Por Javier Tovar
Los Angeles/AFP
Miles de personas marcharon elo domingo en Los Ángeles en contra de la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de eliminar el programa DACA, que protege a jóvenes indocumentados que llegaron al país de niños.
«¡No a Trump, no al KKK, no a un Estados Unidos racista!», destacaba entre las muchas consignas que gritaba el variado grupo de personas congregado en un parque antes de marchar por las calles de un barrio latino en la metrópoli californiana.
Había latinos, pero también muchos blancos y negros, la mayoría a favor de los 800.000 «dreamers» (soñadores), que podrían pasar a las sombras si el Congreso no aprueba en seis meses una ley que sustituya el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA en inglés) del expresidente Barack Obama en 2012.
«Superman era un inmigrante», decía una. «Estados Unidos fue construida por ‘dreamers'», «Gringos con DACA», «El sueño está despierto», indicaban otras.
«Nos llaman ‘dreamers’, pero somos nosotros los que no podemos dormir», se leía en la cartulina blanca con letras rojas y azules que cargaba Sophia Begar, una joven de 19 años que fue traída por sus papás de México siendo un bebé.
«Estaban buscando una mejor vida no solo para mi sino para mi hermana», dijo a la AFP esta estudiante de enfermería. «Es una sensación extraña, de miedo, tengo aquí toda mi vida».
Trump dijo que los «dreamers» -de los cuales, 200.000 viven en California- no debían preocuparse por los próximos seis meses.
Vuelta al limbo
Al rescindir el programa, Trump cumplió una promesa de campaña de tolerancia cero hacia los indocumentados, pero al mismo tiempo forzó al Congreso a reabrir el polémico debate de la reforma migratoria, que ya fracasó en 2001, 2006 y 2013.
En julio fue presentado un proyecto de ley bipartidista, llamado «Dream Act», que permitiría a los inmigrantes que crecieron en Estados Unidos obtener residencia legal permanente y, finalmente, la ciudadanía.
Una encuesta del periódico Politico mostró que 76% de los estadounidenses respalda la regularización de los «dreamers».
Pero Paula Hernández, una de ellos, no confía en que sea aprobado.
«El Congreso tiene un muy mal récord tratando de aprobar leyes. No pudieron pasar nada desde reforma fiscal hasta de salud, la reforma migratoria no será diferente», explicó esta joven de 24 años, que llegó a los siete también de México.
«Creo que rescindir DACA para forzarlos no es la mejor manera de hacerlo. Pudo haberlo hecho pero manteniendo DACA de manera que no terminamos nosotros de vuelta en las sombras, en el limbo».
En las consignas, se gritaba también contra el decreto migratorio de Trump, que afectó a ciudadanos de siete países musulmanes, y contra su promesa de construir un muro en la frontera con México.
Al otro lado de la calle: «Dios bendiga a Trump», «muerte al DACA», gritaba por un megáfono una de siete simpatizantes del gobierno que fueron hasta el McArthur Park a mostrar su apoyo al presidente.
«Estoy a favor de la inmigración legal y de soñadores americanos, solo quiero que sean legales. No es un asunto político, es un tema de la Constitución», dijo Fred Macintosh, de 55 años, a la AFP.
«Lo que somos»
A lo largo del recorrido, en el que muchos manifestantes fueron con sus hijos pequeños, la marcha recibió aplausos de los vecinos, la mayoría latinos, que saludaban y grababan con sus celulares. Una mujer incluso sacó una bandera gigante de México.
«Esto es Estados Unidos, esto es verdaderamente lo que somos», expresó Kathy Hamrock, una consejera estudiantil de 67 años que trabaja en un barrio latino y ha sido testigo de los «sueños hermosos, los talentos maravillosos» de los muchachos que entran a su oficina. Su pancarta ofrecía otra solución: «deporten a Trump».
Un grupo de indígenas realizó una ceremonia antes de iniciar el recorrido con maracas, tambores e incienso.
«¡No somos ilegales, somos inmigrantes, somos los pueblos originarios», gritaron antes.
Pase lo que pase, tanto Paula como Sophia piensan quedarse en Estados Unidos: ya incluso están revisando sus opciones legales.
«Existí antes del DACA y continuaré existiendo después, solo que es 10 veces más difícil», expresó la primera.