Por: Orlando de Sola W.
Hace años expliqué a Schafik Handal mis ideas sobre el valor de las cosas y las personas. Cuando terminé de hacerlo se sonrió, probablemente porque le gustó la manera en que lo hice.
Existen dos teorías sobre el valor de las cosas y las personas, le dije. Una de ellas es la Teoría del Valor Trabajo, popularizada por Carlos Marx y reconocida por casi todas las escuelas de pensamiento económico. La otra es la Teoría Subjetiva del Valor, propuesta por economistas austriacos, más o menos en la misma época, pero muy poco conocida. Nuestra comprensión de la economía y las relaciones humanas depende mucho de cual de esas teorías creamos se acerca mas a la realidad.
La Teoría del Valor Trabajo se sustenta en otras dos, que son la Plusvalía y la Explotación, también desarrolladas por Carlos Marx y relacionadas con una tercera, que es la Teoría de la Lucha de Clases. Esa es la que llamo Teoría del Valor Sudor, con referencia a una sentencia bíblica que dice, “comerás el pan con el sudor de tu frente”. También la relaciono con la letra de un popular merengue que dice: “a mi me llaman el negrito del batey, porque el trabajo para mi es enemigo, el trabajar yo se lo dejo todo al buey, porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”. Y así, de manera jocosa, expliqué la Teoría del Valor Trabajo, insuficiente, en mi opinión, para comprender a cabalidad cómo valoramos, o agregamos valor a las cosas.
La otra teoría, llamada subjetiva por sus autores, me parece mas apegada a la realidad, porque una cosa es calcular precios por su contenido de sudor, plusvalía y explotación, adornándolos con conceptos de la jerga económica, como oferta, demanda y utilidad marginal, pero otra cosa son nuestras valoraciones personales, o juicios de valor, que de manera permanente hacemos sobre las cosas y las personas.
Cuando consideramos un intercambio, o compraventa, siempre nos preguntamos, ¿será caro o barato?, ¿valdrá la pena entregar el dinero solicitado a cambio de los bienes o servicios ofrecidos? o, ¿valdrá la pena entregar mis bienes, o servicios, a cambio del dinero ofrecido? Esa valoración personal, siempre subjetiva y casi íntima, la llevamos a cabo ambas partes, la oferente y la demandante, aun en los trueques. Por eso la llamo Teoría del Valor Amor, que se sustenta en nuestro aprecio subjetivo de las cosas y las personas, o sus servicios transables. A la hora de comprar o vender, nuestra apreciación subjetiva, o amor, siempre cuenta mas que el sudor, o sea el trabajo vertido en el bien, o servicio.
En el mundo de los negocios, sin embargo, vale mas el sudor que el amor, siendo así el factor mas determinante en nuestras transacciones, especialmente de salarios.
Por eso propongo una revisión de ambas teorías del valor, que simbolizo como sudor y amor, para ayudarnos a mejorar nuestra comprensión del sistema socio-político y económico.
Dejemos ya de llamar capitalismo al mercantilismo: un sistema basado en ventajas, favores y privilegios cuya esencia contraría la Vida, la Libertad y la Propiedad propuestas por la Gloriosa Revolución Inglesa. Y un siglo después, la Libertad, Igualdad y Fraternidad propuestas por la Revolución Francesa, en señal de su distanciamiento con las monarquías absolutas y el Antiguo Régimen. Permitamos ahora, en pleno siglo XXI, que las cosas, las personas y sus actos valgan por el aprecio que les tenemos, no por el sudor que representan, independiente de su plusvalía y explotación. Somos, según nuestras leyes, ciudadanos, consumidores y contribuyentes, pero nos seguimos comportando como súbditos, siervos y esclavos.