Renán Alcides Orellana
Apoco más de un mes para las elecciones de alcaldes y diputados 2015-2018, thumb el 1 de marzo, cialis sale los candidatos se vuelven -cosa rara- muy creativos. O los vuelven creativos sus asesores. Sus promesas de campaña, tan sorpresivas -a veces- por presentar irrealizables ofertas, ya saturan el ambiente electoral, después de que, a partir del 1 de diciembre, han sido “autorizadas” por el TSE, aunque estas acciones de propaganda se vienen dando ilegalmente -ninguneado al Código Electoral- desde hace ya muchos meses. Como en todo, valgan las excepciones.
En realidad, los anticipos propagandísticos -aunque los justifiquen “porque no se pide el voto”- ya no sorprenden. Han sido -son- parte del folklore electoral (folklore de los políticos que quitan seriedad a estas contiendas); pero, los anticipos seguirán, porque también son parte de la necesidad de ser reelectos o elegidos por primera vez. De ahí que tampoco sorprende ver que, ingenua o maliciosamente, todavía caen en el ya gastado cuento popular del político que, arengando en una plaza pública, hizo la oferta de “construirle un puente” a la comunidad. “Pero si no tenemos río…”, grito alguien, con ira e indignación. “Pues también les construiremos el río”, gritó con seriedad politiquera el candidato.
¿Irreal, cuento ya fuera de tiempo o expresión en desuso…? Tal vez, pero en similares o de diversas maneras, este ejemplo de promesa electorera no está ausente en nuestro medio. Hasta puede resultar peor, cuando se siguen dando promesas de campaña que, por irrealizables, llevan un toque de malicia y engaño al público elector que al aceptarlas, ingenuamente, como válidas, es víctima del engaño, y si acaso llega a descubrirlo será hasta que el candidato electo haya finalizado su periodo.
Por ejemplo, alguno viene ofreciendo construir hospitales en cada distrito de San Salvador (!!), sin importar la fuerte inversión; y olvidando, además, los tristes ejemplos recientes de su partido que demuestran poco aprecio a esta clase de obras, como en los casos de los hospitales de Maternidad y Zacatecoluca. Otro ofrece erradicar totalmente la violencia, aun cuando en anteriores periodos no ha dicho ni pío y, además, ¿como convencer que una sola persona y sus buenos deseos acabará con un problema tan grande, que conmueve a todo el país? Y alguien más ofreciendo que “pondrá su cara por ti” ¿Y eso que es?, como simbolismo suena lindo pero es irreal, tanto por la posición económico-social del candidato, como porque, realmente, no dice nada más que soñar bonito. ¿Y que decir de los “rostros nuevos” de añejas edades, resolviendolo todo?… Y así, tantas promesas huecas por irrealizables…
Otro tipo de casos resulta ofensivo para la población consciente. Aunque es un derecho ciudadano, refleja ignorancia y malicia juntas el promover un sistema hereditario, al estilo monárquico, cuando la afinidad sanguínea es único requisito para optar a altos cargos públicos: diputados o cencejales. Y peor, si el candidato es propuesto “por influencia y presión de su padre u otro pariente…”. Estaría bien, si una justa y desapasionada evaluación mostrara que el “heredero político” cumple con los requisitos constitucionales, especialmente los de honradez e instrucción notorias. Además, no deja de ser decepcionante, y hasta rechazable, cuando el novato afirma que “su padre es su orientador político y que seguirá sus pasos”. !Dios guarde!
Nada que ver en contra de los candidatos y futuros funcionarios; se trata de la necesaria reflexión ciudadana sobre saber escogerlos, porque tiempo es ya de exigirles un desempeño con honestidad, transparencia, respeto, lealtad y real servicio a la sociedad. (RAO).