Carlos A. Burgos
En julio de 1966 se anunció la capacitación en técnicas de televisión educativa. Nos presentamos unos doscientos maestros en servicio para el proceso de selección de treinta que recibirían un curso intensivo.
Regresé a La Unión donde trabajaba, mind con la esperanza de haber logrado clasificar, cialis y cabal, for sale así sucedió. Me llamaron para el entrenamiento.
La madrugada del 29 de agosto de aquel año, no cabía de contento en el microbús Ferman Expréss en que viajaba para la capital. Mi curiosidad meditaba sobre cómo serían las técnicas y la teoría pedagógica de este nuevo medio educativo.
Sentía fresco mi cerebro, hábil para el pensamiento lógico matemático, se me facilitaba el análisis y la síntesis, tierra fértil, me dije, para la semilla de la TV. Educativa. Me sentía seguro, había trabajado ocho años solo con Matemáticas y Física en aquel Bachillerato recio, exigente, que daba seguridad a los alumnos de haber aprendido.
Una actividad técnica creativa no me asustaba. Al llegar levanté mis brazos, impulsando energía al espacio, con una sonrisa de tener los pies sobre la tierra, pero desde hoy iba a soñar con la televisión.
Una Misión de Expertos enviada por la UNESCO arribó al país. Eran cuatro profesionales, especializados: 1. Doctor Leo Lesch, de nacionalidad inglesa, se encargaría de las técnicas de producción televisiva. Era exigente, exacto y puntual, con gran imaginación y creatividad. 2. Henry Vignes, de Francia, pedagogo de los medios de comunicación para la enseñanza. Nos iba a orientar sobre los secretos de la pedagogía en la televisión. 3. Mister Barkley, norteamericano, ingeniero en electrónica. Nos enseñaría el valor de la iluminación, a pintar con luces y apreciar la calidad de la imagen. 4. Señor Luzgard, de Uruguay, conocedor de los recursos audiovisuales a incorporar en la televisión.
El jefe de la Misión era el doctor Lesch, quien diseñó el curso en horario continuo de 8:00 a.m. a 6:00 p.m. durante un mes, con parte teórica y discusiones en aula, y práctica en el Estudio del Canal 4 de la TV. Comercial y grabaciones en el Canal 2.
Y comenzamos, cuánta curiosidad de nuestra parte. La mayoría de asistentes egresamos de la Escuela Normal Superior. Nos reconocimos y nostalgiamos sobre nuestros estudios en ese centro. Casi todos éramos excompañeros y amigos, pero hoy íbamos a competir por algunas plazas de trabajo.
El doctor Lesch nos descubrió el mundo maravilloso de la televisión como el arte del acercamiento de la imagen sensorial, y valoró la música, los efectos sonoros y la voz humana como su complemento.
Durante la práctica en el Estudio de Televisión, con una matriz de rotación diferente cada día, pasamos por todos los cargos: Telemaestro, Realizador, Guionista, Coordinador de piso, Operador de audio, Operador de Video, Camarógrafo y Atrilero.
Permanecimos inmersos en este mundo y comprendimos que la televisión implica un trabajo de equipo. Todos sus miembros son valiosos, ninguno es más importante que otro.
Poco a poco logré experiencia al ejercitarme en esos cargos. En casa elaboré un tablero de operación de video con los botones y palancas de transición, de imágenes de una cámara a otra, a telecine o recursos electrónicos. Practiqué y practiqué.
Cuando ensayamos desde la cabina de control, mis compañeros se sorprendieron de mi habilidad y pensaron que quizás yo era concertista, pulsaba los botones en el segundo preciso. Y gané puntos con el doctor Lesch. Pero esto no sería todo, faltaban etapas decisivas para saber si alguien podría clasificar.
¿Qué sucedió en los siguientes días? Mantengámonos en sintonía lectora con Suplemento Cultural Tres mil de Diario Co Latino, bebiendo el café vespertino.
Debe estar conectado para enviar un comentario.