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Brasilia/AFP
Damian Wroclavsky
Sistemas de riego inteligente, drones, satélites, biociencia, maquinaria rural con sensores conectados a grandes bases de datos forman parte de la tecnología que busca aprovechar mejor cada gota de agua usada para producir alimentos en un mundo sediento.
En medio de mensajes de alerta de especialistas de todo el mundo reunidos en Brasilia en el 8º Foro Mundial del Agua, la puja por el recurso más sensible del planeta está en primer plano, con miles de millones de personas sin acceso a fuentes seguras para beber y cuidar su salud.
Como ejemplo, basta el país sede del evento: Brasil, una gigantesca fábrica global de alimentos, utiliza más del 50% del agua que es bombeada de ríos y lagos para al sector agropecuario.
«Queremos reducir esa cantidad, desarrollando plantas más eficientes, mejores sistemas productivos y desarrollando equipos más eficientes. Hay un boom de prácticas en la gestión del agua para economizar ese recurso y también en la genética vegetal», dijo a la AFP Mauricio Lopes, presidente de Embrapa, el centro estatal de investigación agropecuaria.
«Esa revolución ya está aquí», añadió.
Lopes participó en un panel que abordó el consumo de toda el agua disponible: la llamada «agua azul», la de reservas naturales como lagos, que es la fuente tradicional para la irrigación de cultivos, y el «agua verde», captada por los suelos y los bosques.
«En momentos en que estamos bajo una presión permanente sobre la cantidad de agua disponible, es importante hacer todo lo posible por usar esos recursos de la manera más eficiente», dijo Claudia Sadoff, directora del International Water Management Institute, con sede en Sri Lanka.
«Habrá lugares en que el riego tradicional será esencial y muy eficiente y otros donde el agua de los suelos y en los biomas será la mejor opción. Este será un asunto al que tendremos que prestarle más atención en el futuro», añadió durante su presentación.
Impactos medioambientales
Otro aspecto central de la compleja relación entre el uso del agua y los alimentos es el impacto que genera en el medio ambiente.
Lopes indica que Brasil, país que tiene la mayor biodiversidad del mundo y por cuyo territorio pasa cerca del 18% del agua potable del planeta, «aún» tiene el 66% de su superficie cubierta de vegetación nativa.
Cómo administrar ambos asuntos de forma equilibrada y sustentable es el gran desafío, señala.
«Es muy importante discutir el nexo agua, naturaleza y alimentos. Brasil es un país megadiverso, tiene seis biomas, tenemos áreas muy sensibles y mantener esa riqueza biológica demanda agua», explica este agrónomo formado en Estados Unidos y en la FAO.
«Tenemos que hacer una gestión inteligente del recurso agua para no perder el equilibrio», cerró.
Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura de España, abordó un aspecto más lateral de la apuesta tecnológica: la mejora de oportunidades económicas como un factor para revitalizar el sector rural, o sea, la fabricación de comida.
«Estamos implementando un ambicioso programa de cobertura de banda ancha satelital sobre toda España como una forma de tener al campo más conectado. Este es un punto clave para dar igualdad de oportunidades a los jóvenes agricultores y que permanezcan en zonas rurales», dijo.
El pujante sector agroindustrial de Brasil, en la mira de organizaciones ambientalistas por su avance sobre áreas forestales, organizó una defensa activa en el Foro.
«Queremos aprovechar este momento para desmitificar esos asuntos y demostrar que el productor rural cuida del agua y de la tierra más que nadie, porque al fin y al cabo si destruye los manantiales destruirá su propio patrimonio», alegó el presidente de la Confederación de Agricultura y Pecuaria (CNA), Joao Marins, al lanzar un programa de irrigación.
El Foro Mundial del Agua espera reunir 40.000 personas, entre ellas 15 jefes de Estado y de gobierno y 300 alcaldes.
El evento, que se extenderá hasta el viernes, debate los efectos del cambio climático, la presión demográfica, la explotación desaprensiva de recursos naturales y la contaminación.
