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Tatuajes, oportunidades laborales y la juventud

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La juventud salvadoreña muestra una vitalidad insospechada que sorprende y rompe barreras, stuff que lanza a los jóvenes más allá de las fronteras del país; ellos muestran una gran capacidad para vencer obstáculos, ask una fortaleza para superar los retos y dificultades, para abrir brecha donde no hay caminos ni se abren las puertas fácilmente.

La gran mayoría de jóvenes que viven en zonas marginales, áreas urbanas o rurales de alto riesgo, quieren diseñar un proyecto de vida al margen de la violencia, como ciudadanos honrados, honestos, dignos salvadoreños que quieren aportar sus talentos, sus capacidades y su riqueza humana para construir una historia de paz en El Salvador.

Al dialogar con los jóvenes, ellos expresan sueños que no tienen nada que ver con el tema de la violencia. Quieren una vida digna, un empleo estable para realizarse como personas y profesionales, tener una casa, un hogar con el calor familiar para vivir en paz,  un legado que ofrecer a su descendencia.  Estos aspectos  nos indican que tenemos una juventud extraordinaria, y si consideramos su potencial, ¿qué es lo que no podríamos lograr en El Salvador si les abrimos las puertas, ensanchamos los horizontes y les ofrecemos las oportunidades que necesitan para recrear una historia de paz sin violencia?

El Salvador ha sido un país que ha impuesto su marca y tiene como estereotipo ser uno de los países más productivos industrialmente en la región y en el istmo centroamericano. El pueblo salvadoreño es reconocido como uno de los pueblos más laboriosos del mundo. No olvidemos que esta pujanza se ha debido a la fuerza, al trabajo vivo de nuestros jóvenes que han aportado de manera sobresaliente en esta muy buena fama que tradicionalmente ha tenido el país.

Un fenómeno que se va haciendo sentir en nuestra sociedad se da cuando los jóvenes van a pedir empleo: además del currículo, la hoja de antecedentes penales y cartas de recomendación, se les examina para ver si están tatuados.

Este último método es el mismo que se aplica y sufren los jóvenes cuando van a ingresar a los barrios donde residen, o bien cuando visitan familias que habitan en otras áreas, cantones, barrios o pueblos. Se trata de un fenómeno de estigmatización social.

Los tatuajes tienen historia desde que existe la humanidad. Las etnias y culturas ancestrales son el argumento histórico de que los dibujos, diseños o símbolos impregnados en la piel ha sido un fenómeno cultural de carácter universal. Los tatuajes constituyen un arte milenaria tan antigua como la humanidad y no podemos obviar que en muchos casos sirven como parte constitutiva de un grupo, una etnia o comunidad a la que se pertenece. Símbolos sagrados, signos de tratamientos terapéuticos como la acupuntura, empleados también como ornamentos corporales para simular vestimentas o decoraciones agregadas al modo de vestir de la cultura a la que se pertenece, símbolos de jerarquía social, así como para intimidar a los enemigos como estrategia de guerra o en el combate. En Egipto, así como en muchas otras culturas, se empleaban los tatuajes porque se creía que tenían poderes protectores y mágicos. Se les relacionaba con las divinidades y poderes sobrenaturales. En nuestro continente también ha habido antecedentes históricos de la práctica de los tatuajes que es importante recordar: “En América del Norte, los indígenas utilizaban los tatuajes como parte del ritual de paso. Cuando una persona pasaba de la pubertad a la adultez se la tatuaba con el fin de proteger su alma. Sin embargo, ésta no era la única utilización ritual que se hacía del tatuaje en esta región del mundo. En América Central, las tribus utilizaban los tatuajes a modo de conmemoración de los caídos en batalla y como forma de adoración de los dioses. En el hemisferio sur del continente americano, tribus indígenas también pintaban sus cuerpos, pero no de manera permanente. Pigmentos creados con flores y grasas vegetales como de animales, daban nuevos tonos que acompañaban sus rituales de manera temporal con significados igual de profundos y espirituales, de los cuales se despojaban una vez terminaban el rito” (http://es.wikipedia.org/wiki/Tatuaje).

Sin embargo, también en algunas culturas se ha empleado el tatuaje para marcar a los delincuentes, prisioneros, personas que pertenecen a grupos criminales o mafias.

Muchos jóvenes salvadoreños se marcan con tatuajes y no tienen nada que ver con las pandillas. No obstante, se les estigmatiza y se les cierran las puertas o las oportunidades de empleo. No solamente se les examina si están tatuados, sino además, en caso de estarlo, las personas que se encargan de contratarlos, sin conocer los símbolos, los excluyen negándoles toda posibilidad de empleo. ¿Qué ocurriría si llegara alguna estrella de cine, del deporte o de la farándula a solicitar empleo con algún tatuaje? Hay muchos personajes de la farándula que tienen marcas, símbolos y tatuajes en su cuerpo y son recibidos con gran pompa, rodeados de “paparazzi”, periodistas, o personalidades políticas, etc. ¿No es una situación que da que pensar? En el mundo del deporte hay muchos personajes que están tatuados: por ejemplo la Roca, quien en el brazo izquierdo tiene un torito con la ceja alzada y en el otro tiene tatuada una imagen que representa a la cultura de Samoa, lugar de donde son sus ancestros; el piloto Lewis Hamilton, de Mercedes, también es un apasionado de los tatuajes, y en su cuerpo se puede ver grabado varias cruces y símbolos religiosos; Ariane Friedrich es una deportista que se especializa en el salto alto, es una deportista muy conocida, también por llevar un tigre tatuado en la espalda; Stephanie Rice es una nadadora que ganó tres medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. En honor a esa hazaña, la australiana lleva un tatuaje con el logo y la fecha del evento donde logró sus preseas doradas (Cfr. http://depor.pe/off-side/13-deportistas-y-sus-aficiones-tatuajes-fotos-1016830). Uno de los tatuajes más sensacionales que tiene Vin Diesel, uno de los protagonistas de las películas famosas tituladas “Rápidos y furiosos”, es aquel que lleva en la nuca y con un interesante diseño de tres X. No debe sorprendernos que artistas  como Angelina Jolie esté tatuada con su famoso tigre de Bengala, que la cantante Rihanna también sea adicta a hacerse tatuajes y actualmente tiene en su cuerpo 19 de ellos; Sara Carbonero icono de moda también está tatuada…

Dicho brevemente, todos estos personajes de la farándula, artistas, deportistas, actores, son exitosos, convirtiéndose en referentes de los jóvenes de nuestros países. Esto demuestra que hay una crisis de modelos de identidad que inspiren a nuestros jóvenes y el mercado les inunda de ofertas, unas más afortunadas que otras, y propuestas de modelos de identidad que capturan grandes públicos de nuestra juventud.

Pero uno de los estigmas más poderosos son los tatuajes invisibles, si se me permite la ironía, que son invisibles pero que se conocen solamente respondiendo a la pregunta que se hace antes de cualquier contratación: “¿dónde reside?”. Si se responde que habita en una zona de alto riesgo muy probablemente no se les contrata, a pesar que no tenga antecedentes penales, o que tenga muy buenas referencias, pues están “socialmente tatuados”, estigmatizados, porque habitan en una zona controlada por alguna de las pandillas.

No es posible que estigmaticemos a más del 90% de los jóvenes del país que no están implicados, ni tienen responsabilidad directa en el tema de las pandillas, ni de la violencia en el país. Muy probablemente sea menos de 5% de la juventud que esté implicada directamente con las redes de la violencia. Sería un trabajo de campo sumamente importante aquel que nos permita analizar la participación de la juventud implicada directamente en la violencia en el país.

En otros países como México, por ejemplo, es natural que profesionales universitarios tengan tatuajes y ello no es obstáculo para tener liderazgo empresarial ni laboral…

Los jóvenes que pertenecen a las tribus urbanas como los Punks, los Metaleros, los Emo, etc., tienen sus propios tatuajes y son expresiones culturales artísticas. Estos grupos expresan su propio universo cultural que no es el plasmado en la cultura dominante; las tribus urbanas se convierten en fuente de identidad social y comunitaria para quienes pertenecen a ellas. También emplean piercing o perforaciones para insertar aretes y pendientes que son comunes entre los jóvenes cuando pertenecen a las tribus urbanas.

¿Qué hacer a la hora de contratar a nuestros jóvenes?… Permítaseme pensar en voz alta:

Ser fieles a la realidad, superando todo prejuicio, pues cuando se conoce la pluralidad de identidades o grupos de pertenencia de los jóvenes, no se puede estandarizar con prejuicios que todos pertenecen a grupos delictivos porque están tatuados o tienen símbolos externos.

No relacionarse con la juventud con prejuicios morales, pues muchos de ellos responden a esquemas rígidos, conservadores, pero se basan en falsas impresiones de realidad, sin ratificar lo real en cuanto real, pues estos juicios a priori de los jóvenes tatuados o que llevan piercing no son veraces.

Respetar los jóvenes que no comparten los valores, estilos, o apariencias, pues como dice el adagio popular: “el hábito no hace al monje”. Debemos aquilatar los talentos, las capacidades más allá de las apariencias.

En un proceso de contratación debemos superar las barreras culturales e ideológicas, hay que ponderar las capacidades, los talantes y talentos de los jóvenes, y aunque se exija una presentación adecuada, no se les puede desechar como candidatos para un empleo porque su apariencia causa una falsa impresión que no corresponde a la auténtica realidad de la juventud. Sin embargo, hay una capacidad fabulosa de la juventud para adecuarse, una disponibilidad para las relaciones humanas que desbordan nuestra imaginación y seguramente se adecuarían en su apariencia a las exigencias de las empresas contratistas.

Hay tanto que aprender de nuestra juventud, que debemos sentirnos cuestionados cuando procedemos sin conocerla, y sobre todo, sin profundizar en los cambios o transformaciones culturales que estamos viviendo en el presente. Es  verdaderamente un reto generar empleos y oportunidades para nuestra juventud. Esperemos que nuestros jóvenes sigan siendo un baluarte de El Salvador, con su riqueza creativa, su espíritu emprendedor y que por fin se superen los estigmas sociales producto del estrés y del ambiente imbuido de violencia que nos afecta sin ser conscientes de ello.

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