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Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino
Verónica Montes, directora de Fundación TECHO, expresó que están dando respuesta con módulos habitacionales a las 76 familias de la comunidad El Espino, que tenían más de cien días a la intemperie y sin ninguna respuesta a su situación.
“Son módulos transitorios que tienen una dimensión de cuatro metros cuadrados, que es el espacio mínimo (estándar) internacional, para que las familias puedan habitarlos, en un terreno que nos han dicho que está en trámite la transferencia (de la propiedad) y la idea es instalar en la primera fase 121 módulos, para 51 familias, y puedan tener mejores condiciones de vida”, explicó.
El desalojo fue el resultado de un juicio iniciado por los hermanos Dueñas, que dejó sin sus viviendas a un centenar de familias de El Espino. Pese a que los comunitarios buscaron un amparo en la Sala de lo Constitucional, fueron rechazados, y, por tanto, desalojados.
El desalojo se cumplió el pasado mes de mayo, por la Fiscalía General de la República, y agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) que iniciaron el desmantelamiento de las viviendas de 76 familias de los comunitarios, y que, según fiscales, estaban residiendo de manera irregular por más de treinta años en la zona, ya que el territorio es propiedad privada.
Miembros de la ADESCO El Espino reconocieron la gestión del Presidente de la República Salvador Sánchez Cerén, para ceder los terrenos de la cartera de Estado (Hacienda) y ordenar los trámites para el traspaso a la comunidad.
Los módulos habitacionales son construidos en terrenos que le pertenecen al Ministerio de Hacienda, que se encuentra en trámites legales para pasar el inmueble a los beneficiarios.
TECHO se extiende en 19 países en América Latina, y tiene entre sus objetivos impactar con proyectos habitacionales la situación de pobreza de miles de personas en asentamientos populares, mediante un voluntariado.
La Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (FUNDASAL) inició sus operaciones el 1º de septiembre de 1968, luego de una catástrofe natural que dejó sin techo a un centenar de familias, y que de inmediato unió a un grupo de personas, con el padre Antonio Fernández Ibáñez (jesuita), quienes dieron los primeros pasos en este trabajo de proyectos habitacionales a familias de escasos recursos económicos.
