¿Cómo fue la relación de FECCAS, con los campesinos?
Tuvimos otra manifestación en la hacienda La Asunción porque la parcelaron, llegaron campesinos a decirme que los estaban sacando de sus tierras. Esa hacienda fue de José Matías Delgado. Recurrieron a mí porque no tenían a dónde ir, sola a la calle.
Se me ocurrió hacer una manifestación frente a la hacienda en este momento, pero surgió la idea de hacer esa manifestación en San Salvador, para que esto tuviera más impacto. Ya se tenían 33 Celebrantes de la Palabra que iban a predicar sobre el tema.
A los 15 días FECCAS se organizó para venir a San Salvador, algunos en vehículos, otros en el camión de la escuela de agricultura, en bus. Llegamos aproximadamente unos 2 mil.
Antes, acordaron que se iban a traer banderas donde dijera campesinos de Usulután, San Miguel, Santa Ana, para que diera la impresión que esa manifestación era de todo el país. Así se entró desde la avenida Independencia, todo bien organizado, hasta llegar a la Asamblea Legislativa. Allí nos fijamos que la gente no tenía para comer, en ese momento recurrí a la reunión del clero, le digo a Monseñor Chávez y González para explicarle lo que estaba pasando, algunos estaban en favor y otros en contra, me dieron dinero, y eso sirvió para comprarle algunas cosas a los campesinos.
Después de esta manifestación la Asamblea Legislativa, por iniciativa de la Democracia Cristiana convocó a Roberto Gil y a los otros dueños de las parcelaciones para tratar el tema. Al final les obligaron a darle la tierra a esos campesinos sólo que le bajaron a 100 colones cuando el valor real era mucho más.
– Cómo vio la evolución de estos campesinos que se fueron integrando a las organizaciones populares?
Para la guerrilla fue un crecimiento total. Un ejemplo de ello fue la segunda huelga de ANDES. Los maestros de Cojutepeque fueron a darle apoyo a los maestros de Suchitoto, en esa acción, a las 2 de la tarde ya estaban presos los 33 maestros de Cojutepeque y cuatro maestras de Suchitoto.
Ahí se hizo un buen número de personas, quienes se reunieron en mi casa para planear las acciones a ejecutar. Lanzaron algunas ideas pero lo que se me ocurrió era tener reunida masivamente a la gente para protestar, así, se pensó hacer una misa a las 7 de la noche, donde la predicación girara en torno a la injusticia que se había cometido, después de eso se iba manifestar a la gente en la calle.
Los celebrantes de la palabra organizaron las personas en diez, ocuparon toda la calle, luego contaron cuántas filas de 10 había. Contaron mil, es decir, había 10 mil personas reunidas, esto se logró porque se mandó a avisar a todas las comunidades y que sonaron las campanas de tal manera que la gente ya sabía que eso era porque algo muy grave estaba pasando y tenían que llegar a Suchitoto.
Esa fue una ocurrencia del padre Tilo Sánchez, cuando me secuestraron, que repicaron todas las campanas de las iglesias. Esa fue la forma de enseñarle a la gente que si pasaba algo grave que repicaron las campanas sin importar la hora.
Cuando terminé de celebrar la iglesia estaba a tope. La Guardia se encerró, a las 11 de la mañana la gente volvió a la iglesia, se hizo el tedeum de acción de gracias porque la gente estaba celebrando adentro de la cárcel, eso fue una gran fiesta, en tan poco tiempo logramos una manifestación que terminó como a las 2 o 3 de la mañana.
– ¿Cómo el trabajo de Suchitoto logra expandirse a otros lugares?
A través de los sacerdotes que estaban comprometidos no sólo de la arquidiócesis, sino también de San Miguel, San Vicente, Santa Ana. Era un grupo aproximadamente de 50 sacerdotes comprometidos, entre ellos estaba Rutilio Grande.
– Estos 50 sacerdotes, ¿algunos de ellos, participaron en algunos cursos con usted?
Algunos fueron alumnos míos en el seminario, donde les daba pensamiento latinoamericano y liturgia.
– ¿Usted fue miembro de la Nacional (Un grupo de sacerdotes comprometidos con el movimiento social y popular)?
De esa organización de sacerdotes no, ahí yo no participé.
– ¿En qué año aparece la Nacional?
Aparece a partir de la creación del Bloque Popular Revolucionario (BPR, organización de masas de las FPL).
Era creación del Bloque Popular. Todos los sacerdotes que estaban aquí tenían afinidad con la FPL o estaban asociados a esta.
– ¿Cuál fue su relación con el PRTC?
Mi relación más que todo fue cuando inicié amistad con Mario López y le ofrecimos apoyo de parte de los campesinos en la huelga que ellos estaban teniendo. Asistí a alguna de las reuniones que tenían con la mesa de maestros. Mario López era uno de los fundadores de ANDES, después de eso cuando fundé el primer FAPU (Frente de Acción Popular Unificado) Mario López participó, y no se quedó con el FAPU porque no me dijo que iban a formar el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), en diciembre de ese año lo fundó (1975), luego yo me fui a vivir a Nicaragua 9 años.
En mi casa estaba el cuarto “Mario López”, así se llamaba porque se lo habíamos dedicado a él. Cuando llegaba a Managua ya sabía que tenía su cuarto y tenía su puerta de salida diferente a la casa.
– ¿Cuánto tiempo estuvo en Managua?
Estuve de 1983 a 1992. Para el tiempo de la guerra aquí apoyamos el trabajo de la guerrilla, se consiguieron mucho fondos, también se consiguió dinero para El Salvador y era canalizada a través de Mario López.
– ¿Cómo conoció a Nidia Díaz?
Durante las jornadas de vida cristiana. Logré tener 600 jóvenes organizados en este proyecto. Después ella llegó a mi casa, cuando se iba de clandestina a Guatemala. Me llevó su perro, un pastor alemán.
– ¿En qué año comenzó a trabajar con los jóvenes universitarios?
Comencé cursillos de cristiandad en 1961, como en 1965 comencé con los jóvenes. Invité a los universitarios de México para que dieran ellos los talleres y la atracción de muchachos y muchachas ayudó mucho, así se hizo grande el grupo.
– Después de conocer a Mario López (Comandante Venancio Salvatierra), ¿cuál fue la relación que siguieron posteriormente?
Fundamos el FAPU, fue activo. Yo le invité, igual que a Mélida Anaya Montes (Comandante Ana María, de las FPL), a Suchitoto, junto a los 33 campesinos.
Esas reuniones eran desde las 8 de la noche hasta las 5 de la mañana con la misa, a esa hora ellos se iban con la eucaristía para los cantones.
– ¿Cuál fue la idea de crear el FAPU?
El FAPU era tener todas las organizaciones que quisieran participar, fue el organismo que englobara a todas las organizaciones, así fue como participó FECCAS, los jesuitas, ANDES. Teníamos manifestaciones masivas.
– ¿Cuáles fueron las primeras actividades del FAPU?
La primera fue la toma de Catedral durante 6 días, cuando fue la masacre del 30 de julio de 1975, el templo fue abandonado el 6 de agosto. Monseñor Chávez y González llegaba todos los días a preguntar cómo iba la situación y al mantenerme al tanto de las cosas afuera. En esta primera actividad estuvimos encerradas 66 personas. Para entrar les pedimos a unas monjitas un cadáver para celebrar la misa.
– ¿Por que decidió abandonar el país?
Las constantes veces que me quisieron matar, en total fueron como 10 veces las que intentaron asesinarme. Al irme del país siempre trabajé con instituciones para conseguir desde afuera algún beneficio para las organizaciones.
Debe estar conectado para enviar un comentario.