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Temas actuales en la economía global

Carla Teresa Arias Orozco
Economista salvadoreña

Los tiempos actuales son de grandes cambios geopolíticos. El unilateralismo, el proteccionismo y el populismo están a la orden del día, campean arrolladores y  arrogantes. Los propulsores del bienestar social y del progreso de los pueblos estamos llamados defender el multilateralismo y modernizar el sistema de gobernanza mundial, sin perder de vista que la integración, la cooperación y el diálogo son los caminos más deseables para transitar a un mundo en paz y humanizar la globalización.

Después de la crisis del 2008,  los países han tratado de impulsar el desarrollo; pero la tarea no ha sido  fácil. Las condiciones ambientales, sociales, políticas y económicas  no son tan favorables y cada vez es más difícil enfrentar las crisis, sobre todo en un sistema económico que ha propiciado el aumento del rol de las instituciones financieras en una lógica de especulación cortoplacista; multiplicando los fondos de capital, sin una base en la economía real. Es decir que estamos en una economía mundial cada vez más desregulada para el capital y no para la fuerza de trabajo, reafirmando las dos globalizaciones, una de exclusión y otra del capital.

En este contexto, el Fondo Monetario Internacional, por el endurecimiento de las condiciones financieras y las tensiones comerciales, ha vuelto a disminuir la predicción de crecimiento global y por lo tanto, llama a resolver “con rapidez y cooperación, los desacuerdos comerciales y la incertidumbre política de una economía ya en desaceleración”.

Por su parte, el Banco Mundial también redujo las predicciones de crecimiento para el año 2019 en curso a 2.9 %. A pesar de este contexto de incertidumbre y proyecciones desalentadoras, el Banco Central (Federal Reserve-FED) de Estados Unidos,  no descarta dos aumentos más de las tasas de interés para el 2019.

Según el llamado “Libro Beige” de la FED la mayoría de los distritos de Estados Unidos reportaron, para finales del 2018, un crecimiento entre modesto y moderado, las manufacturas se expandieron, aunque ese crecimiento ha disminuido de intensidad, sobre todo en el sector de automóviles y energía. El crecimiento de los sectores de servicios no financieros se ha mantenido moderado.

En general los inversionistas se encuentran menos optimistas por el incremento de la volatilidad financiera, el aumento de las tasas de corto plazo, la disminución de los precios de la energía y la incertidumbre comercial y política.

Por su parte, China también ha disminuido su proyección de crecimiento, para lo cual Liu Chunsheng, de la Universidad Central de Finanzas y Economía de Beijing, ha expresado que la disminución se debe a movimientos internos para controlar la deuda y a la incertidumbre por la guerra comercial con Estados Unidos.

Con esas proyecciones el Banco Central de China ya ha iniciado una serie de medidas para incentivar a la micro y pequeña empresa, sectores donde se genera el mayor nivel de empleo y desarrollos tecnológicos. Su estrategia se enfocará en  políticas que fortalezcan el crecimiento a mediano y largo plazo, aunque eso signifique sacrificar crecimiento de corto plazo.

Respecto a la guerra comercial,  el profesor Wang Xiaosong, de la Universidad de Renmin explica: que el fin último de la estrategia de Estados Unidos con dichas medidas es afectar el desarrollo tecnológico y los avances alcanzados en ciencia y tecnología por China.

A este respecto, es evidente notar que el despegue de China en investigación y desarrollo (I+D) efectivamente ha afectado abismalmente la brecha tecnológica entre ambos países. Según datos del Banco Mundial el número de patentes inscritas por residentes  en China para el año 2005 fue de 93,485 mientras que Estados Unidos llegó a las 207,867 patentes para el mismo año, pero ya en el año 2016 el  número de patentes inscritas por Estados Unidos solamente aumentó un 42 % mientras que China sobrepasó el 100% llegando a inscribir más de un millón de patentes (1, 204,981).

China es, sin duda, un actor estratégico mundial y la inclusión de América Latina a la estrategia de “Una Ruta, una Franja” es una alternativa que puede contribuir para diversificar el destino de las exportaciones, incrementar la cooperación y atraer mayor inversión extranjera directa -IED- a los sectores de interés nacional.   

La Unión Europea por su parte,  y ante la incertidumbre del futuro del BREXIT, espera que el Banco Central Europeo se mantenga con tasas bajas y no prevén un  aumento hasta el próximo año, lo cual sería favorable ante la posible crisis que se vaticina suceda en relativamente poco tiempo. Cabe destacar que algunos países han mantenido tasas negativas o cercanas a cero  por varios años y no han logrado despegar en su desarrollo.

Dentro de este panorama internacional y dados los niveles de endeudamiento privado y público de los países en desarrollo, el endurecimiento de las condiciones financieras internacionales incrementaran los costos, lo cual es perjudicial para los Estados altamente endeudados como: El Salvador.

Cuando la deuda es elevada y los recursos de los nuevos préstamos no se invierten en sectores productivos, que propicien ingresos y empleo, se cae en una trampa, pues los recursos nuevos solo se destinan a pagar el servicio de la deuda y lo más grave es que por deficiencias  institucionales y actos de corrupción, se pierden en el camino. Asimismo, una mayor incertidumbre internacional desalienta las inversiones y además, posiblemente habrá fuga de capitales.

Ante una recaudación fiscal débil, el incremento de los costos y el aumento del déficit, estabilizar o reducir la deuda para invertir en sectores que a largo plazo propicien el desarrollo, parece una tarea imposible para muchos países de la región.

Para esto es interesante revisar las propuestas respecto a la sostenibilidad de la deuda que realizó en septiembre de 2015, Éric Toussaint portavoz del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas -CADTM-  durante la Asamblea General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) y a las que el economista salvadoreño Salvador Arias también propuso en su libro de 2016 “La Trampa de la Deuda: del sistema capitalista y la economía salvadoreña”.

Las propuestas  se basan en lo siguiente:

1. Obligación de los Estados a realizar una auditoría de las deudas soberanas, con participación ciudadana, con el fin de identificar las deudas ilegítimas, ilegales, insostenibles y/u odiosas.

2. El derecho de los Estados deudores a declarar unilateralmente una moratoria sobre el reembolso de la deuda, si los acreedores no tienen en cuenta sus demandas legítimas.

Es necesario que los Estados deudores puedan tomar medidas de autodefensa frente a los acreedores, con el fin de priorizar sus obligaciones en materia de protección de derechos humanos.

3. La prohibición de transferir deudas del sector privado al sector público. Es inevitable concluir que ante los altos niveles de deuda pública y privada, la demanda interna estancada, la posible fuga de capitales, la poca diversificación productiva, los bajos niveles de I+D, el incremento de las tasas, la volatilidad financiera, el déficit fiscal y los problemas geopolíticos, estamos ante momentos difíciles, de mucha incertidumbre que requieren claridad y visión de largo plazo,  pues cualquier cambio que se quiera llevar adelante debe hacerse sin esperar milagros de corto plazo.

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