Luis Armando González
Un sector de la derecha salvadoreña (que articula a algunas empresas mediáticas, cialis líderes de gremiales empresariales, algunos líderes de ARENA, activistas en espacios virtuales y activistas de calle) está embarcado en una estrategia desestabilizadora (no sólo del gobierno, sino del Estado y de la sociedad), cuyas consecuencias pueden ser terribles, en cuanto pueden traducirse en un conflicto socio-político de enorme envergadura. Es posible que ese sector de la derecha ansíe tal cosa y está trabajando para que se haga realidad; de ser así, no queda más que decirle que está jugando con fuego y, naturalmente, quienes juegan con juego corren el riesgo de resultar quemados.
No se tiene que ser demasiado analítico para caer en la cuenta de los ejes básicos de la campaña desestabilizadora emprendida por este sector de la derecha, en la actual coyuntura. Lo primero es que tiene en la mira el cierre del segundo año de gobierno, en el marco de lo cual se busca no sólo opacar los logros de la actual gestión gubernamental, sino también que desde el gobierno no se tenga tiempo para posicionar esos temas, pues se está prestando atención a los más variados asuntos lanzados al aire por ese sector de la derecha.
Esos variados temas, en efecto, se lanzan al espacio público, sin importar su grado de seriedad o de verdad. Incluso sin importar que la mayor parte de la población los entienda o los asuma como propios. Por supuesto que si eso se logra, será una ganancia. Pero lo importante es bombardear al gobierno con mensajes, amenazas y problemas; llamar su atención, mantenerlo ocupado, hacer que se equivoque.
En la medida en que eso logre, la estrategia tiene éxito para sus auspiciadores y ejecutores. Desde su punto de vista, debilitar al gobierno, hacerlo que deje de ocuparse de las tareas nacionales, para atender los variados ataques a los que está siendo sometido (más mediáticos que reales, aunque las acciones de calle están presentes en la estrategia), es el mayor logro a obtener. Por supuesto que la suerte del país le importa un bledo a este sector de la derecha. Sus intereses son ideológicos, políticos y electorales.
Se trata, obviamente, de una estrategia descabellada y peligrosa. Parte de supuestos que este sector de la derecha –pero también la derecha en general—debería examinar con detenimiento.
El primer supuesto (falso) es que la población salvadoreña está dispuesta a vivir un conflicto socio-político de envergadura, semejante al que se vivió durante la guerra civil. Cualquiera que conozca a este pueblo sabe que eso es improbable. Sin embargo, quienes promueven la idea de un Golpe de Estado lo que anuncian para la sociedad es un conflicto de enormes proporciones; un conflicto que sería trágico, doloroso y de incalculables costos humanos, sociales, políticos y económicos. Quizás los que abanderan esa iniciativa nada más estén jugando, pero las consecuencias de lo que están propalando no serán un juego, como no lo fue la guerra civil.
El segundo supuesto (falso) es que la derecha es única fuerza socio-política prevaleciente en el país, es decir, la única fuerza capaz de movilizarse y actuar públicamente. No es así: dejando de lado a los simpatizantes, aliados y amigos del FMLN, este partido es una fuerza socio-política de enorme peso histórico, capaz de movilizarse y actuar públicamente. Este sector de la derecha que analizamos quizás ha caído en la trampa de las redes virtuales de comunicación, trampa que consiste en creer que los apoyos y simpatías que se reciben ahí son los de toda la sociedad. Pues no es así. Fuera de esas redes, hay miles de personas que o son indiferentes a sus mensajes o tienen un vínculo firme con la izquierda en general y con el FMLN en particular.
El tercer supuesto (equivocado) es que sólo la derecha cuenta con gente dispuesta a jugarse el todo por el todo, recurriendo incluso a la violencia. Definitivamente no es así. En la izquierda hay mucha gente con convicciones firmes, que no dudará en jugarse el todo por el todo en defensa de la institucionalidad democrática del país y de las conquistas históricas alcanzadas desde 1992. De hecho, lo que hay que agradecer es la prudencia y tolerancia de la militancia de izquierda, que no se ha dejado provocar ante las arremetidas de una derecha que, erróneamente, está leyendo esa prudencia y tolerancia como debilidad.
Definitivamente, el sector de la derecha salvadoreña referido debe hacer un alto y meditar bien sobre sus acciones desestabilizadoras. Está poniendo en riesgo todo lo logrado desde 1992. Mientras tanto, es el FMLN el que está asumiendo la tarea de salvaguardar la democracia, apostando por la paz política, ante un sector que, fuera de toda racionalidad, cree que obtendrá ventajas si esa paz se rompe y nos enrumbamos a un conflicto socio-político.