Liliana Martínez-Scarpellini
Los Ángeles/dpa
La figura de Tarzán siempre ha tenido una química especial con la gran pantalla, explotada por el Hollywood dorado en los años 30 con Johnny Weissmuller como protagonista y posteriormente replicada en varios títulos. Por eso, no sorprende que ahora regrese de la mano de David Yates con Alexander Skarsgard metido en la piel del hombre salvaje de la selva.
El filme es otra interesante interpretación de la novela original que durante décadas ha despertado tanta fascinación, “Tarzán de los monos”, de Edgar Rice Burroughs, y que empezó a adaptarse incluso durante la era del cine mudo. La primera versión es de 1918. En esta ocasión, se trata de un rodaje dirigido por Yates con Samuel L. Jackson, Margot Robbie en el papel de Jane, Djimon Hounsou, Jim Bradbent y Christoph Waltz.
La historia se centra en el regreso de Tarzán a la jungla, donde se crió de niño, y tras unos años reconvertido en el vizconde de Greystoke y su vida aristocrática en Londres junto a su querida compañera de vida, Jane Porter. Su invitación al Congo como emisario de la Cámara de los Comunes le pone en peligro puesto que ignora lo que está tramando el capitán belga León Rom (interpretado por Waltz).
Es la culminación de un proyecto que lleva en proceso desde 2003 y que ha cambiado varias veces de manos, contando incluso con el mexicano Guillermo del Toro. También se habló del nadador y campeón olímpico Michael Phelps para hacer el papel, lo que sin duda hubiera generado mucha expectación por seguirle los pasos al otro titán de las piscinas, un Weissmuller que se hizo con cinco medallas de oro olímpicas y una de bronce.
Pero Yates prefirió a Skarsgard por tratarse del candidato perfecto, siendo sueco y con una carrera en Estados Unidos, teniendo un poco de los dos mundos para meterse en el papel. Éste exigía un gran despliegue físico: “Básicamente no vi a mi familia o amigos” durante cuatro meses, explicó el actor de 39 años. Pese a todo, aclara que mereció la pena el esfuerzo de levantarse todos los días a las 4:30 de la mañana para ponerse en forma. Su musculatura en la cinta es muy contundente.
A diferencia de otros títulos, los efectos visuales han tenido mucho que ver en la elaboración de la cinta, que posee un cierto componente fantástico e irreal. Se aleja así de versiones como las de Weissmuller o la que contó con Christopher Lambert como protagonista, “Greystoke: The Legend of Tarzan”, creando un poderoso vínculo entre el humano y los animales que aparecen en la película.
La interpretación de Yates dista mucho de anteriores e incluso del texto original de Burroughs, un esfuerzo totalmente deliberado por buscar una perspectiva moderna. “Ni Tarzán ni Jane han estado en África durante un montón de tiempo”, reconoce el responsable de las últimas cuatro películas de la saga Harry Potter.
Su enfoque invierte un poco los términos puesto que ni Tarzán ni Jane quieren volver a la jungla, pero se ven un tanto empujados por las circunstancias. “Lo nuestro es casi lo opuesto al cuento original, donde se trata de calmar a la bestia”, explica. “Esto trata sobre un hombre que está intentando controlarse y que, según vas pelando capas, regresa a un estado más animal y deja que aflore esa parte de su personalidad”.
El interrogante es la taquilla, en un fin de semana en el que se estrena en Estados Unidos la última cinta de Steven Spielberg, “The BFG”, y en un verano con números decepcionantes para la industria hasta la fecha. Veremos si logra levantar cabeza.