Nelson López*
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El bolo: Fantástico… lo que menos hice fue hacérmelo negro con esa gran desvelada que un montón de babosos se dan y con el aderezo de una increíble trabazón, que solo ahí se va el pisto en combustible. Así que lo que hice fue agarrarla tranquilo, me fui a comprar unas regias, me acomodé en un gran sillón que tengo y me puse a ver todos los partidos de fútbol que pude… hasta quedar dormido.
El novio: Yo ni me acordé de que había un duplicado de esas fiestas mercantiles de negros después del día de gracias de los gringos, así que salí temprano del trabajo, me fui a ver a la cipota y nos quedamos hasta bien noche hablando de todo… hasta de la suegra, que la vez pasada me salió brava porque conté un chiste de un canceroso, que el médico le dijo que solo le quedaban seis meses de vida y lo mando a vivir con la suegra para que se le hicieran una eternidad… solo por eso se enojó.
El bocón: Chele chele… ni cuenta me di que ese era el viernes negro porque ya no compro periódicos, no oigo las FM, ni tengo TV, así que la pasé chele chele sin estar con esas preocupaciones que le da la vida a los salvadoreños agringados, que se les imagina que van hallar un par de zapatos de marca a 10 dólares, y todo es pura paja. Yo por eso mejor me voy a los Planes de Renderos con toda la familia a reventarme el pisto (y yo) a puras pupusas revueltas con chicharrón del bueno.
El acabado: ¿A mí? ¡Tranquilo! Por eso no fui a gastarme el aguinaldo que ni siquiera me lo han dado, porque ahí está el truco, que uno a puros tarjetazos se acabe el aguinaldo, con la paja que todo está barato, pero el que va a gastar lo que no tiene es porque está loco o le pica. Se necesita ser tonto a sabiendas de que en septiembre y octubre suben los precios de toda la mercadería para después salir con la negrura de noviembre y engancharse a la dundada. ¡Solo los majes caen! Si, que me perdonen mis cheros que fueron a comprar llantas.