Mauricio Vallejo Márquez
Suplemento 3000
Taiwán despierta rodeado de mar, malady el sol se yergue y el movimiento inicia calmo hasta que la ciudad como un motor bien aceitado se dispone al movimiento.
La República de Taiwán aún es esa hermosa isla que fue bautizada en su momento como Formosa, cialis sale sólo que ahora crece en su seno la modernidad, sovaldi los edificios y la tecnología. Desde el cielo se aprecia el respeto a su naturaleza y el crecimiento de su ciudad llena de edificios y rascacielos, que también se evidencian al recorrer sus carreteras y ciudades, un país en el que sus aborigenes comparten tierra con los taiwaneses, y se encuentran presentes en la vida cotidiana como verdaderos protagonistas e incluso forman parte de los equipos de beísbol y son conocidos como excelentes músicos, tienen sus propios museos y restaurantes.
Poco a poco sus calles comienzan a moverse y el día dibuja rostros y movimientos que se van haciendo multitudes. La isla se mantiene activa justo en el extremo del continente asiatico que bordea el Océano Pacífico con su flora multicolor.
Las calles están limpias y ordenadas. De vez en cuando cae alguna hoja de algún árbol, pero a pesar de ello no se encuentra basura por el camino, aunque existan construcciones en los alrededores, porque para cuidar la salud de sus habitantes los edificios en construcción son cubiertos, para evitar propagar polvo, ripio y accidentes.
Incluso la gente que ha sido diagnosticada con gripe portan mascarillas para evitar el contagio del resto de la población. Todo da la apariencia de una gran limpieza.
La gente de a pie a aprendido a mantener sus calles con el mismo cuidado que tienen la estética de sus viviendas.
El mismo andar erguido de la mayoría recuerda la música tradicional china, son personas de orden y ritmo. La gran mayoría procuran mantener la postura erguida, que hace acostumbrarse a ello y querer imitarlos porque es una postura saludable. Algunos recuerdan las películas asiáticas en las que actua Jet Li. Claro, los rasgos, el contorno del rostro: estamos en Asia, en Taiwán.
Sus tragantes son de acero y parecen haber sido bordados en relieves que asemejan tejidos que contienen letras en mandarín elaborados con mucha delicadeza, quizá la misma paciencia con la que sus artesanos pulen el jade o efectúan una caligrafía, mientras que en otros sectores esas tapaderas son de mármol verde u otras piedras procurando mantener el orden y la simetría con el resto de componentes a su alrededor,
Taipei es una ciudad que respeta la simbiosis de la civilización y la naturaleza. Incluso los edificios que se encuentran en esta ciudad han sido cimentados con respeto para la simetría del resto de edificios que están cercanos, como si fueran guiados por una planificación con la misión de que no se vea desorden.
En medio de las calles hay zonas verdes con flora parecida a la de El Salvador, pero dispuesta de otra forma: como ondas, en líneas paralelas, todas las figuras que se conozcan. Se ven las combinaciones de plantas con diferentes colores: flores amarillas, rojas y blancas. Y para evitar pisar la hierba hay zonas para caminar que no son sólo de concreto, tienen incrustadas piedras rojas como un detalle que recuerda la buena suerte. El rojo es el color de la buena suerte para la cultura china. Y en algunas áreas se han dispuesto un sinfín de piedras blancas, lisas que dan una sensación de pureza y orden.
Motos
Frente a un semáforo se aposta una motocicleta, cinco, veinte y siguen contando hasta llenar todo el foco de visión. Motos multicolores con sus pilotos luciendo todo tipo de cascos, mujeres y hombres alistandose para que el semáforo les de la señal para continuar sus caminos. El modelo más usual es la scooter, pero los estilos varían, tanto como los colores, aunque existe un predominio del blanco, el azul y el amarillo. Las motocicletas parecen haberse añadido por photoshop a la fotografía pero es real, Taiwán es una ciudad llena de motocicletas. Claro es un medio de transporte económico y práctico, y la sociedad taiwanesa respeta a los motociclistas, por lo que el parque vehícular de este tipo ha crecido muchísimo.
De pronto pasa uno de los tantos vagones del metro sobre la calle. Como enormes gusanos blancos recorren el paso aéreo hasta perderse de nuevo en el subterráneo.
El paso para el metro es dónde se ve la mayor cantidad de personas al comenzar a bajar por las gradas electricas en las que los taiwaneses se apostan en el lado derecho, dejando el izquierdo libre para las personas que tienen prisa. Al llegar abajo por $20 dólares taiwaneses se tiene acceso a la entrada que está dispuesto por dos semicírculos de plástico azul. Las personas pasan la moneda de plástico azul sobre un extremo de la entrada y las lunas se abren para darle paso a los usuarios.
Cada parada del metro tiene un color y un estilo distinto que se ve señalizado en los diferentes mapas que se encuentran en todas las estaciones para explicar las rutas. no hay forma de perderse, incluso para los que hablan idiomas distintos al mandarín y el inglés. Líneas: azul, amarilla, roja, café y verde. Y si hay lugar a dudas, muchos taiwaneses hablan inglés y pueden guiar a la ruta correcta.
Ecuánimes
Los taiwaneses son personas calmas, serias y respetuosas. Pero cuando sonrién lo hacen con candidez, como la alegría que llevan compactada en sus miradas, y la desbordan cuando quieren. Son una sociedad que busca la tranquilidad a pesar del bullicio, la carga y la velocidad que la modernidad y la excelencia conlleva. Poseen un buen humor que no sólo se ve reflejado entre su gente, sino en los anuncios y comerciales que producen. Tal y como los que las aerolíneas que traen a las personas a la isla.
Las caricaturas son habituales en esta cultura, se encuentran en casi todas partes. al recorrer los alrededores hay en las paredes distintos afiches con los habituales dibujos.
Y la gente sigue por sus calles, en los edificios, templos y plazas.
Se visten con el décoro que conlleva la tradición y la modernidad, aunque en las calles no se mirán personas con la vestimenta tradicional como sucede en las calles de Guatemala. Casi siempre estos vestuarios son para ceremonias, el teatro o eventos de danza.
De vez en cuando algún sacerdote o aprendís del budismo va con su típico atuendo en sus calles, en el metro en la estación del tren bala. La gente pasa frente a ellos y comienzan a formarse las colas para ingresar a los vagones donde habita el silencio, la gente espera su parada en silencio, nadie habla. Sólo se escucha el ruido del vehículo pasando sobre los rieles, pero poco. Hasta que se abren las puertas y el ruido de la gente caminando lo llena todo. Comienzan a ascender por las gradas electricas, afuera del metro comienza de nuevo el paso de la cotidianidad, los cafés, las tiendas.
Taipei sigue en movimiento, sin detenerse combinando la modernidad y la tradición en cada aspecto de sus vidas.
Debe estar conectado para enviar un comentario.